Autor del libro 'Calidad y Democracia...'

Juan Mora: 'La creación de una bolsa nacional de escaños haría más justo el sistema electoral'

El profesor de la UHU considera que para que una democracia sea de calidad 'políticamente, primero lo tiene que ser electoralmente', por lo que se debe reformar un sistema electoral que no funciona con la 'calidad mínimamente exigible'. Exige 'reformas sin miedo', una 'nueva Transición', que parte por una propuesta en la que establece que se reserven 50 escaños de los 350 del Congreso para una bolsa nacional en la que se computan a nivel general los votos de los partidos que no alcanzan representación en su circunscripción. Así se rompería una barrera psicológica de quien no vota su primera opción porque no tendrá posibilidades. También propugna un reparto proporcional a la población de los 300 escaños restantes, que no se compute el voto en blanco y listas provinciales desbloqueadas. También reclama una mayor participación activa de los ciudadanos, que no sean 'siervos', que controlen la gestión y sean gestores y que sean capaces de vigilar sus propias libertades y derechos

Juan Mora: 'La creación de una bolsa nacional de escaños haría más justo el sistema electoral'

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'Calidad y Democracia. Del sistema electoral a la rendición de cuentas' es el título de la obra escrita por  Juan Jesús Mora Molina, profesor titular de Filosofía del Derecho y Política de la Universidad de Huelva, que realiza en sus páginas una propuesta de reforma electoral realizada tras un concienzudo trabajo científico. Mora es autor de un amplio elenco de publicaciones en editoriales y revistas de prestigio, nacionales y extranjeras sobre Filosofía del Derecho, Filosofía Política, Sociología del Derecho, Teoría de la Democracia, Derechos Humanos y Análisis Electoral. Además es miembro de varios grupo de investigación de excelencia.

PREGUNTA.- ¿Cuál es el punto de partida o motivación de esta obra?

Juan Mora: 'La creación de una bolsa nacional de escaños haría más justo el sistema electoral'

P.- ¿Se puede decir que la cuestión que principalmente trata de resolver es si tenemos una democracia de calidad?

R.- Yo no empiezo diciendo estamos en una muy mala situación. Eso es muy fácil. Yo no parto de ahí, sino que intento aplicar metodologías de medidas de la calidad a los procedimientos democráticos. Esto no es nuevo. En el mundo anglosajón se viene haciendo desde los años 40. Lo que sí puede resultar novedoso es la evaluación entre las distintas metodologías de los distintos barómetros internacionales que se utilizan, porque nunca se ha hecho en España de una manera tan exhaustiva. Bien es cierto que yo me he ido concentrando exclusivamente en un primer ámbito, que es la puerta de entrada a toda democracia. Para que una democracia sea de calidad políticamente, primero lo tiene que ser electoralmente. Entonces me he planteado como punto inicial asomarme sin ningún tipo de apasionamiento ni partidismo, con la mayor neutralidad a nuestro sistema electoral, por su puesto intentando aportar algo nuevo a la ingente bibliografía que hay al respecto. Esta bibliografía es simplemente crítica y las propuestas que se hacen, como algunos profesores han puesto anteriormente de manifiesto para el Consejo de Estado, son más bien retóricas de cara a la galería o incluso populistas. De hecho muchas reformas de sistemas electorales en Comunidades Autónomas que se están presentando ahora mismo tienen ese tinte. No te explican ni el cómo ni el porqué de tales propuestas, pero utilizando el lenguaje popular ahora mismo eso vende, ya que puede acarrear réditos electorales casi inmediatos.

P.- ¿La calidad democrática es medible?

R.- Existen diversos barómetros internacionales que se utilizan para decidir entre las distintas democracias. Algunos establecen unos ránkings, la democracia más perfecta puede ser una u otra y existe unas tonalidades de grises impresionante. Otros no establecen un ránking, sino que establecen si una democracia tiene más tintes autoritarios o liberales, esto no es una democracia aunque lo aparente y hay otros que son mucho más exigentes, que no son excesivamente cuantitativos y existen unos rasgos cualitativos grandes y huyen de una metodología de percepción. De hecho, cuando se le menciona a alguien cuáles son los errores más graves de su sistema todo depende de cómo esté la agenda de opinión pública. Los medios de comunicación introducen temas y eso siempre se magnifica. Ahora se habla que uno de los grandes problemas es la corrupción y es verdad, pero de un tiempo a esta parte no estamos peor que otros países ni peor que en otras épocas, pero se están magnificando dos casos claros de presunta corrupción, pues lo determinarán los jueces, pero se están magnificando por las personas que están involucrados en ellos, no por el hecho objetivo en sí mismo y estas cosas son también importantes tenerlas en cuenta. Los medios de comunicación pueden fácilmente desequilibrar la balanza de la opinión pública. En esos aspectos todos tenemos cuotas de responsabilidad.

P.- Ha aplicado diversos barómetros internacionales a la democracia española, ¿qué resultados ha obtenido?

R.- La metodología de cada barómetro es distinta y por lo tanto los resultados también son dispares. Los diseñadores no engañan a nadie. Parten de un punto con unas variables y según la preponderancia de una variable u otra se obtienen unos resultados u otros. Por desgracia para nuestro país hay un denominador común, que es que no salimos bien parados. Es una posición que a mí no me satisface y creo que queda claro que hay que reformar el sistema, porque no está funcionando adecuadamente y de acuerdo a unos patrones de calidad mínimamente exigibles. Esto no quiere decir que sea lo más malo del mundo. Para que un sistema perviva tiene que ser sometido a reformas y no hay que tener miedo. La primera reforma que probablemente haya que hacer para que el sistema evolucione sea una reforma constitucional en muchos aspectos, ya que es la norma pilar del sistema. Una democracia puede ser de baja calidad o tendente a tener una buena calidad dependiendo de cómo se han diseñados las normas y de cómo esas normas estén operando.

P.- En el caso de España ¿es más el caso de que hay aspectos que no están contemplados en la Constitución o es que no hay herramientas para ejecutar lo que está contemplado? 

Juan Mora: 'La creación de una bolsa nacional de escaños haría más justo el sistema electoral'

P.- ¿Por dónde irían esas reformas?

R.- Los primero es el sistema electoral, hay que cambiarlo por completo. Se lo explico a los alumnos, tenemos una idea electoral consagra un sistema electoral, pero es que a su vez está dividido en 52 subsistemas. En cada provincia el sistema opera de manera diferente. En unas tenemos sistemas uninominales al estilo inglés, como en Ceuta y Melilla, en otras tenemos sistemas mayoritarios, como por ejemplo en Huelva, donde dos partidos se lo comen todo, bien el PSOE o el PP, dependiendo de la volatilidad de los votos. El sistema está diseñado para que el reparto de escaños sea siempre de 3 y 2 o 4 y 1, que es más raro viendo el archivo histórico. La mayoría de las provincias son como Huelva en este aspecto. Luego tenemos otras provincias, mucho más menores en número donde el efecto del sistema mayoritario se atenúa y es más proporcional. Y luego están las grandes provincias, donde están Valencia, Barcelona, Madrid, etc, donde la proporcionalidad es mucho mayor, porque hay muchos más escaños en juego. Y eso trae serios problemas.

P.- ¿Por qué un escaño en cada sitio tiene un valor diferente?  

R.- En las provincias pequeñas vale muchísimo conseguirlo, porque hay menos personas y cada voto cuesta más. Si se hace un pequeño estudio estadístico en las provincias pequeñas hay una sobrerepresentación y en las más pobladas hay una infrarrepresentación, Yo propongo una modificación de sistema electoral que no consiste en cambiarlo de golpe y porrazo, sino establecer una serie de modificaciones mínimas tanto a la ley electoral como al artículo 68 de la Constitución. Es algo mínimo y después de lo que han hecho para la Ley de Estabilidad Presupuestaria pues se ha visto la pueden cambiar cuando quieran en cualquier momento. Entonces no habría problemas en hacerlo.

P.- ¿Y en qué consistirían esas modificaciones del sistema electoral y la Constitución?

R.- Creo que lo primero contra lo que habría que luchar es contra un elemento psicológico del sistema electoral y es el hecho de que muchos ciudadanos en sus circunscripción no votan a la primera opción que le gustaría votar. Un caso real por ejemplo en el caso de Huelva sería un ciudadano que quiere votar en las Elecciones Generales a Izquierda Unida, UpyD o al Partido Andalucista, simplemente porque es su primera opción, pero piensa que si vota a cualquiera de estos tres partidos su voto no vale para nada, porque realmente los que tienen opciones de representación son el PP o el PSOE y se tiene que decantar por uno de ellos. Esa barrera psicológica hay que romperala, porque está en la mayoría de las circunscripciones, y esto lo que hace es perjudicar a los partidos pequeños. 

P.- ¿Cómo resuelve su propuesta esta cuestión?

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P.- ¿Y qué ocurre con los partidos nacionalistas? 

R.- Estos partidos no entran en la bolsa nacional por una razón lógica y es que no tienen implantación nacional, sino una territorial muy determinada. Por lo tanto optarían a ganar los escaños que pudiera en las circunscripciones en las que se presente. De todos modos no se verían muy afectados por la reducción a 300 escaños al margen de los 50 de la bolsa nacional y de hecho mantendrían prácticamente la misma representación. Esto quiere decir, y ya ha sido estudiado por otros antes, que los partidos nacionalistas tienen una proporcionalidad casi exacta entre número de votos y número de escaño. La desviación es inapreciable. En el caso del CiU, sólo tiene una diferencia entre votos y escaños de 0,4, en el PNV, un 0,1 y de Amaiur del 0,56, porque además de las provincias vascas se presenta en Navarra y por eso sube un poco.

P.- ¿Qué otros aspectos del sistema electoral hay que corregir?

R.- Otro aspecto del sistema es la barrera electoral del 3%, que es el mínimo de votos que se necesita en cada circunscripción para poder acceder a la posibilidad de que puedas obtener representación. Esto tiene sus trampas, sobre todo porque estimo que mucha gente no sabe cómo funciona el mecanismo del voto en blanco todavía. Incide en la barrera, porque un voto en blanco es un voto válido, no es nulo. El voto en blanco sirve para sumarlo a los votos de adjudicación, los votos que se da a cada partido, y ese tres por ciento sirve para decidir qué partidos pasan a la segunda fase del escrutinio, a la asignación de diputados. La cuestión es que una vez que se salva la barrera, los votos en blanco no sirven para nada, con lo cual esto está perjudicando a los partidos pequeños, les está dificultando el acceso a la representación con un voto que no gana nadie, que no quiere ser adjudicado para nadie y que finalmente acaba siendo una adjudicación indirecta. Yo voto en blanco porque no quiero votar a nadie y el mecanismo que se pone en marcha es que perjudico a los pequeños y beneficio a los mayoritarios. 

P.- ¿Y cómo se puede arreglar ese desequilibrio?

R.- Pues en el caso de que se decida de que exista barrera, que sería también cuestionable, que no se compute el voto en blanco. Pero es que además en algunas leyes autonómicas se computan los votos emitidos, es decir, los votos en blanco, los votos de adjudicación y los nulos, con lo cual se está perjudicando aún más a los partidos pequeños. Y esto no propicia una igualdad en la competición y que haya una mayor policromía y que la pluralidad de la sociedad se vea representada también en el ámbito electoral. En ese sentido los partidos deberían de hacer autocrítica. En cuanto a la barrera del 3% en las Elecciones Generales, resulta que si haces un estudio sobre lo que necesita realmente un partido en cada circunscripción, excepto a lo mejor en Madrid, los partidos necesitan el 12, el 15 o el 18%. Es  lo que se llama el umbral efectivo, es decir, lo que necesita un partido para obtener un escaño, con lo cual la barrera está muy por bajo de este umbral. Eso se traduce en que hay partidos que superan esa barrera y acceden al prorrateo pero no obtiene escaños, como es el caso de Izquierda Unida en Huelva. Además teniendo esto en cuenta quiero señalar que teniendo más escaños que adjudicar no se va a tener mayores posibilidades de obtener escaños, porque todo depende de umbral efectivo, de cuanto vale al menos el último diputado que se adjudica. Si hay más a repartir siempre se lo llevan los mayoritarios, son efectos mecánicos del sistema. Es lo que ocurre con la fórmula matemática de la Ley D'Hont, que técnicamente funciona bien en circunscripciones que son más densas, con más diputados a repartir, como Madrid, Barcelona y Valencia, y funciona muy mal en circunscripciones muy pequeñas y que genera una gran desporporcionalidad. Y esta no es la única fórmula que se podría utilizar. En su momento se escogió ésta con una intención muy específica de asegurar a unos sobre otros. Se dio en otros países y no somos una excepción. 

P.- ¿Es posible un acuerdo para subsanar las imperfecciones del sistema electoral o es una utopía?

R.- Como dice un teórico italiano, no hay nada más manejable y manipulable que un sistema electoral y es cierto. Está claro que hay que cambiarlo, pero los intereses son tantos y tantos que va a ser muy complicado. Hay dos grandes partidos que se están beneficiando, en este momento el PP y el PSOE, pero si después son otros no creo que lo quieran cambiar ni tampoco los partidos nacionalistas, porque ellos tienen una proporcionalidad casi exacta. Es lo que se llama es valor del voto y es lo que hay que romper con la bolsa nacional, que aseguraría la gobernabilidad a un partido, que no dependería de bisagras. También es importante que como nuestro sistema es como es, quien interesa que salga a lo mejor lo ponen en una circunscripción que no es la suya, que no conoce o en la que no va a hacer nada . Con la bolsa nacional, que iría detrás de cada papeleta, en cada circunscripción, quien aparezca se somete a un veredicto general, no a una circunscripción u otra. Además el cómputo sería a coste cero, no habría que hacer nada.

P.- Una de las quejas de muchos electores es que se ven obligados por sistema a votar una lista y no a la persona que quieren que salga elegida.

R.- Exactamente. Yo lo que haría sería una lista cerrada a nivel nacional y pero sí la pondría desbloqueada a nivel provincial. Es decir a nivel nacional diseñaría una lista cerrada y a nivel provincial aunque el partido me proponga X sujetos, por lo menos desbloqueadas y que si yo tengo que elegir a tres que pueda hacerlo en el orden que yo quiera. Eso se puede hacer sin ningún tipo de problema. Sólo alargaría algo el cómputo. Sería parecido a lo que se hace con las papeletas del senado, que este caso sería totalmente libre, porque al tener los nacionalistas representación asegurada, podrían funcionar perfectamente a través de comisiones, como pasa en otro países y no pasaría absolutamente nada. No nos rasgaríamos las vestiduras por tener un sistema unicameral, que además sería más efectivo, más rápido y ágil. El sistema está anquilosado y parece que le hace falta mucho aceite para que empiece a funcionar.

P.- ¿Dónde está el punto para que se prenda la mecha de ese cambio?

R.- Yo no sé cómo se va a dar ese cambio, pero se tiene que dar. Tampoco puede pensar la gene va a ser rápido, de la noche a la mañana. El sistema electoral estoy seguro de que se va a reformar, pero puede que sea una reforma no satisfactoria, porque quienes la van a negociar son los que se tienen que beneficiar. Ahora puede haber todo tipo de opciones, pero a la hora de competir el éxito está casi no asegurado, porque la maquinaria de estos partdos es impresionante. Cualquier partido pequeño tiene todas las de ganar ante un movimiento ciudadano. Lo que sí tengo claro es que en la próximas municipales va a haber una gran eclosión en todo el país de partidos independientes y veremos cómo van a poder acceder, porque es más fácil obtener un concejal que un diputado.

P.- ¿La ley de las Reformas Locales afectarán de algún modo a las Elecciones Municipales?

R.- Ley de las Reformas Locales, aunque yo no lo he visto, tenían como idea que se reduzca el 30% de los concejales, con lo cual hay se benefician los partidos mayoritarios otra vez con el pretexto del ahorro. Yo no lo he visto pero es lo que se dijo y lo que expresó Rajoy. En el caso de Huelva se quedaría reducido a 19 concejales y dejaría casi deshauciado a la Mesa de la Ría y la mayoría absoluta no sería 14 sino 10, por lo que se pueden permitir el lujo de una regresión electoral que continuarían ganando. Se puede vender como un ahorro porque hay menos concejales, pero se puede gastar lo mismo, porque hay otras vías de asignación.

P.- En el libro se habla de confusión de atributos. Se refiere a que nos creemos que la democracia tiene cosas que después no están reflejadas en ningún sitio?

R.- O que creemos que si se manifiesta un atributo es la mejor democracia posible. Nosotros por ejemplo identificamos democracia con libertad o con igualdad y hay sistemas que no tienen ni un atributo ni otro y se autodenominan democráticos y lo son, pero superficialmente. Si investigas te das cuenta de que tienen una igualdad en el ámbito formal y que en el material es un régimen totalmente desigualitario. Por eso necesario saber qué entendemos por libertad y por igualdad para no llevarnos a confusión o sería un canto de sirena, algo ideal y paradisíaco que no existe y no se sabe de qué se habla. Nuestras democracias se basan en un concepto de libertad no excesivamente delimitado y eso da lugar a múltiples interpretaciones y muchas veces es muy ideológica o escrictamente formal. No está acotado. Por ejemplo todos somos iguales ante la ley pero no iguales en la ley, porque la disponibilidad económica te hace disfrutar más de unos derechos que de otros y en nuestro caso más después de la Reforma de la Administración de justicia y de las tasas. La tutela judicial efectiva va a ser para mucha gente hasta un lujo.    

P.- ¿A qué se refiere en un apartado de la obra con la premiación de gestiones ilícitas e inmorales?

R.- Es quizás el epígrafe de más reflexión. ¿Por qué sabiendo que hay representantes que gestionan muy mal y que incluso pueden haber cometido delitos y siguen siendo votados? Yo aquí establezco la correlación costes-beneficios. Es decir, si ahí se comporta de una manera es por que recibe un beneficio determinado. En este país en muchas ocasiones los partidos políticos se han dedicado a generar clientelismo, nepotismo, redes y han derivado hacia a ellas recursos desde un punto de vista legal e incluso se han creado leyes para eso. Mientras la gente obtenga beneficios, los políticos tendrán a su favor una legión de votos. Esto es una forma de corrupción y de dejarse corromper. ¿Aquí cuando importa la corrupción? Cuando no hay recursos para satisfacer tanto estómago agradecido, que es un colaborador necesario. Considero que no hay que dejar un alto porcentaje del PIB en manos de las adminstraciones, porque se pueden usar para satisfacer intereses particulares, lobísticos, y no lo digo peiorativamente, partidistas, corporativos, en detrimento del interés general. Se puede hacer legalmente, porque las leyes pueden ser legales pero corruptas. Si la gente ve un modo de vida fácil a través de esa ley, la santifica. Esto no es ser ciudadano, es convertirse en siervo. Es lo que se llama la cultura de la dependencia. Uno prefiere ser un siervo, no ser libre, pero tener asegurada la subsistencia.

P.- El dicho 'Dame pan y llámame tonto'.

R.- Así es y lo que asegura es tener un granero de votos. Esto no es exclusivo de un partido. Es algo trasversal a todos y es muy detectable en las democracias del sur de Europa. El patrón común es que todas han salido de regímenes autoritarios. Existe un estudio de Leonardo Morlino que lo pone de manifiesto y que compara España, Italia, Grecia y Portugal y los patrones son muy similares. 

P.- ¿Entonces en determinados casos se han usado fórmulas posteriores al régimen como un sustitutivo del anterior?

R.- Sí. Ya pasó en la Revolución Francesa, en la que los revolucionarios se volvieron aristócratas y burgueses. Esto es lo mismo y ahora la cosa es satisfacer al pueblo, darle lo que pide, cabezas, como se hacía en la guillotina. La gente iba a ver y a culpar de cómo estaban a los degollados, pero ellos también son culpables. Ahora existe lo mismo, hay un pacto pero se va a traicionar, es una ley histórica y siempre ha sido así. Algunos dicen que estamos en un entorno prerrevolucionario, que no tiene por qué ser violento pero sí de cambio, en el que se busca el apoyo popular, en el que se trata de ocultar la realidad para mantener unos privilegios. 

    

P.- ¿Cree que se practica la crítica a la clase política sin pensar en las responsabilidades que tenemos como ciudadanos?

R.- Sí, pero tenemos que ir hacia una Democracia más participativa y yo también tengo que vigilar mis libertades y derechos y no puedo delegar eso en otros. No todo empieza y acaba en votar cada cuatro años. Tenemos que ir hacia un modelo más participativo. Eso no quiere decir que se eliminen los partidos políticos, pero hay que incluir otros instrumentos. Está demostrado empíricamente que cuanto más se participa más se quiere participar, pero hay un monopolio del poder y un control de los recursos muy grande en manos de muy pocos. Entonces para los políticos esto supone un coste grande, porque muchos han hecho de esto su modo de vida.

P.- ¿De qué modo se puede hacer un modelo más participativo?

R.- Lo primero que habría que reformar sería el sistema de partidos, algo que no trato en el libro. Hay que buscar una mayor representación y tampoco estaría de más que los ciudadanos se convirtieran también en gestores, no solamente en controladores de gestores, para sentir lo que tratan como algo propio. El dinero público no es de nadie, es de todos. Los colectivos vecinales deben cobrar un mayor auge y expresar más sus preferencias y ser órganos de gobierno también de la ciudad. Los parlamentos, por ejemplo, deberían de estar más abiertos a la ciudadanía. 

P.- ¿Qué recurso tienen los ciudadanos para participar entre los cuatro años que pasan de unas elecciones a otra, sobre todo si un político no cumple su programa?

R.-Debería existir el derecho de remoción. Tenemos alternancia política, pero la ideología es la misma. Da igual que sea Pepsi o Coca-Cola, cambia la marca pero es el mismo producto, el refresco de cola. Esto ya se ha convertido en una teoría de juego de mercados. Se esconde la realidad al ciudadano, se la hurta. En España no es que no haya rendición de cuentas, sino que los instrumentos y las instituciones encargadas no funcionan porque no lo permite la arquitectura institucional. ¿Quién nombra el Tribunal de Cuentas o la Cámara de Cuentas? No son órganos independientes y funcionarizados que no dependan de nadie.  

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