Malas lenguas

Dicen las malas lenguas que hace unos meses, el decano del Colegio de Arquitectos de Huelva y arquitecto municipal de Aljaraque durante los últimos veinte años, Gonzalo Prieto, solicitó al Ayuntamiento reengancharse cuando le correspondía una bien trabajada jubilación y el alcalde, en un momento de coherencia política y honestidad en la gestión de lo público que le honran, se lo denegó verbalmente.

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Las muy malas lenguas también cuentan que no tardó mucho en recibir el edil una llamada de la presidenta de la Dipu (a la sazón también cuñada del sujeto), en la que le conminaba a reconsiderarlo.

Malas lenguas también dicen que hace cuatro años, el día después de las elecciones, Prieto sacó del cajón de su mesilla un carné ajado del SOE que tenía caducado desde doce años atrás y se puso un pin con una rosa en la solapa cuando llevaba mucho tiempo dando el visto bueno a los planes urbanísticos que se iban desarrollando en el pueblo todos esos años, con el resultado que todos conocemos y sobre los que escupió desde ese momento cual converso.  Todo ello en un claro acto de cinismo ya que, según las malas lenguas, sus ideas políticas son del mismo color que las arquitectónicas, o sea, como la película: azul oscuro, casi negro.

También dicen las malignas lenguas que en el Colegio se ha instaurado la ley del silencio y el que habla lo paga caro; no obstante los cafés y los ambigús donde coincidan más de dos arquitectos son un hervidero de comentarios sotto voce, a pesar de que se transmite una soviética imagen de balsa de aceite y gran hermandad.  Yo no lo creo, pues sería un atentado a la libertad de expresión y al derecho al ejercicio profesional, y eso no me cabría imaginarlo.  Por ello me atrevo a no callar y otorgar, ante lo que tengo que contemplar. Por tanto no vengo a este independiente foro a hablar del sexo de los ángeles (como hacen otros), sino a expresarme claramente y sin ambages. Al fin y al cabo, si molesto, yo replico, como dijo alguien: “que hablen, aunque sea bien…”.

Ideas, también políticas, tenemos casi todos pero yo las mías las defendería con mi nombre y DNI por detrás no arrogándome la opinión supuestamente unánime de cualquier colectivo al que represente y, tal y como se desarrolla la política en estos contornos, más nos valdría a los arquitectos tener la blanca como única bandera a la que agarrarnos. Y suerte que no creo en lo que las lenguas malvadas dicen, porque si no, pensaría que todo esto tiene algo que ver con el acto de conmemoración del décimo aniversario del Colegio que tuvo lugar en sede de la Autoridad Provincial, cuando los colegiados y colegiadas, vampirizados, pagamos el mantenimiento de dos sedes muy dignas en Huelva capital. A dicho acto, también se dice, quizás también por pérfida lengua, que acudieron unas sesenta personas. Y digo yo: si de esa cifra restamos a políticos, funcionarios, espías de otros partidos, periodistas, y trabajadores varios en desempeño de su labor, ¿cuántos arquitectos/as pudieron contarse?  Cabría entonces preguntarse a quién representa Prieto.

P.D.: Muy bonita la invitación que recibí a pocas horas del evento, con una pertinente foto de Barcelona y todo.

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