CONFIDENCIAL
El runrún: ¿Ansia o previsión en los chiringuitos?
Sale el sol y, del mismo modo que cuando la pierna salta como un resorte cuando el médico te da con el martillito en el punto clave de la rodilla, con la subida de temperatura es un acto reflejo que busquemos la playa, el mar y la terraza del chiringuito.


Aunque aún queda para vivir la estampa idílica de verano con la que muchos sueñan, hay quien siente que casi ya la palpa en pleno febrero. Ya hemos visto cómo el levantamiento del cierre perimetral de la capital el pasado fin de semana y una meteorología prácticamente estival hicieron que muchas personas poblaran la playa de El Espigón. Es la única a la que se podía ir junto con la playa del parador de Mazagón (Moguer), ya que el resto de municipios costeros tienen cierre perimetral, mínimo hasta este sábado. De este a oeste: Almonte, Palos, Punta Umbría, Cartaya, Lepe, Isla Cristina y Ayamonte. Siguiendo esta línea, no sabemos si con un ansia desmedida, en un ejercicio de previsión muy preventivo o en un alarde de futurología, hay algún chiringuito de Punta Umbría que ya está anunciando que reabre este jueves. “Reapertura el próximo 18 de febrero. ¡Esto se merece un brindis! Tras conocer hoy los datos de bajada de incidencia en el municipio de Punta Umbría anunciamos nuestro ansiado regreso”, decía el Enebral Chiringuito-Mirador en las redes sociales. Está en su derecho de abrir, pero aún no puede recibir clientes de fuera del municipio, lo que motivó su anunciado cierre el 21 de enero. Quizás todavía piensan que se miran las tasas de incidencia los lunes y los jueves y que entran en vigor las reaperturas los miércoles y sábado, respectivamente, y no recuerdan que ya sólo se revisan el jueves y se aplican el sábado. De este modo, no será hasta este jueves cuando se sabrá que se reabre el cierre perimetral de Punta Umbría y otros municipios onubenses que están en el límite de la tasa 500, algo que se haría efectivo en la medianoche del viernes al sábado. Este lunes la tasa de incidencia del Covid-19 en el municipio puntaumbrieño es de 351,7, algo que ha hecho que la emoción de hosteleros y clientes se haya disparado, como se ve en los comentarios de la publicación. Algo entendible. Está en una muy buena línea y se supone que continuará en los próximos días, pero ya sabemos cómo va esto: hasta que no esté por debajo de la tasa en el día de referencia y se haga oficial, no hay que lanzar las campanas al vuelo. Entendemos que ha habido muchos cambios últimamente en criterios y medidas, pero toca cruzar los dedos y esperar y llegado el momento disfrutar de esta libertad sin venirse demasiado arriba y seguir recordando las normas básicas, porque el virus sigue estando suelto. Por tanto, el brindis propuesto llegará. Sea cuando sea, seguro que sabe a gloria.
La ley del Espigón. Conocíamos este domingo las intenciones del equipo de gobierno comandado por Gabriel Cruz de aprobar antes de verano una ordenanza que regule el uso de la playa de la capital, El Espigón. El objetivo principal, sospechamos, será el de fijar una serie de normas relacionadas con dos de las actividades más populares de quienes acuden a este lugar: pescar y llevar de paseo a los perros, por supuesto, la mayoría sin correa. Mucho nos tememos que una simple ordenanza no bastará para poner orden en esta playa a la que, para qué nos vamos a engañar, nunca se le ha prestado la suficiente atención por parte del Ayuntamiento, ni antes ni ahora. Y no nos referimos a que sus usuarios respeten lo que esta regulación especifique, como por ejemplo no llevar a la mascota si vamos a pescar, pues deberán ser áreas perfectamente separadas; sino a cosas bastante más básicas. Sin ir más lejos, usar este paraje natural como un vertedero, algo a lo que estamos tristemente acostumbrados. Porque, ¿somos tan ingenuos como para pensar que quien deja un frigorífico junto a la orilla del mar está preparado socialmente para acatar las normas incluidas en una ordenanza, sea esta o cualquier otra? Sin una vigilancia real y efectiva y sin sanciones para tanto cafre como frecuenta la zona, cualquier normativa municipal será papel mojado y ese paraíso del que tanto presumimos de vez en cuando no dejará de ser lo que siempre ha sido, en mayor o menor medida: una playa sin ley.

