CONFIDENCIAL
El runrún: Un actor de Juego de Tronos, más cerca
La saga ya terminó tras levantar durante años tanta pasión como adicción entre sus seguidores. Para quienes aún estén en este círculo, pronto van a tener la oportunidad de estar cerca de un actor de Juego de Tronos.


¿Dónde se han ido sus vecinos? A la hora de diagnosticar la situación económica de un territorio, uno de los parámetros más interesantes es el demográfico: observar si una ciudad, por ejemplo, es capaz no sólo de conservar su población sino de atraer a la de otras localidades, fundamentalmente, por las oportunidades que ofrece. En este sentido, resulta esclarecedor el reportaje que publica este viernes el periódico El Confidencial, donde por medio de animaciones muestra no solo el caudal de las entradas y salidas de población de las ciudades españolas de más de 10.000 habitantes durante los últimos 30 años, sino el destino de quienes, por una razón u otra abandonaron su lugar de residencia, obviando las migraciones intraprovinciales (por ejemplo, de Lepe, Almonte o Valverde a Huelva o al contrario).

Homenaje al vino en la calle Béjar. Cuando no parece quedar otro remedio que echar mano de la ironía para mostrar una realidad que no nos gusta, redes sociales como Twitter pueden convertirse en una herramienta de denuncia demoledora. El mensaje dejado por @sanjuandepu no por lacónico es menos contundente: cinco palabras para resumir una situación, marcada por la suciedad, la dejadez y la falta de civismo, que parecen endémicas en nuestra capital. En este caso, además, con ese punto surrealista que ha sabido ver este tuitero. Porque, ¿cómo ha llegado a convertirse la entrada de este comercio situado en los bajos de un edificio ruinoso de la calle Béjar en un cementerio de cartones de vino? Sinceramente, casi mejor no saberlo, pero no deja de ser una prueba de cargo para juzgar el estado en el que se encuentra parte del casco histórico de la ciudad. Pero, ¿a quién condenamos?, ¿al Ayuntamiento, que se lava las manos escudándose en que se trata de propiedades privadas que deben ser mantenidas por sus propietarios? Quizá no, pero cualquier onubense con sentido común sabe que si un gobierno municipal se lo propone es capaz de acabar, de un modo u otro, con estampas como la de la imagen, más propia de un país tercermundista que del corazón de una capital española.
