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Fibriomialgia: qué es y cómo se trata
El pasado viernes 16 de septiembre asistí a la charla ‘Fibromialgia: Desmontando mitos’ que tuvo lugar en el salón de plenos del Ayuntamiento de Umbrete (Sevilla). Estuvo a cargo de Esperanza Varas, fisioterapia del centro Fisium (añadir enlace web), también ubicado en Umbrete. Gracias a esta ponencia, pude conocer más aspectos de la enfermedad que hasta ahora ignoraba, y me resultó tan interesante que he querido tratar el tema en este artículo.

La fibromialgia es una enfermedad que implica dolor en los músculos y en los tejidos que conectan los huesos, los ligamentos y los tendones. Afecta principalmente a mujeres, concretamente a entre el 85% y el 95% de las personas que la padecen. En cuanto a la edad de diagnóstico, parece que se da entre los 30 y los 50 años, lo que no quiere decir que no haya personas más jóvenes o mayores que tengan fibromialgia. Es más, en los últimos años también se ha descrito la enfermedad en niños y jóvenes.
Los síntomas más frecuentes en la fibromialgia son:
Se sabe que sobre estos síntomas (presencio o ausencia, mayor o menor intensidad…) influyen aspectos tales como el clima, las fases hormonales, el trabajo físico realizado o la depresión. Pero, como en todo padecimiento, la fibromialgia no es simplemente un conjunto de síntomas y nada más. Esta enfermedad produce en las personas afectadas mucho sufrimiento, trastocándoles su vida diaria, sus relaciones sociales, e incluso haciéndolas sentir muy incomprendidas y aisladas de los demás.
Al tener una causa aún desconocida, en innumerables casos a la fibromialgia se la banaliza, se le resta importancia e, incluso, se la ignora afirmando que ‘es una enfermedad inventada’. Imaginad el enorme malestar emocional que puede suponer semejante acusación a una persona que está sufriendo dolores crónicos y a la que no se le presta atención por creer que no es real lo que le está ocurriendo, o que es una exageración.

Por otro lado, son también importantes las consecuencias socio-económicas, entendidas éstas como el gasto de tiempo, energía y dinero que tienen que llevar a cabo las personas enfermas para ser escuchadas, atendidas, diagnosticadas y tratadas. En numerosas ocasiones, profesionales de la salud restan importancia a los síntomas y no es hasta pasado bastante tiempo, años incluso, que finalmente se las diagnostica y pueden finalmente beneficiarse de un tratamiento adecuado. Antes de lograrlo, han podido visitar centros privados con el gasto económico que ello supone, por no hablar de las pseudoterapias a las que se exponen con la esperanza (y aun así desesperadas) de encontrar una solución a sus problemas.
Una de los problemas principales a la hora de diagnosticar la enfermedad es la ausencia de pruebas objetivas que la identifiquen, es decir, ninguna prueba de imagen o laboratorio que confirme los síntomas que cuentan las personas afectadas. Únicamente se cuenta con la exploración de un especialista, el reumatólogo, pero que igualmente carece de pruebas de imagen.
Asimismo, se desconoce hoy por hoy qué causa la fibromialgia. Parece ser que existen desequilibrios en los neurotransmisores del Sistema Nervioso (SN) y alteraciones en los mecanismos del dolor. El dolor generalizado podría estar producido como consecuencia de una alteración en las vías que modulan el dolor, por lo que habría una percepción anómala de los estímulos sensoriales de forma que se interpretan la presión, el calor, la vibración o cualquier otro estímulo como doloroso.
En la imagen se observa cómo el estímulo (clavo) activa el receptor nervioso, luego el nervio sensitivo hasta la médula espinal hasta que, finalmente, el cerebro interpreta la información como sensación dolorosa. Pues bien, en los pacientes de fibromialgia, el clavo no estaría, pero todo lo demás sí, y de manera continuada.

Y para acabar, me gustaría compartir un poema publicado al comienzo de la tesis doctoral de María del Carmen Carrasco Acosta en el año 2012. Su autora es Esther. Espero que lo disfrutéis, al menos, tanto como yo.
Anoche tuve un sueñoAnoche soñé que volabaQue mis manos y mis pies eran ligeros como la luz del albaEl viento azotaba mi pelo y despejaba mi almaSentía el aroma de las floresLa frescura del aguaMe tumbé bajo el solY no me dolía nada.
Anoche tuve un sueñoAnoche soñé que corría, que bailabaY le gritaba al mundo enteroYa no me duele nada.
Anoche tuve un sueñoSoñé que soñabaPero no dormíaSólo esperabaQue aparecieran en el cieloLas primeras luces del alba.
Esperanza Gómez Harriero
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