'la mujer sin nombre'

Macbeth a cuatro manos

El Gran Teatro de la capital acogió el estreno de esta magnífica adaptación de José Carlos Plaza, uno de los grandes de la escena española

Bernardo Romero

Ocurre aquí y en las chimbambas que el famoseo llena teatros o lo que haga falta. Te traes a cuatro jovencitos monos que hayan protagonizado una serie tonta de televisión y tienes que traer a los antidisturbios a la cola del Gran Teatro. Ayer no hizo falta ni que asomara Manolo el guardia por la callejilla del Duende para que el respetable accediera al foyer del teatro en perfecto orden, y eso sí, con cuentagotas. Ya sentado cada cual en su sitio, la sola presencia de una escenografía mínima y deslumbrante hacía presagiar una buena velada teatral, y así fue. Magnífico Plaza, como no podía ser de otra manera siendo como es uno de los grandes de la escena española.

La sola presencia de una escenografía mínima y deslumbrante hacía presagiar una buena velada teatral, y así fue

Escenografía y vestuario son obra del propio director. Se nota. Pocas veces se consigue que todo circule con un tan acompasado ritmo cromático, con una armónica belleza visual. Una enorme plancha cuadrada de metal claveteado y dos cubos. Solo eso para definir todas las situaciones y los espacios más adecuados, los necesarios para un Shakespeare de lo más tremendo, aunque de Macbeth, de su señora y de otros monarcas, hablaremos más adelante. Acabemos primero con la geometría, con el sólido platónico, el cubo o paralelepípedo recto y cuadrangular que era el único utillaje de escena, aparte de un espejo que deslumbró, como todo en la obra, de forma espléndida en una de las escenas finales, para que se reflejara Macbeth y para que de paso nos reflejáramos todos. Y detrás, perenne, enorme e imponente, la plancha resplandeciente de metal, pantalla contra la que se lanza al espectador para sobrecogerle con el relincho de los caballos durante la batalla o con el bosque de Birnam avanzando irremediablemente sobre Dusinane, o el espectro de Banquo sobre la conciencia del asesino de su señor y la sangre, la sangre en las manos de lady Macbeth. Una plancha de metal sobre la que se consiguen unas composiciones verdaderamente insuperables, porque si los dos cubos nos remitían al principal de los sólidos platónicos, la plancha, al abrirse una portezuela, un resquicio vertical, dejaba a la izquierda del espectador la serie de Fibonacci, la medida áurea que pretendidamente o no da a la escena una sensación de equilibrio sobre una obra tan bien montada y, otro acierto del director, tan bien interpretada.

Macbeth a cuatro manos. Dos actores para lo esencial del dramatis personae de la obra, dos actores que fueron un no parar de recorrer la escena, de cambiar de papel, a veces con el tópico, qué le vamos a hacer, del andaluz como pobre imbécil. Es uno de los momentos más eludibles y pretendidamente bufo de la obra que no hace ni puñetera gracia, pero es lo que nos ha tocado. Si hay un personaje medio idiota, un sirviente o un vago, ese es andaluz en el ideario popular. Imaginen por un momento que el idiota de la comedia apareix parlant en català i diu aquí estic perquè he vingut a fer el ximple. La que se lía es poca. José Carlos Plaza tendría que ajuntarse con el Boadella y empadronarse en Tabarnia, para representar al menos en los teatros del Canal.

Deixem els accents de costat i tornem a allò important, lèxcel-lent peça teatral que Plaça ha portat a Huelva per a la seva estrena, La dona sense nom. Excelente la obra de principio a fin. Muy acertado espacio sonoro y solo un detalle, además de los micrófonos de escena, a Mona Martínez, excelente en toda su actuación, sobresaliente a veces, habría que ponerle uno de esos micrófonos inalámbricos de diadema, de corona ensangrentada en este caso, porque la verdad es que los mayores tenemos a veces algún pequeño problema de audición. En todo caso quién de los presentes en la sala no se sabía el texto de Macbeth de memoria. Israel Frías está igualmente sembrado en su papel, o en sus papeles. A él le tocó hacer el andaluz en esa escena prescindible de la que les hablaba, y a pesar de ser gaditano, no le salió mal el pretendido acento andaluz con el que nos remean, o remedan, por ahí por las tierras, bárbaras como fueron siempre, del norte. Perdónenme la digresión, que sigo. Israel Frías está sembrado y dice el texto con absoluta corrección académica. Alguna vez hemos visto obras clásicas, de Shakespeare o de nuestro Siglo de Oro, que es lo que más se lleva, declamadas con la naturalidad impuesta por el realismo desde que Chéjov fuera certificado por Stanislavski en Las Gaviotas. Otras veces no tanto.

Buen trabajo el de Mona Martínez e Israel Frías en esta mujer sin nombre que se llamaba Gruoch, era nieta del mismísimo rey de Escocia y embaucó a su primo Macbeth o Mac Bethad mac Findelaich, que esa era su gracia completa, para que se hiciera con un trono que según ella les pertenecía. Inspirado en esta lejana historia Shakespeare escribió el texto para su patrono, Jacobo I, que tomaría buena nota de lo que es el poder –igual sería una buena idea escribirle algo a Sánchez, pero se imaginan a un subvencionado de hoy escribiendo al señor presidente sobre la ambición de alcanzar el poder, servidor se mea–.

Por ir acabando, querríamos recordar que el Macbeth de Shakespeare ha tenido algunos remiendos y alteraciones a lo largo de los últimos siglos, lo cual no impide que siga siendo un texto fundamental sobre el mal y sobre lo canallas que podemos llegar a ser por alcanzar el poder. A los hechos actuales me remito. Con un reyezuelo que se niega a abandonar el poder engañándose a sí mismo y a sus propios acólitos. Cada vez a menos acólitos, pero resiste el tío sin darse cuenta de que el bosque de Birnam, irremediablemente, siempre acaba por avanzar sobre nosotros. Esto contaba Shakespeare y esto nos ha narrado, de forma exquisita y notabilísima José Carlos Plaza. Israel Frías y Mona Martínez, por supuesto que también. Excelentes todos. Suerte, los teatros de España y los buenos aficionados os esperan.

'LA MUJER SIN NOMBRE: LA SEÑORA DE MACBETH', versión libre y dirección de José Carlos Plaza. Diseño de sonido: Víctor Elías. Vestuario y escenografía: José Carlos Plaza. Elenco: Mona Martínez e Israel Frías.

Gran Teatro. Aforo: 660 localidades (floja entrada); 4 de noviembre, 2023. Tarde fría y lluviosa que al parecer dejó al público más teatrero de la ciudad en casa. Lástima, porque es de lo mejor que ha pasado este año por el coliseo de la calle Vázquez López.

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