tribuna
Merecido homenaje a Camilo en la Peña Flamenca
Mi visita a la Peña Flamenca de Huelva fue una excepción, se lo debía a mi hermana María Victoria (dicen que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer, sin duda alguna) y también a mi cuñado Camilo, galardonado en la gala flamenca de la Peña de Huelva el pasado viernes día primero de los corrientes con el nombramiento de presidente de honor por su larga y recta trayectoria en las distintas épocas que fue elegido.
Mi visita a la Peña Flamenca de Huelva fue una excepción, se lo debía a mi hermana María Victoria (dicen que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer, sin duda alguna) y también a mi cuñado Camilo, galardonado en la gala flamenca de la Peña de Huelva el pasado viernes día primero de los corrientes con el nombramiento de presidente de honor por su larga y recta trayectoria en las distintas épocas que fue elegido.
En los prolegómenos, el personal estaba impaciente entre saludos y parabienes al homenajeado, autoridades y amigos; el entremés en el mostrador fue muy reconfortante, aunque el segundo aviso para comenzar nos dispuso a sentarnos cada oveja con su pareja. Los cabales asistentes presentían una larga noche flamenca.
Abre el acto Eduardo Hernández Garrocho, presidente de la entidad, con palabras de elogio y muy sinceras dirigidas a Camilo Gómez Cruz, y estuvo genial en su locución como maestro en plaza veterana, parándose y llevando la faena entre algodones y mucha emotividad en aquellos momentos que parecía solicitar para el homeajado la salida a hombros.
Después Camilo tomó la palabra, y no se quedó atras en elogios a Eduardo y a su peña flamenca del alma. Siempre con el corazón por delante, y con suma elegancia, plasmó una bella estampa de su sentir onubensista, peñero y cofrade hacia esta tierra nuestra. Ya lo dijo un ilustre poeta: Huelva toda es un capricho de la naturaleza.
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En flamenco ya, Martín se abre por cantes hondos y durísimos muy apreciados y aplaudidos, enhorabuena; la embajada de Punta Umbría, los Cazorla, ¿Bravo o Romero? y Carmelo a la guitarra, con su variedad de cantes y toques dan pausa y sosiego, muy aceptablemente, a malagueñas y alegrías; también el flamenquísimo, y mejor persona, El Peca, elige y se inclina con mucho compás ante la soberanía de las seguiriyas y tonás, en una copla que me pareció entender que fue muy famosa del legendario cantaor Pepe Pinto (no lo aseguro).
Tras un breve descanso para reponer con el apetecible caldo las alforjas ya semi vacías, entra en escena el cuadro artístico de la Peña: Juan Fernando, la señorita Bellido, Angel Romero y Mario Garrido; y para cerrar el acto, posteriomente como solista, la diva del cante flamenco, novel y ya profesional en su incipiente carrera artística. Hablo de la onubense Regina, quien superó con su liturgia flamenca todos los compases y sostenidos flamencos con aplastante éxito. Como la majestuosidad de la guitarra flamenca de Antonio Dobao, cuyos sones, soniquetes y arpegios de su caja aduendada nos regalan un orfeón completísimo de calidades de toques y voces armoniosas entre malagueñas, verdiales, granaínas y apretones en la majestuosa soleá. Después, sin tregua alguna, comienzan a estirarse por fandangos al estilo que tanto gusta en esta tierra, en memoria definitiva al inolvidable cantaor alosnero Paco Toronjo. Había ganas de escuchar, y los apalusos enardecían a los artistas en los sostenidos y remates a capela. ¡Es que ellos y ellas podían con todo!