el escritor presenta su libro 'Cuando Lázaro anduvo'

Fernando Royuela: 'Dios es el mercado y la libre competencia es su profeta'

Los políticos, las multinacionales o incluso los medios de comunicación fueron algunos de los grandes poderes más criticados por el escritor Fernando Royuela en la presentación Presentó en la Biblioteca Provincial de Huelva de ‘Cuando Lázaro anduvo’, una voraz reflexión sobre la manipulación utilizando como medio un hecho con más de 2000 años de antigüedad: la resurrección de Lázaro.

Fernando Royuela: 'Dios es el mercado y la libre competencia es su profeta'

Huelva24

Huelva

Esta funcionalidad es sólo para registrados

En esta nueva obra de Fernando Royuela (Madrid,1963), publicada por la editorial Alfaguara, el lector se encuentra ante la figura de un Lázaro desahuciado casi de alma. Tras ser despedido, sufre un derrame cerebral y a las pocas horas fallece. Cuando es trasladado vuelve a la vida; todos desconocen la extraña razón de este suceso.PREGUNTA.- ¿Qué le une al personaje bíblico de Lázaro para tomarlo como eje central de su novela?RESPUESTA.- Me ha interesado de siempre saber qué le pasaría por la cabeza a Lázaro tras haber regresado de la muerte. ¿Tendría algún recuerdo? ¿Alguna experiencia? La figura instrumental de Lázaro en la Biblia es tremenda. Me parece terrorífico lo que hizo Jesucristo con Lázaro. Después, he querido saber qué paso con Lázaro tras ser resucitado, ya que quedó todo en una incógnita. Nada se dice de qué fue de Lázaro ni en los textos oficiales ni en los textos apócrifos. En el ámbito de la literatura sí se ha hablado de Lázaro, sobre todo en relatos cortos.P.- Aún así, su Lázaro del siglo XXI parece que está un tanto ‘tuneado’.R.- Mi Lázaro resucita, pero no por un milagro. De hecho, no se sabe si Lázaro ha llegado a morirse. Aún así, mi Lázaro sigue contando con sus dos hermanas, Marta y María, al igual que en la Biblia. Cualquier lector va a tener esa referencia bíblica, ya que forma parte de nuestra educación; de esta civilización judeocristiana en la que todos hemos crecido. Aquí no hay milagro, lo que hay es un hecho.P.- En ‘Cuando Lázaro anduvo’ usted le da tortas a todos los poderes que existen. ¿Y esa perversión?R.- Lo que yo quería conseguir con este personaje es poner en tela de juicio determinadas verdades oficiales y los comportamientos que tienen sobre nosotros los distintos poderes económicos, religiosos, oficiales y mediáticos, el peso que tiene respecto a nuestra percepción de la realidad. Hasta que punto nos manipula el poder; hasta que punto somos conscientes de que nos están manipulando y hasta que punto somos conscientes de que la verdad ha sido diluida. Hay una serie de intereses al servicio de todos los poderes y esto nos rodea y condiciona nuestra vida.P.- ¿Y qué pretende con esta reflexión?R.- Con esta novela intento que los lectores sean más libres y que sean conscientes de la manipulación a la que están sometidos por los distintos poderes, y así conseguir que lo estén en menor medida.P.- Usted planteaba la incógnita de qué pasó con Lázaro tras su resurrección, pues en su novela tras este hecho en el siglo XXI 'se arma la de Dios', y nunca mejor dicho.R.- La resurrección de Lázaro es lo de menos. A partir de ahí cada uno empieza a tejer sus intereses, a utilizar el hecho de que Lázaro ha vuelto a la vida para conseguir sus propios beneficios. En este punto entran en juego los grandes poderes, la política, la iglesia y el poder institucional. Todos, incluso los familiares del pobre Lázaro, van a aprovecharse de él.P.- Los primeros que reciben el golpe irónico y reflexivo en la novela son los propios médicos.R.- Se plantean dos hipótesis cuando un médico dictamina un fallecimiento y el muerto vuelve a la vida: ha resucitado o ha sucedido un error médico. Eso trae como consecuencia la investigación, el descrédito del hospital, y esto a su vez genera el daño a la imagen política, la intervención de los abogados en defensa de los intereses de unas partes que se han visto perjudicada, y muchas cosas más.P.- La hija de Lázaro se aprovecha de la situación y busca que el hospital le indemnice. ¿Avaricia o justicia?R.- La hija de Lázaro ve la vida desde un punto de vista economista y mercantil. Para ella lo que ha sucedido con su padre es un error médico y la oportunidad de conseguir dinero, además de hacer justicia. Su hija mercantiliza la realidad que está padeciendo. La forma oficial ahora mismo de entender la vida es a través del mercado. Dios es el mercado y la libre competencia es un profeta.P.- ¿Todo está mercantilizado?R.- Todo está mercantilizado, incluso la idea de ‘España’. Ya nadie se refiere a España como un Estado, sino como una marca, la marca 'España'.P.- Además del poder político, la Iglesia también se lleva un buen bofetón de su parte.R.- La Iglesia es una gran multinacional con una vocación a la manipulación. La Iglesia como empresa, como multinacional, es la que trato en esta novela.P.- Usted retrata en este libro una sociedad casi histérica. ¿Así la ve?R.- Detrás de esta novela lo que hay es mi sensación de perplejidad, que fue lo que me llevó a escribirla; por salir a la calle e intentar comprender la sociedad y ser absolutamente incapaz. Por supuesto que lo comprendo, sé cuáles son sus reglas, cómo funciona y hasta conozco su postulados filosóficos más hondos. Pero cuando hablas con las personas de la calle, lo asombroso es que tampoco entienden muchos comportamientos.P.- ¿Hay algo que nos confunda?R.- Las verdades oficiales, por ejemplo. Partimos a veces de determinadas verdades que son oficiales. Verdades que todos nos creemos y que condicionan nuestro comportamiento público y privado. La forma en la que nos relacionamos. Cómo las verdades oficiales condicionan nuestras vidas me ha causado mucho agobio y perplejidad. Lo que yo pretendía era poner en tela de juicio qué es la verdad y hasta que punto nos interesa a nosotros la verdad.Fotos: Héctor Corpa

Fernando Royuela: 'Dios es el mercado y la libre competencia es su profeta'

P.- Además del poder político, la Iglesia también se lleva un buen bofetón de su parte.R.- La Iglesia es una gran multinacional con una vocación a la manipulación. La Iglesia como empresa, como multinacional, es la que trato en esta novela.P.- Usted retrata en este libro una sociedad casi histérica. ¿Así la ve?R.- Detrás de esta novela lo que hay es mi sensación de perplejidad, que fue lo que me llevó a escribirla; por salir a la calle e intentar comprender la sociedad y ser absolutamente incapaz. Por supuesto que lo comprendo, sé cuáles son sus reglas, cómo funciona y hasta conozco su postulados filosóficos más hondos. Pero cuando hablas con las personas de la calle, lo asombroso es que tampoco entienden muchos comportamientos.P.- ¿Hay algo que nos confunda?R.- Las verdades oficiales, por ejemplo. Partimos a veces de determinadas verdades que son oficiales. Verdades que todos nos creemos y que condicionan nuestro comportamiento público y privado. La forma en la que nos relacionamos. Cómo las verdades oficiales condicionan nuestras vidas me ha causado mucho agobio y perplejidad. Lo que yo pretendía era poner en tela de juicio qué es la verdad y hasta que punto nos interesa a nosotros la verdad.

Fotos: Héctor Corpa

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia