75 años de condena

Nacido entre los surcos de rostros y manos marcados por las condiciones de una vida en la que solo pidieron pan; se atrevió a levantar su voz, valiente y culta, para ampliar las demandas de aquéllos que a su alrededor solo conocieron miseria y tragedia. No nos engañemos, no quiso poder, quiso dar justicia. Por eso su vida se truncó en una cuneta.

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Un 10 de agosto de 1936, atado yamordazado como tantos otros que vendrían después y con poco más de medio siglode vida, Blas Infante fue conducido a aquel paseo nocturno del que nuncavolvería. No hubo sentencia, aunque ninguna debe valer tanto como una solavida, y sin embargo, sus esfuerzos en pro de una sociedad más justa con losdesprotegidos y su arrojo por transmitir la cultura y educación a una sociedadcarente de ella, fueron disipados con un tiro, vil y cruel como las vocesejecutoras.Caer en el error de un Infanteegocéntrico en su nación solo es rozar la piel de su extensa lucha. Acuñó unade las frases más reales, y a la vez tergiversadas que se recuerdan en sumemoria: Mi nacionalismo, antes queAndaluz, es humano”; porque fue sulucha por la defensa de aquéllos que mendigaban y morían en las secanas tierrasandaluzas por un mendrugo de pan el origen y causa de su vida; y de ahí surgióel arraigo, la lucha y los esfuerzos por devolver al pueblo autóctono de lo queconsideró su Matria natural andaluza la cultura y la educación como base parala justicia social y real.Hoy, 75 años después de suasesinato, tales valores siguen naufragando en una sociedad anquilosada encaciques evolucionados, y en un pueblo adormecido y falto de la cultura que susantepasados cultivaron y que llegaron a levantar una de las mayores sociedadesque nuestra península contempló.Mientras tanto, los nuevosjerifaltes, los políticos que una vez vaciaron su contenido para enclaustrarloen la creación de una bandera que solo rememoraba paz, y un himno cuya fuerza demandaba justicia,han tergiversado tanto su esencia que cualquier fuerza –aquéllas contra lasque él mismo disintió– se ha hecho dueña de su mensaje y obra. Lo mismo da elespectro, todas recurren a su nombre mientras todas olvidan que su muerte aún sigue  recorriendo carpetas y mesas enbusca del justo reconocimiento de su asesinato.Su mensaje sigue vivo, en pie. Laeducación como fuente del poder, del saber, de la paz y la justicia social. Laeducación como arma, como esencia. El hoy Padrede la Patria Andaluzarenegaría de tal ostentación cuando su patria sigue arrastrando las cadenas delas que nunca consiguió liberarse.

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