Ahora el Tribunal de Cuentas
La corrupción en el régimen es genética. Nació corruptible –dicho ya hasta la saciedad-, y es corrupto. Ahora le toca al Tribunal de Cuentas en el que, según parece, el nepotismo es cosa común y a nadie le había preocupado -no era algo extraño-. Y es natural: en un régimen en el que todo es posible, este enchufismo sangrante es lo que cada uno de los padres de la patria ve en su entorno o practica generalmente, así que, ¿por qué no en el Tribunal de Cuentas también?
No importa que ese organismo sea el que tiene el deber de controlar a los partidos políticos y que en él estén presentes esos partidos y los sindicatos -las patas del régimen de Franco reformado en el 78-, sino que podamos aceptar que precisamente por ello el enchufismo de familiares es lo sensato, lo natural, lo normal. Sean bienvenidas tantas reformas como quieran aplicar al régimen agonizante para que siga vivo y beneficiando a la oligarquía partidaria, pero entonces todo seguirá igual aunque cambien laas formas.
Es verdad -no lo negaré-, que el nepotismo y la corrupción no se dan únicamente en el Estado español y que es también moneda de uso en otros estados. La UE es un ejemplo de esos sistemas, pero en menor medida. Lo que viene sucediendo entre nosotros clama al cielo y debe mover la conciencia de los ciudadanos para que colectivamente dé un golpe sobre la mesa y proclame un claro “hasta aquí hemos llegado”. La exigencia debe convertirse en clamor popular desde las calles. El problema está en que quienes se están comprometiendo con esa causa pueden ser a la larga un problema mayor, ya que su radicalismo es imponente y podrían estar al servicio de principios nada edificantes. No comprendo por qué desde el centro político y de la derecha moderada no aparecen voces rupturistas con este régimen de pudrimiento y vilipendio.
UPyD y ahora Ciudadanos han perdido la oportunidad de convertirse en fuerzas seriamente regeneracionistas en cuanto se inscriben dentro del sistema al que solo aspiran a reformar. Eso ya lo intenta el PSOE para mantener a su partido dentro de márgenes admisibles en el sistema y continuar medrando en las aguas oscuras de un régimen ad hoc para tres fuerzas, ellos mismos, el PP y en cierto grado, IU, dispuesto na completar el bipartidismo véase la inoperancia del ejecutivo andaluz-.
A mi alrededor escucho el temor al rupturismo pero si no pasamos por ahí, nuestro hijos y nietos no conocerán nada mejor que esta moho de lodazal. La escenificación de la sucesión dinástica en la persona de Felipe VI que nos deja con cuatro reyes –entre sainete y vodevil la cosa- , no pueda ser asimilada por la sociedad. Anque las encuestas den una cierta popularidad al nuevo rey, hay un desapego evidente que puede ir a más. Y para que no nos falte de nada, el Tribunal de Cuentas y los parlamentarios europeos tocado por el descrédito también.