'Mapas de música' en Colombinas
Drexler, crisol de ritmos y poesía melodiosa
El cantautor uruguayo Jorge Drexler desentrañó un mapa mundi musical con un concierto que fue una muestra de las muchas influencias y ritmos que ha ido incorporando a lo largo de su carrera. Derrochando poesía, alegría y buen rollo, dominando la escena, hizo sobre todo cantar y también silbar y bailar a los onubenses, con los que se reencontró varios años después y que en buen número disfrutaron con un artista de talla internacional y largo recorrido. “Huelva es un lugar que ha servido de puente de tantas cosas buenas y también malas”, señaló durante el show, tras el que recorrió las calles del recinto ferial.


La poesía cabalga sobre la melodía impulsada por el ritmo en cada canción de Jorge Drexler, cuya voz almibarada y personalidad que cala fluye entre los acordes y arpegios vivos e inquietos de su guitarra, una rica percusión, trompeta, bajo y otras herramientas que conformaron un gran sonido, que sabe conquistar, repleto de sabores y matices de muchos lugares en el espacio ‘Mapas de Música’ de las Fiestas Colombinas. Su esencia multicultural la encarnó a la perfección alguien que en lo musical y personal es carne, hueso y sangre de distintos rincones mundo.
El cantautor uruguayo es un viajero con una esponja en el corazón y el oído en un deambular artístico con un espectro muy amplio, representante de un mestizaje sin fronteras, y que en lo personal también transporta como herencia. Este médico que no viste bata blanca pero que cura con sus canciones es nieto de alemanes que huyeron de la Alemania nazi a Bolivia. Él nació en Uruguay, llegó a Madrid y ya vive en el mundo. Embajador como pocos de varios géneros latinoamericanos llevados al pop, milongas, zambras, algo de cumbia, canción brasileira... pasados por el matiz de su manera única de componer y surtir de alma vestida de alegría y belleza sus brillantes letras, siempre certeras y que invitan a cabilar.

Con energía y una amplia sonrisa a cada momento, Drexler buscó la complicidad del público onubense, con el que se reencontró después de varios años y al que hizo cantar en numerosas ocasiones y también bailar en el día grande de Huelva, el 3 de agosto, fecha en la que en 1492 se emprendió el viaje descubridor de América. “Huelva es un lugar que ha servido de puente de tantas cosas buenas y también malas”, reflexionó quien afirma que la historia es de ida y vuelta.
Dominó la escena y dejó interpretaciones únicas de sus canciones con sus clásicas variaciones, apresurando y ralentizando el compás, alargando sílabas con su especial voz, con la que jugó pasando también raudo por otras sin perder el control. Abrió y cerró el recital con ‘Transporte’ y ‘Todo se transforma’, dos temas de su exitoso disco Eco, del que también interpretó ‘Polvo de estrellas’, ‘Deseo’ y ‘Mi guitarra y vos’, ésta última una de las favoritas del público, que fue instado a silbar.
Derrochó sensibilidad y cantó en medio del concierto, a capella y con la participación de sus seguidores, la oscarizada ‘Al otro lado del río'. Realizó también con sus músicos una coreografía como broche a su ejercicio de dinamismo y buen rollo y arrastró a la danza a todos con ‘Bailar en la cueva’, canción que también da nombre a su trabajo más reciente, del que también expuso ‘Universos paralelos’, ‘La Luna de Rasquí’ y ‘Bolivia’.
Encandiló con ‘Las transeúntes’, del álbum, Amar la Trama, que alargó bastante. Lógicamente se dejó muchas canciones maravillosas de su más de docena de trabajos, pero rescató una de las relativamente más antiguas ‘Sea’. Recuperó también por la proximidad con Huelva el tema ‘Cái creo que caí’, compuesto especialmente hace tres años para su pregón del Carnaval de Cádiz.

En el concierto desentrañó una parte del mapa mundi que es su música y tras una calurosa despedida se le pudo ver recorriendo el recinto ferial y hacerse fotos con sus fans. No en vano prometió que iba a disfrutar de las Colombinas y avisó de que se quedaría una semana de vacaciones entre nosotros.
Sorprendentes Jenny and The MexicatsDrexler también profetizó que el gentío que había logrado reunir se divertiría con el siguiente concierto y Jenny and The Mexicats lo lograron. La gente se entregó al baile con la música de un grupo también con la multiculturalidad como rasgo caracterizante y nada convencional. Con canciones que por momentos parecían bandas sonoras de telenovelas sudamericanas y clásicos de los 50, sus musicls iban oscilando de un registro a otro, y alguno más, apenas unos segundos después. Ritmo en la trompeta y en la voz de su vocalista, una guitarra a toda máquina, un contrabajo, un cajón flamenco y la batería ejercieron de piezas de una batidora que regaló unos buenos cócteles.