in memoriam
A mi amigo Andrés Gómez
Nos conocíamos de vista porque una hija suya y mi hija estuvieron juntas desde párvulos, pasando por el colegio José Oliva y el Instituto Pablo Neruda, hasta que en 1999 cada una tiró para estudiar diferentes carreras. Empezamos a tratarnos en la Peña Flamenca el Higueral, donde echamos muy buenos ratos durante una docena de años y he de agradecerle muchas cosas que aprendí del Flamenco y de los flamencos.
Después coincidíamos casi todos los días en 'La Chayca' durante cuatro años. Allí surgía el Flamenco a cada momento. Aparecían los músicos del Conservatorio (justamente enfrente). Damián le pegaba al saxo, El Puchero a la trompeta y Andrés a la guitarra, que aprendió de oídas. Pero conocía mis cantes como nadie.
Acostumbraba a decirle que para mí era mejor que Paco de Lucía. Claro, él no se lo creía ni por asomo, pero la aclaración es que sabía perfectamente por dónde entraba y salía en los palos flamencos. Era conocedor de los estilos y me llevaba como el viento mueve una pluma. Se ha ido para no volver, un amigo de verdad: Andrés Gómez García.
Andrés era una persona que nunca se quejaba y que siempre estaba ahí donde se le necesitaba. Nuestro carácter era diferente el uno del otro, pero sabíamos cómo éramos cada uno y quizás por eso nos teníamos un gran respeto. Podría contar muchísimas anécdotas, pero no viene al caso.
“Se fue un amigo el Lunes / lo incineraron el Martes / Se fue un amigo el Lunes / En el puerto te embarcaste / Y en el barco navegando / dijiste me voy, sin importarte”.
Paco López Cruz.