El runrún: La revisión tardía

‘Des-Unidad’ política ante el maltrato. Como todos los años, han sido innumerables los actos convocados con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Una buena señal, qué duda cabe, del nivel de concienciación de las instituciones públicas y privadas en relación a esta terrible lacra que tanto nos está costando erradicar. Entre los mensajes, vuelven a repetirse las llamadas a la unidad. Hoy mismo, el subdelegado del Gobierno en funciones, Manuel Iglesias, pidió “la unidad y la colaboración” de todos los onubenses para luchar contra este fenómeno y ayer mismo, en un acto celebrado en el Ayuntamiento, Consistorio, Diputación, Junta de Andalucía (a través del Instituto Andaluz de la Mujer) y Universidad de Huelva, destacaban la “unidad institucional” en una conmemoración como esta. No es precisamente unidad el concepto que a uno le viene a la cabeza al ver que nuestros políticos ni siquiera son capaces de hacer gala de ella cuando se trata de hacer causa común contra el maltrato. ¿De verdad no ha sido posible un acuerdo para que las administraciones gobernadas por los dos principales partidos se unieran en un gesto común? ¿Con qué autoridad se pide unidad a la sociedad –como se ha hecho hoy– cuando la administración no lo demuestra con algo tan sencillo? Nuestro políticos han perdido, como tantas otras veces, una excelente ocasión de dar ejemplo.

Bocazas tenía que ser. Que los leperos estén orgullos de que el nombre de su pueblo sea conocido en toda España gracias a los chistes que protagonizan sus vecinos es una cosa, y otra muy diferente que esta circunstancia haya quien la aproveche para ofenderles sin gracia y, lo que es más grave, desde el escaño de un parlamento. Eso es justamente lo que ha ocurrido con Francisco José Vargas, diputado del PSOE en la Cámara andaluza que espetó al presidente del PP onubense, Manuel Andrés González, aquello de “lepero tenía que ser” cuando intervenía para quejarse del estado de la sanidad pública en Huelva. No ha tardado el Consistorio de este municipio (unánimemente, PSOE incluido) en pedir al lenguaraz parlamentario que pida perdón por su salida de tono. ¿Que si lo ha hecho? Pues de aquella manera, como se suele decir. No ha sido de momento en el mismo lugar donde demostró su torpeza, desde su escaño, sino por medio de su cuenta de Twitter. Y a juzgar por su mensaje, muchos pensarán que casi era mejor que lo hubiera dejado estar, ya que después de zanjar el asunto con un “nada contra los leperos”, carga contra el exalcalde acusándole a él y a su partido de permitir que el chare de la localidad siga cerrado por no exigir al Gobierno central que construya los accesos. Independientemente de la razón de fondo que pueda tener, es evidente que no tiene nada que ver una cosa con la otra, pero todos sabemos lo que cuesta a nuestros políticos reconocer abiertamente sus errores, sobre todo si es un rival político el que les pone la cara colorada.