Feria del Libro

William Martin: El cuerpo que robó Alemania, el secreto que Inglaterra guarda

Jesús Copeiro y Enrique Nielsen rescatan de la historia de la Huelva de la Segunda Guerra Mundial testimonios y datos que conducen a la posibilidad de que el cadáver del supuesto oficial británico fuera robado para que se le practicara una segunda autopsia, hecho clave para dar la total credibilidad al engaño urdido en la Operación ‘Carne Picada’ por los británicos, que también dejaron falsas pistas en la versión oficial para ocultar el origen real del hombre ahogado llegado a la playa de la Bota en abril de 1943.

William Martin: El cuerpo que robó Alemania, el secreto que Inglaterra guarda

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Huelva

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William Martin es “una persona ficticia pero a la vez real, un ser en el limbo entre la vida y la muerte”, define Enrique Nielsen. Muy probablemente no sabremos nunca la identidad real que se esconde tras el nombre que se le dio al cadáver de un supuesto soldado británico que en mitad de la Segunda Guerra Mundial llegó a la playa de la Bota Huelva con documentación falsa para engañar a las fuerzas alemanas. Parece que todo seguirá siendo un misterio, lo que se debe más que por las lagunas de la historia y el paso del tiempo por el firme interés de quienes idearon la operación ‘carne picada’ (Mincemeat). No obstante, la curiosidad, avidez investigativa y constante trabajo de Jesús Copeiro y Enrique Nielsen, plasmadas en la obra ‘El misterio de William Martin. Desentrañando la trama’, han venido a arrojar luz sobre aspectos que habían pasado desapercibidos o al menos no colocados juntos para realizar con las piezas adecuadas una composición de lugar inédita que responde a algunas preguntas y plantea otras muchas nuevas: ¿Pudo ser realmente un oficial de la marina y no un mendigo William Martin? ¿Por qué los alemanes creyeron fielmente su historia?¿Su cuerpo descansa en una tumba en Huelva o fue robado por los alemanes y no conocemos su paradero?. Todas ellas quedan recogidas en el libro editado por el Servicio de Publicaciones de la Diputación Provincial, que es una de las sensaciones de la edición número 40 de la Feria del Libro de Huelva.

William Martin: El cuerpo que robó Alemania, el secreto que Inglaterra guarda

En la tarde del lunes ha sido presentada la obra de la mano de sus autores y Elena Tobar, diputada de Cultura de la Diputación de Huelva, quienes han hablado de la historia de ‘El hombre que nunca existió’, que fue llevada al cine y que cuenta con numerosas publicaciones al respecto. Para quienes no la conocen realizaron un resumen de esta historia que llenó de intriga la mirada de los presentes y a continuación mostraron en un interesante vídeo un resumen de su reinterpretación de la historia.

Las claves de su obra parten de una revelación del hijo de un espía, un testimonio que sirvió de guía y que pudieron prácticamente comprobar: los alemanes robaron el cuerpo de William Martin para comprobar con sus propios medios médicos en una segunda autopsia que el cuerpo correspondía efectivamente a un militar británico. Eso hizo que se creyera al cien por cien la estratagema realizada con la operación ‘Carne Picada’, que por otro lado tuvo necesariamente que contar con el cadáver de un auténtico marino ahogado y no el de un mendigo, huellas que quedaron tapadas por una versión oficial con alteraciones justificadas para no volverse contra sus creadores. 

William Martin: El cuerpo que robó Alemania, el secreto que Inglaterra guarda

El historiador Jesús Copeiro, autor también de ‘Espías y neutrales: Huelva en la II Guerra Mundial’, aseguró en la presentación de la obra que siempre le “apasionó” todo lo relativo a este conflicto y en concreto el caso de William Martin, cuya película vio en Madrid. Copeiro afirmó que Huelva durante la Segunda Guerra Mundial fue como Tánger o Casablanca, donde “alemanes e ingleses jugaban al golf por el día y se daban tortas por la noche”. En este escenario una de las figuras claves es Adolfo Clauss, jefe del servicio de inteligencia alemana en Huelva, un agente que tenía buena relación autoridades locales y que reveló a su hijo cómo se sustrajo el cuerpo, testimonio “detonante” de este maravilloso trabajo histórico.

Afirmó que “la identidad de William Martin es un misterio cuyo secreto se llevaron a la tumba sus protagonistas” y que aunque décadas después de 1943 se desclasificó el archivo con la información referente a la operación, pudo comprobar de primera mano en Londres que en sus documentos sigue sin desvelarse quién fue Martin. 

El coautor de en ‘El Misterio de William Martín. Desentrañando la trama’, recordó que entre las teorías más extendidas se encuentran que el cadáver usado en la operación correspondía a un vagabundo que murió de una pulmonía y también mencionó otra que habla de un vagabundo galés que en enero del 43 se suicidó con un matarratas. Lo evidente y cierto es que la operación fue realizada meticulosamente y se cuidaron muchos detalles, como cartas, fotografías, e incluso entradas para el teatro en Londres. “Era peligroso que un mendigo pasara de la noche a la mañana a oficial”, indicó Copeiro, que aclaró que nada tenía que ver el cuerpo desnutrido de un mendigo con el de un fuerte militar, por lo que concluyó la dificultad de que uno pasara por el otro. Además resaltó que “los rastros de raticida aparecerían en una autopsia” y que por coherencia con la operación sus organizadores “necesitaban un auténtico ahogado en el mar”.

“Durante muchos años pensé que el comandante Ewen Montagu había ‘fabricado’ el cadáver. En Escocia había prisioneros procedentes de mercantes alemanes y llegué a pensar que ahogaron uno de verdad”, expuso Copeiro, que en lugar de eso puso su atención en la relación que podría guardar con el hundimiento accidental durante la guerra del portaaviones británico HMS Dasher en Escocia. Según señalan los escritores John y Noreen Steele uno de los 400 marineros ahogados podría haber sido William Martin. De hecho Copeiro visitó al propio John Steele para conocer más detalles.

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En su investigación también descubrió buscando en Londres toda la información posible relacionada con la Operación Mincemeat que había un archivo denominado CAB 93/7 que había sido desclasificado pero que se encontraba “retenido en préstamo permanente”, curiosamente en el número 10 de Downing Street, lugar de residencia del primer ministro británico. “Se lo van pasando unos a otros y nunca puede consultarse”, lamentó Copeiro, que no pudo llevar a buen puerto su solicitud por esta sutil argucia. El año pasado Enrique Nielsen volvió a intentarlo vía internet. Realizó una solicitud a National Archive tras comprobar en el catálogo que tenía un índice. “Lo pedí y me dijeron que era un error que estuviera en el catálogo y lo quitaron porque decían que no tenía índice y me invitaban a consultar el 93/6, que nada tenía que ver”, recordó.

Copeiro aseguró que la versión oficial de la operación ‘Carne picada’ está repleta de incoherencias y “pistas falsas” que tenían como fin “proteger” a sus organizadores, fundamentalmente al condecorado comandante Ewen Montagu, que además en 1953 escribió ‘The man who never was’, un best seller donde supuestamente se sincera. Afirmó que “el misterio consiste en proteger su honorabilidad, pues se apropió de un cadáver sin permiso de sus familiares, que es su pecado. El marino tenía familia y se apropió del cadáver sin su permiso y por eso se usó la versión del mendigo muerto por pulmonía, que creímos durante muchos años, pero que es imposible que sea creíble”. Además recordó que Montagu tras la guerra volvió a su profesión, que es la de juez, por lo que su expediente no podía verse manchado.  

El historiador resaltó la importancia de que el propio Adolf Hitler considerara como auténticos los documentos que informaban que las tropas aliadas atacarían Grecia y el origen portador. “Es muy posible que los alemanes se llevaran el cadáver para realizarle una segunda autopsia”, expuso Copeiro, que recordó que a Martin  se le colocó una pulsera con las iniciales de la Royal Marine para completar su perfil militar y otra que indicaba que era cristiano católico. Según él este último aspecto no era baladí sino que “la idea es que fuera enterrado en el cementerio de la Soledad, que es municipal y público, para que pudieran tener un más fácil acceso los alemanes. Si lo hubieran querido proteger lo hubieran enterrado en el cementerio protestante, que era privado y estaba bien custodiado por altos muros y una cancela”. Es por ello que tiene claro que todo iba dirigido a que “se lo llevaran”.

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Otra clave fundamental que compartió el coautor de esta obra es que a día de hoy no se sabe si la tumba que se encuentra en Huelva de William Martin “está vacía o no”, ya que es propiedad del Gobierno Británico, que la compró, y la War Graves Commission Commonwealth no autoriza su reapertura para frenar las especulaciones. Copeiro relató que el cuerpo fue sometido a una autopsia el 1 de mayo de 1943 y que hasta el día 2 no fue enterrado, tiempo en el que estuvo en una caja negra sin custodia alguna en la casilla de las autopsias, que sigue existiendo hoy día, aunque para otros fines. El entierro fue una farsa posiblemente y el ataúd pudo contener piedras o algún otro objeto de peso mientras que el cuerpo podría haber sido sustraído por los alemanes para que fuera sometido a una segunda autopsia con médicos propios.

La plausible teoría tiene como primer punto de apoyo el testimonio de Federico Clauss, hijo de Adolfo Clauss, jefe del servicio de inteligencia alemana en Huelva, que asegura que su padre le contó que los alemanes realizaron esta operación. A raíz de eso los autores del libro han podido comprobar que mientras el cuerpo de William Martin yacía en el cementerio de Huelva a la espera de que se le diera sepultura, un submarino alemán se encontraba frente a la costa onubense y que en la madrugada del día 3 se hallaba a 32 millas de Ayamonte y se encontró con un pesquero. Su misión era  llevar el cadáver del supuesto marino británico a la base de La Spezia para ese segundo examen postmortem.

Ese submarino fue el U-616, a cuyo diario de guerra y movimientos tuvo acceso a través de una gran base de datos Enrique Nielsen, que con esta investigación histórica ha satisfecho un deseo personal. Su padre, de origen alemán, era intérprete de los submarinos alemanes que atracaban en el Puerto de Huelva y fue él quien “me ha empujando a recorrer el camino del pasado”, reconoció.

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Tras dos años de trabajo repasando los cientos de documentos generados por cerca de mil submarinos, Nielsen descubrió que el U-616 tenía órdenes de dirigirse al estrecho de Gibraltar y unirse a las fuerzas del Mediterráneo, pero el  1 de mayo de 1943 a las 16:52 horas recibió un mensaje cifrado en el que se le ordenaba dar media vuelta, comunicación que tenía como justificación muy probable la de cargar el cuerpo de William Martin. Navegó hasta Almería, donde se encontró con el U-565, que finalmente llevó el cuerpo a la base alemana de La Spezia el 12 de mayo sobre las 4:00 de la madrugada. 

Nielsen destacó que “es curioso” que días antes de la llegada de este submarino a su base Hitler en una conferencia de guerra, comentó a uno de su generales “Christian, ¿no puede este cadáver ser algo que han puesto en nuestras manos de forma deliberada?”. Para entonces ya tenía los documentos que acompañaban a Martin cuando llegó a Huelva, sin embargo,  fue ese 12 de mayo cuando “las dudas se disiparon y los alemanes comienzan a dar órdenes en el sentido que desean los aliados”. Así, Hitler dictamina dar preferencia a la defensa de Grecia y Cerdeña, y minimizando la de Sicilia, donde realmente atacaron los aliados. 

Otro punto de la versión oficial que han desmontado los autores de ‘El misterio de William Martin’ es que Clauss no tuvo en ningún momento acceso a los documentos que el cadáver que llegó a Huelva poseía, cuando fue alguien clave para que la información llegara a Berlín. Han podido comprobar por el testimonio de familiares de terceros de origen británico, que sí tuvo acceso a los documentos. Nielsen y Copeiro han hablado con  Carlos Formby (hijo del que fuera vicecónsul británico en Sevilla), Desmond Bristow (miembro de los servicios secretos británicos del MI6) o Elizabeth Haselden (hija del vicecónsul británico en Huelva). Esta última  relató que al finalizar la IIGM, el consulado alemán en Huelva fue tomado por funcionarios del gobierno británico, acudiendo el propio Haselden. Allí encontró “fotografías de los mercantes británicos tomadas desde la finca de La Rábida, de los artefactos explosivos utilizados en el sabotaje a los barcos, y fotografías de los documentos de William Martin que Clauss había realizado”.

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También comprobaron que Eduardo Fernández del Torno, que tenía 62 años en el momento de practicar la autopsia, y llevaba 19 años en la misma zona costera además de con 32 años de ejercicio profesional como patólogo, no era para nada un inexperto y que estableció correctamente la causa de la muerte, al contrario de lo difundido por los británicos.

Com conclusión Jesús Copeiro indicó que “hay que poner en cuarentena los archivos británicos”, ya que “muchos fueron faslificados sobre la marcha en la época” y no dudó en afirmar que el primer libro sobre William Martin es deliberadamente “falso” a causa del “hermetismo total” que se quería generar en torno a la operación. Ante esto aseguró que su ruta fue apoyarse de inicio en testimonios orales de la época transmitidos a sus hijos, como es el caso de Federico Clauss, que le puso en la pista de otros sucesos que pudo comprobar, como la muerte de un alemán que quiso atentar con explosivos contra un barco de los que navegaba en el Guadiana y que accidentalmente vio activada su carga y murió en el acto, cuando en el informe decía que sufrió “una angina de pecho por orden de la superioridad”, es decir que la causa de la muerte fue dictada.

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