Huelva encarna por miles el espíritu de la igualdad

No hay interés más noble que el bien común. Con él se carga de sentido y significado el gritar “somos iguales y debemos serlo”, porque lo que quiero para mí también lo quiero para el resto, tenga nombre de hombre o de mujer. El 8M es el día de la Mujer pero no es un día sólo de mujeres, sino en el que ellas deben ser protagonistas gracias a mujeres y hombres que quieren y luchan por una igualdad real entre ambos sexos en la sociedad.

En los tiempos modernos en los que casi todo se fabrica en el entorno digital miles de onubenses encarnaron el espíritu de la igualdad y salieron a la calle para quienes no les siguen se pongan unas gafas de realidad y contemplen que la vida actual está lejos de ser justa para muchísimas mujeres simplemente por el hecho de serlo. Sus discriminaciones en distintos ámbitos y condiciones exigen leyes pero también la conciencia colectiva de lo que es justo, una sana intolerancia ante lo que nos mata y nos hace prisioneros, desde las formas más obscenas, crudas y violentas a las más sibilinas. Basta ver lo que se sufre en carne propia o mirar en detalle la vida de una madre, esposa, hermana, amiga, vecina... y los obstáculos que encuentran.

“La igualdad es el alma de la libertad”, rezaba la pancarta de una joven que caminaba dentro de la marea que partió a las siete de la tarde de la plaza del antiguo estadio Colombino hacia el centro de la capital. Como eslabones de una cadena todos enlazaban sus pasos y conceptos que mejor que sean manoseados a caídos hechos añicos en el olvido. Todos se iban retroalimentando. Si la igualdad, ese derecho por conquistar efectivamente, es el alma de la libertad, la libertad es la esencia de una sociedad, una sociedad debe tener como emblema la justicia y la justicia se expresa con la igualdad.

Un concepto lleva a otro y con el rastro del camino culminado y logrado hasta cada uno dibuja un círculo donde fuera sólo está lo que nos divide y dentro lo que nos une. No hay dobles sentidos: una sociedad más igualitaria es beneficiosa para todos.

Las imágenes de multitud se sucedieron, un rostro tras otro, distintos pero de ideas comunes, con un punto de encuentro lo suficientemente grueso para expresar una misma voz que aúlla por la herida de una maldita brecha que fue un abismo y no terminará de suturarse hasta que sea menos que una línea de sombra a pleno sol de mediodía, el cenit que aún hay que conquistar.