festival de niebla > 'la vida es sueño'
El Calderón más cercano
Si escuchas como a tu alrededor el personal recita en voz baja los últimos versos del más famoso soliloquio del teatro español, entiendes perfectamente que Teatro del Temple haya optado por sumar a un drama que en otro tiempo se aprendía de memoria en el colegio, una puesta en escena ágil, colorista y se diría que hasta divertida en el sentido más amplio de la palabra, pues de espectáculo trata el asunto, y divertir, entretener o sorprender son las pautas que siempre llevó el teatro. El del barroco y con esto terminaremos crítica y reflexión, por supuesto que también.

Si escuchas como a tu alrededor el personal recita en voz baja los últimos versos del más famoso soliloquio del teatro español, entiendes perfectamente que Teatro del Temple haya optado por sumar a un drama que en otro tiempo se aprendía de memoria en el colegio, una puesta en escena ágil, colorista y se diría que hasta divertida en el sentido más amplio de la palabra, pues de espectáculo trata el asunto, y divertir, entretener o sorprender son las pautas que siempre llevó el teatro. El del barroco y con esto terminaremos crítica y reflexión, por supuesto que también.

Una escenografía muy japo, acompasada por un utillaje de escena y un vestuario extraordinariamente acertado. Todo muy al compás, por mucho que la iluminación es posible que no estuviera muy acertada la noche del sábado en la función que cerraba la temporada 2018 del festival iliplense (a no ser que se buscaran algunas sombras que en nuestra ignorancia hemos creído no necesarias, por mucho que el barroco sea sombra y luz, para nosotros, y vuelvo a repetir que con eso acabaremos, mucha, sobrada luz). Hermosísimo ritmo cromático y extraordinario aprovechamiento de unos efectos especiales mínimos. Y por supuesto la música, ese no parar del hombre orquesta que hasta llega a sumarse a la acción para hacernos ver que el viento, como los sueños, también se pueden construir, como los artilugios de los que extrae algo más que notas musicales, la ambientación, el fondo necesario para dar credibilidad a toda esa locura con la que Calderón fue a reflexionar sobre mitos que han acompañado la más reciente historia de la humanidad, la caverna platónica o el buen salvaje que algunos piensan posterior, pero no, es mito construido a partir del descubrimiento de un nuevo continente lleno de magia y misterio, vicioso y pleno de color.


Puro barroco. La libertad de creación, la acerada crítica del mundo en el que la sociedad española, libre de las ataduras y corsés que la Reforma luterana o calvinista imponían en el centro de Europa, expuestas por Calderón de la Barca en su obra, en la intención de su obra. No es de extrañar que la Contrarreforma trajera esta nueva concepción de la vida que es el barroco, ni que la creación artística alcanzara las cotas de exquisitez y verdad que se mostraban en un corral de comedias o en la portada de una iglesia, donde se reflejaba la estructura de un ábside al que se quería conducir al espectador, invitándole a cruzar unas puertas que le conducirían a lo que fue la liturgia o la mismísima arquitectura barroca, un acontecimiento teatral.
Mientras que buena parte de Europa se consumía en el miedo y la austeridad, en la prohibición y en el veto, la España católica, apostólica y romana, tan denostada y vilipendiada en una posverdad que ha llegado intacta hasta nosotros, mostraba signos de cambio, la dirección a seguir para alcanzar un tiempo nuevo. El barroco, abriéndose paso entre la miseria y la ruina del implacable siglo XVII, daba a la imprenta textos tan profundos como los de Calderón, trazaba con pulcritud unas líneas que se adivinaban en los claroscuros de lienzos exquisitos, o escribía sobre papel pautado partituras que nos han traído esa alegría de vivir y existir, sea en sueños o no, qué más dará, hasta nuestros días. En los cantones suizos o en los landers germanos, donde reinaba la estricta Reforma protestante en cualquiera de sus formas, te trincaban no ya danzando o cantando, sino apenas silbando por la calle y ya te podías ir despidiendo de este cruel mundo. Pero la historia se cuenta como se cuenta, y a los españoles, tan ilusos como somos, nos la han contado desde fuera como nos la han contado. Puede que Segismundo no sea el único que ha vivido injustamente encerrado. En fin.

'La Vida es Sueño' de don Pedro Calderón de la Barca. Dirección: Carlos Martín. Dramaturgia: Alfonso Plou. Iluminación: Tatoño Perales. Escenografía: Tomás Ruata. Vestuario: Ana Sanagustín. Reparto: José Luís Esteban, Yesuf Bazaán, Félix Martín, Minerva Arbués, Francisco Fraguas, Encarni Corrales, Alfonso Palomares y Gonzalo Alonso (composición musical y hombre orquesta).Patio de armas del castillo de los Guzmán. Niebla. Aforo: 980 localidades (Lleno en la despedida de una excelente temporada); 18 de agosto, 2018.
Reportaje gráfico: DIputación Provincial