Dignificarse y dignificar
Soledad, aislamiento e incapacidad de amar. Miedo al dolor, al rechazo, al desengaño, al no sabernos indispensables, a ser prescindibles. La autosuficiencia provocada por el aislamiento no es la sana independencia. El ser verdaderamente independiente, ama sin miedos, porque sabe que puede vivir sólo, no necesita al otro, simplemente, quiere al otro, lo ama.
Pero amar no debe significar sufrir. El amor no debe ser autolesivo, porque caeríamos entonces, de nuevo, en lo insano. El amor debe mantener la propia integridad, no debe transgredir los propios principios, pero debe también asegurar la propia preservación. No amar hasta morir, ni morir de amor.
Debe saberse reconocer el límite que el amor no debe transgredir, dónde los intereses de la otra persona y los tuyos propios entran en conflicto, dónde empieza a aparecer la violencia y porqué la justificamos, porque la velamos. Violentar puede ser muy sutil, no tiene porque ser físico, se reconoce por el daño, la huella, la marca, la herida, el dolor, la amargura (el que violenta suele tener también estos síntomas).
Debe todo el mundo saber qué quiere en su vida, con quién quiere estar, hasta donde está dispuesto a aguantar, como le gusta que le traten, y por supuesto, que la persona que está a nuestro lado, no es la única del mundo y que para estar con alguien que te haga infeliz….mejor hacer la travesía del desierto en solitario, pero sin una mochila llena de piedras a cuestas. Soltar lastre.
El quid está en mantener la propia autoestima y no alimentar la baja autoestima de nadie con tu propio sometimiento, ni tratar de someter a nadie. Esto no sólo vale para el amor, sino para todo tipo de relaciones interpersonales.
Nota: Lamentablemente, y mientras la baja autoestima de una parte de la población varonil no mejore, las mujeres estaremos sometidas a tratos vejatorios y coercitivos basados en el único argumento de ser mujer, tanto en el ámbito doméstico como en el laboral.
