fotos de lusi de vega en la casa colón

Una guerra interminable

Podremos añadir cualquier topónimo y siempre nos saldrá el mismo drama, el adjunto a una guerra que acompaña a la historia de la Humanidad desde el principio de los tiempos

'Ucrania, la guerra de los civiles', del fotoperiodista onubense Luis de Vega, en la Casa Colón hasta el 30 de abril

Imágenes de la exposición de Luis de Vega B. R.

Bernardo Romero

Huelva

Hasta ahora, hasta la eclosión última de la comunicación, evitábamos la cercanía del horror viviendo ajeno a él, en un mundo hasta hace poco menos abarcable que se extendía mucho más allá del reducido conocimiento del hombre, y en consecuencia más cercano y hasta íntimo, con unos límites reducidos a una jornada de camino, a pie o a lomos de una caballería. Leemos la Odisea, la Iliada o la Eneída para acercarnos a un horror pleno de lirismo; la industria cinematográfica nos desvela la crueldad a todo color o nos entretenemos con un antiguo libro de caballería que pasa de soslayo por batallas en las que el número de muertos es apenas un apunte contable que denota el valor de la victoria; un francés del siglo XV podría tener la guerra de los Cien Años, con los campos calcinados y los pueblos arrasados, a dos jornadas de su casa y de su huerta, y no enterarse de nada en absoluto; un español en los inicios del XIX podría estar tranquilamente preparando los aperos para la siembra del cereal y un ejército francés de paso por las cercanías, incluso en retirada, podría en media mañana saquear su casa, violar a mujeres y a niños, pasar la faca por la garganta de todos y prender fuego a los graneros, después de haber robado el grano y llevarse los animales.

La guerra, las guerras que hemos conocido por nuestros abuelos, como estas de ahora que tenemos en riguroso directo en la pantalla del televisor o del ordenador, hasta en el teléfono móvil, como todas las guerras de siempre, son un horror, un terrible y doloroso drama que observamos impasibles mientras desayunamos un café con rebanadas de pan sobre las que en el brillo del aceite recién vertido igual se refleja un tiro en la nuca, una decapitación o una explosión. Hemos fagocitado el horror.

Hay guerras que nos caen más lejos y otras son mucho tan cercanas, que incluso nos tocan. Esta de Ucrania en la que estuvo el fotoperiodista Luis de Vega, nos llegó a sobrecoger cuando leíamos de manos de corresponsales como él, las violaciones, las torturas, asesinatos de inocentes o ajusticiamientos sumarios. Ya en el cristal líquido del teléfono móvil estamos acostumbrados a ver la repetida imagen del edificio derruido, el coche agujereado por las balas, el cadáver tapado por una manta que el viento, ajeno al drama como nosotros mismos, se ha entretenido descubriendo un brazo o una pierna.

Imagen principal - Una guerra interminable
Imagen secundaria 1 - Una guerra interminable

El periodista Luis de Vega (Huelva, 1971) fue enviado por su periódico a cubrir un conflicto que se veía venir. Y estuvo allí, escribiendo para El País los primeros días de la invasión rusa, unos días en los que la facción aliada del régimen de Putin pedía insistentemente que no se dieran armas a los ucranianos para defenderse porque ellos, cómplices miserables, deseaban la paz. La paz de los cementerios que ha sabido retratar Luis de Vega en ciudades asoladas por el horror de un ejército al que le dieron carta blanca para violar, torturar y robar. Recorrer la sala de exposiciones donde el periodista y notable fotógrafo deja constancia de su experiencia entre los civiles, las víctimas de siempre, es recordar los primeros días de la que apenas fue sorprendente invasión.

El silencio y el terror postrero a un bombardeo, coches volcados y calcinados, cadáveres y el llanto en los cementerios improvisados para albergar a tanto muerto. Ese es el recorrido que propone Luis de Vega, para plantarnos ante una realidad que en gran formato o en pequeño formato, lejos de las pantallas que todo lo normalizan, mueven a la reflexión del espectador. Una guerra, como todas las guerras, trivializada por la cotidianeidad de unas imágenes que hemos asimilado sin tener en cuenta que de un conflicto armado como noticia, como denuncia, hemos pasado a la insensibilidad del dolor como espectáculo. Otro horror.

Ucrania, la guerra de los civiles. Sala de exposiciones de la Casa grande de la Casa Colón hasta el 30 de abril. Fotos de Luis de Vega.

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