DONACIÓN DE ÓRGANOS
Regalos de vida
La donación de órganos después de un accidente mortal de tráfico es un gesto de generosidad y confianza en el ser humano. Esa decisión tomaron dos familias andaluzas, que relatan cómo hicieron frente a la tragedia de la muerte de sus hijos y donaron sus órganos. Cómo, ante el dolor, decidieron apostar por la vida: “Ellos hubieran hecho lo mismo”, repiten las madres de estos jóvenes.

“¿Usted perdona al autor de la muerte de su hijo?”, pregunta con delicadeza el periodista, mientras Gabriela Castillo piensa un instante, respira hondo, muy hondo, antes de dar una respuesta: “Es muy difícil. ¿Perdonar? Uf, es muy difícil…”, exclama rodeada de recuerdos-fotos, ordenador, camisas…- que presagian, como en un mal sueño, que su hijo Antonio podría volver más pronto que tarde.
Antes que nada, la presentación, como es de rigor. Una madre, Gabriela Castillo (56 años); a su lado, su esposo Antonio Luzón (63 años), profesional del área de las finanzas ya jubilado; y junto a ellos, su hija Gabriela (33 años). La familia la completa el hijo ausente, el hermano fallecido, Antonio Luzón, víctima de un fatal accidente de tráfico, “un mal trago difícil de digerir”, define la madre.
14h 9’ 45”. Hora exacta en la que quedaron paradas para siempre las manecillas del reloj de Antonio Luzón (hijo) tras recibir un impacto brutal, violento, fortísimo, por parte de otro motorista que no respetó un stop, cuenta entre sollozos la madre de Antonio. ¿Lugar? Carretera Albolote-Maracena (Granada) ¿Fecha? Sí, claro, la familia Luzón-Castillo la tiene marcada en su calendario emocional: 25/7/2007.

Momentos de duda, de incertidumbre, de inquietud, antes de localizar a los familiares de la víctima, Antonio Luzón, que salía de su trabajo en un polígono industrial de Albolote. Una enfermera y otra persona pasaban en ese momento por el lugar y echaron una mano para auxiliar al accidentado. Aviso a los servicios de emergencia, traslado al centro hospitalario, llamadas de teléfono…
Y, ya una vez en el hospital, los familiares de Antonio Luzón deciden donar sus órganos, regalos de vida para que otras personas desconocidas “siguieran adelante con un trocito de mi hijo”, proclama la madre que, ya más relajada ante el periodista, rememora una anécdota que ratifica la bondad de su hijo. “Mire usted, un día venía del instituto muy enfadado porque decía que le faltaban dos kilos para tener el peso reglamentario y no le habían permitido donar sangre…”.
Cuando concertamos la entrevista, la voz de María, por teléfono, suena rotunda, clara, vitalista. Aquí va su presentación: María Romero (49 años), esposa de Francisco Maestre ( 51 años), empleado de la construcción; madre de Francisco José(24 años) y Antonio Jesús(17 años), fallecido en accidente de ciclomotor en Los Palacios, Sevilla. Esta familia también guarda, marcada en su corazón, la fecha del siniestro: 10/10/2014. “Me avisaron por teléfono y ya en el hospital me comunicaron la terrible noticia, la muerte cerebral de mi hijo, una expresión médica que yo no entendía bien”, recuerda María, que siempre lleva colgada al cuello una cadena con la imagen de su hijo Antonio Jesús.

Lo que sí entendió María es la tesitura que se cruzaba en su camino y en el de su familia: que la muerte de su hijo no sirviera para nada, o donar sus órganos para ayudar así a otras personas. La familia Maestre-Romero eligió también la segunda opción, que culminó con éxito en un despliegue dirigido por el doctor Pérez Bernal.
Más accidentes de moto, menos donantes
“El momento más delicado de la donación es cuando tienes que dar la noticia de una muerte a la familia y al juez y notificarle a la Organización Nacional de Trasplantes la existencia de un posible donante para buscar un destinatario”, explica Ignacio Ortiz, coordinador de Trasplantes del Hospital Infanta Elena de Huelva. “Has perdido a un hijo, pero tienes una oportunidad única de ponerte en el lugar de otra persona que puede necesitar un órgano, la empatía, tan necesaria en nuestra sociedad”, destaca la psicóloga clínica Enma García.
“Cada año aumentan los accidentes de motocicleta, máquinas que son más cómodas para los usuarios, gastan menos y son más fáciles de aparcar”, explica Angelines Villafranca, delegada en Andalucía de la ONG Stop Accidentes de Tráfico, creada en el año 2000. El año pasado fallecieron 219 usuarios de motocicleta, 49 más que en 2014, y 28 de ciclomotor, 11 más que el año anterior. “Hay que aumentar la educación vial porque una moto o un coche es una máquina de matar”, insiste Angelines Villafranca, madre que perdió un hijo con 20 años en accidente de tráfico.
Con un solo donante se pueden salvar cuatro o cinco vidas. Tienen prioridad los pacientes con “urgencia 0”, en peligro de muerte si no son trasplantados en 48 horas. Los donantes fallecidos tras sufrir un accidente de tráfico en 2015 se sitúan en un 4, 2%, el porcentaje más bajo desde que se iniciaron los trasplantes en España. Desde que se aprobó la nueva ley de Seguridad Vial en 2005, este tipo de donantes por accidentes de tráfico se ha reducido en un 70%. “El hígado y el riñón son los órganos que más se suelen donar, son los que mejor soportan el proceso de extracción, transporte y reimplante en el nuevo cuerpo”, sostiene el responsable de trasplantes del Hospital Infanta Elena.
Generosidad
La familia de Antonio Luzón (hijo) buscó sin tregua a la enfermera que transitaba por el lugar y atendió al joven después del accidente mortal:
-¿La encontró al fin?, preguntamos a su madre
-Sí. Hablamos con ella en abril de 2008. Tuvimos una conversación inolvidable, emotiva.
-Usted tenía una pregunta que le atormentaba: si su hijo había sufrido…
-Claro. Me dijo que no, que mi hijo había muerto casi al instante por el fuerte golpe recibido en la cabeza y el abdomen.
La madre del joven, Gabriela Castillo, repasa con la voz entrecortada la desesperada batalla de la familia ante la justicia para que la muerte de su hijo no quedara en el olvido: que el juez admitiera a trámite que en el lugar había un stop, eliminado por las obras del metro; que la imprudencia del otro motorista no fuera considerada solo una falta; que, incluso, se tuviera en cuenta que su motocicleta no tenía seguro…
La madre de Antonio Jesús Maestre recuerda que horas antes había hablado con él, creía en principio que el accidente no era tan grave
-¿Lo has superado, María?, le preguntamos.
-Todavía me cuesta .Tiene que pasar aún más tiempo, pero con la ayuda de mi marido y mi otro hijo intento pasar página.
--Quizás, eso, la donación de los órganos de su hijo le ha dado alas para superar el dolor que supone su pérdida…
-Sí. Mire, yo soy creyente. Mi hijo ya no está con nosotros, pero un poquito de su alma habita en otras personas.
En concreto , “ocho personas salvaron sus vidas con los órganos de Antonio Jesús”, precisa su madre. “El corazón de mi hijo fue hasta Cataluña y algún órgano a Córdoba”, subraya la madre de Antonio Luzón. Ambas madres, tanto Gabriela como María, coinciden en un puñado de calificativos que adornan la memoria de sus hijos: alegre, cariñoso, trabajador, solidario… Son algunos que tiene anotados el periodista. La primera, la madre de Antonio Luzón, confiesa en un arrebato de sinceridad que “donar los órganos de nuestro hijo es una muestra de generosidad ante la vida”. La segunda, la madre de Antonio Jesús Maestre, por su parte, concluye que “nosotros tomamos una decisión, pero los héroes son nuestros hijos, ellos hubieran hecho lo mismo”.