ESPACIO VITAL
La telemedicina, ¿un bien necesario?

Hasta hace unos meses, pocos éramos los que habíamos utilizado los servicios de un médico online. La telemedicina era una cosa que generalmente nos era ajena y solo se utilizaba en casos muy puntuales, la mayoría de las veces con fines experimentales y pensando en una proyección futura. Sin embargo, el coronavirus ha supuesto la imposición forzada y repentina de este tipo de medicina no presencial. Las prisas y la falta de medios han provocado la disconformidad de pacientes y profesionales sanitarios con este nuevo sistema de atención médica. ¿Significa esto que la telemedicina no es un sistema válido? Las prisas no son buenas consejerasSiempre que se hacen las cosas deprisa se cometen fallos. Lo cierto es que la crisis sanitaria que aún padecemos ha obligado, de la noche a la mañana, a que los médicos presenciales se reconvirtieran en médicos online. Un problema añadido ha sido la falta de medios materiales: el sistema sanitario no estaba preparado para una actividad basada en las consultas telemáticas, sino al contrario. El resultado ha sido un colapso de las consultas médicas, el hastío de los pacientes y el estrés y la angustia de los sanitarios ante el caos generado, muy especialmente durante los primeros meses de la crisis sanitaria. La parte buena es que, pese a las dificultades, finalmente se ha realizado la transición a la telemedicina de manera bastante satisfactoria y en poco más de 12 meses, algo que habría sido impensable antes de la irrupción del coronavirus. La telemedicina hoyLa realidad es que videoconsultas y teleconsultas han resultado ser una alternativa válida en casos médicos de carácter leve, y muchos hemos interiorizado que no tenemos por qué ir a la consulta si tenemos una pequeña conjuntivitis ni utilizar los servicios de urgencias cuando nuestro hijo tiene un poco de fiebre. Además, actualmente existen otros avances de la telemedicina que ya se venían utilizando antes de la aparición de coronavirus. Como ejemplo, podemos poner los modernos sistemas de diagnóstico por imagen que permiten que un médico, a cientos de kilómetros de distancia y en cuestión de segundos, pueda consultar una ecografía recién realizada a un paciente. Otra realidad es la denominada receta electrónica, que supone un ahorro enorme de tiempo a los médicos y evita decenas de desplazamientos periódicos a los pacientes. Por lo tanto, es evidente que la telemedicina ha venido para quedarse y que, en pocos años, la atención médica presencial se irá reduciendo paulatinamente en favor de la primera. La evolución previsible de la telemedicinaLas previsiones apuntan a que, en tan solo tres o cuatro años, la mitad de los procedimientos médicos se realizarán definitivamente de forma telemática. Los médicos online dispondrán de medios tecnológicos para examinarnos con tanto detalle como si nos encontrásemos en la consulta. Muchas pruebas diagnósticas se realizarán sin necesidad de pisar hospitales o centros médicos. A más largo plazo, muy probablemente se podrán realizar análisis y diagnósticos por imagen en establecimientos dotados del equipamiento necesario, así como en las farmacias tradicionales. Los sistemas de telecomunicación permitirán enviar esas pruebas directamente al médico que nos atiende. Todas estas novedades médicas están a la vuelta de la esquina: igual que ha pasado con las telecomunicaciones y la tecnología, lo que ahora nos parece ficción se convertirá en una realidad palpable.
Sin embargo, el coronavirus ha supuesto la imposición forzada y repentina de este tipo de medicina no presencial. Las prisas y la falta de medios han provocado la disconformidad de pacientes y profesionales sanitarios con este nuevo sistema de atención médica.
¿Significa esto que la telemedicina no es un sistema válido?
Siempre que se hacen las cosas deprisa se cometen fallos. Lo cierto es que la crisis sanitaria que aún padecemos ha obligado, de la noche a la mañana, a que los médicos presenciales se reconvirtieran en médicos online.
Un problema añadido ha sido la falta de medios materiales: el sistema sanitario no estaba preparado para una actividad basada en las consultas telemáticas, sino al contrario.
El resultado ha sido un colapso de las consultas médicas, el hastío de los pacientes y el estrés y la angustia de los sanitarios ante el caos generado, muy especialmente durante los primeros meses de la crisis sanitaria.
La parte buena es que, pese a las dificultades, finalmente se ha realizado la transición a la telemedicina de manera bastante satisfactoria y en poco más de 12 meses, algo que habría sido impensable antes de la irrupción del coronavirus.
La realidad es que videoconsultas y teleconsultas han resultado ser una alternativa válida en casos médicos de carácter leve, y muchos hemos interiorizado que no tenemos por qué ir a la consulta si tenemos una pequeña conjuntivitis ni utilizar los servicios de urgencias cuando nuestro hijo tiene un poco de fiebre.
Además, actualmente existen otros avances de la telemedicina que ya se venían utilizando antes de la aparición de coronavirus. Como ejemplo, podemos poner los modernos sistemas de diagnóstico por imagen que permiten que un médico, a cientos de kilómetros de distancia y en cuestión de segundos, pueda consultar una ecografía recién realizada a un paciente.
Otra realidad es la denominada receta electrónica, que supone un ahorro enorme de tiempo a los médicos y evita decenas de desplazamientos periódicos a los pacientes.
Por lo tanto, es evidente que la telemedicina ha venido para quedarse y que, en pocos años, la atención médica presencial se irá reduciendo paulatinamente en favor de la primera.
Las previsiones apuntan a que, en tan solo tres o cuatro años, la mitad de los procedimientos médicos se realizarán definitivamente de forma telemática.
Los médicos online dispondrán de medios tecnológicos para examinarnos con tanto detalle como si nos encontrásemos en la consulta. Muchas pruebas diagnósticas se realizarán sin necesidad de pisar hospitales o centros médicos.
A más largo plazo, muy probablemente se podrán realizar análisis y diagnósticos por imagen en establecimientos dotados del equipamiento necesario, así como en las farmacias tradicionales. Los sistemas de telecomunicación permitirán enviar esas pruebas directamente al médico que nos atiende.
Todas estas novedades médicas están a la vuelta de la esquina: igual que ha pasado con las telecomunicaciones y la tecnología, lo que ahora nos parece ficción se convertirá en una realidad palpable.