Así no cambiaremos (II)

Las encuestas, cada vez más, van indicando una cierta recuperación del voto popular. En mi opinión, la opción conservadora irá en aumento a medida medida que se aproximen los comicios generales . Será así no tanto por la pretendida recuperación económica como por el hecho del que el voto oculto al PP, ahora en la abstención, se atemorizará ante la posibilidad de que se pueda formar un gobierno contando con Podemos y con las incógnitas que ese partido representa. Que el partido de Rajoy tenga suficiente respaldo como para gobernar, es otra cuestión. Sin mayoría absoluta, el partido de Rajoy tendrá serias dificultades para formar gobierno y no sé si los votos de UPyD, C’s, Coalición Canaria e ignoro si el de los nacionalistas de derechas vascos y catalanes –con grandes entregas de poder–, serían suficiente para formar un ejecutivo con fuerza.

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Sí sería más probable la coalición de las izquierdas contando con Podemos, pero entonces, el cada vez más moderado discurso de los de Iglesias, habría de bajar el listón más y más, dejando los cambios realmente importantes para otro momento. Así pues, mi idea de que no vamos hacia el cambio radical que precisa el sistema y que la refundación del Estado quedará muy lejos, va tomando, a la espera de lo que decidan los electores, mayor carta de naturaleza.

La variación de gobierno en Andalucía sigue en el aire porque, siguiendo con las encuestas, el eterno partido de gobierno en el país, PSOE, sigue encabezando las encuestas a pesar de caer por la aparición del fenómeno Podemos. Pero allí no pasa como en Cataluña –lugar desde el que escribo este artículo-, y el pueblo semisoberano, no parece estar dispuesto a dar el viraje de timón tan necesario hacia posiciones nacionalistas. No ignoro que el nacionalismo tiene mala prensa hoy por causa precisamente de la mala gestión que del mismo se ha hecho aquí, en Cataluña, pero Andalucía necesita reivindicarse y reconocerse como país en todas las facetas: histórica, social, económica, cultural y, desde luego, política. Únicamente desde la política, con una o varias formaciones de carácter nacional, Andalucía dará el salto a su pleno reconocimiento institucional. Pero, abundando en ello, hablo de un nacionalismo desarrollador de las capacidades de Andalucía en todos esos sentidos también y que emprenda un plan de reconstrucción del país desde lo económico, salvando de una vez por todas las obsoletas formas de producción, pasando por la educación y la cultura, enseñando a nuestros hijos en qué ha consistido la historia de Andalucía, no aquellas crónicas generales inculcadas por los diferentes regímenes políticos desde la conquista por parte de los Reyes Católicos.

Si necesario es el cambio en España, más lo es en Andalucía, tierra maltratada por los gobiernos centrales y, desde la obtención del Estatuto, por los gobiernos autonómicos al servicio de su dirección de Madrid. Cada vez más claro: Andalucía será por sí misma o no será nunca. En ese sentido, el cambio ha de venir de la movilización interna y de la fundación de organizaciones nacionales. Pero, ¿están los andaluces dispuestos a realizar ese esfuerzo? Sin él -sin el esfuerzo-, no cambiaremos. Décadas llevamos viéndolo desde los gobiernos socialistas de la Junta.

@olbianis

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