Los educadores sociales tras la grave agresión a una compañera en Huelva: «No son casos aislados, en ocasiones es nuestro día a día»
El sector reclama recursos para que en los centros de menores se trabaje con garantías de seguridad
A pesar de lo ocurrido, estos profesionales piden no estigmatizar a los jóvenes que tratan
Hospitalizada una educadora social tras sufrir un 'mataleón' por parte de un joven de un centro de menores de Huelva
Reclaman cámaras de seguridad y refuerzo nocturno para el centro de menores de Huelva

El sector de los educadores sociales vive estos días removido. Imposible no pensar en lo que podía haber pasado en este nuevo ataque a una trabajadora, después de casos como el del pasado mes de marzo en Badajoz, cuando una educadora fallecía tras la agresión de los menores a los que tutelaba en un piso. En el caso de la compañera de Huelva –cuya intimidad quieren preservar por encima de todo, «por ella y por los menores del centro»– se recupera de la agresión, aunque «poco a poco. Sigue muy dolorida y, sobre todo, está en shock».
Habla Lydiam Guerrero, delegada de personal de CCOO y educadora social que sabe lo que es vivir en primera persona agresiones y ataques. «No son casos aislados, como dicen los representantes políticos. Son, en muchas ocasiones, nuestro día a día, y hay que poner medidas no sólo por los propios trabajadores, sino también por el bienestar de los menores. Necesitamos más recursos».
Recursos que se traducen, básicamente, en personal suficiente para que situaciones como la que propiciaron este ataque –con una única cuidadora por la noche para todo el centro– no sean la tónica habitual. Así, mientras desde la Junta de Andalucía consideraban este lunes que la bajada del ratio en los centros que se plantean en los nuevos pliegos para la gestión sería suficiente, los trabajadores recuerdan que «no podemos trabajar 24 horas y no descansar, por lo que no es suficiente ese uno/uno del que hablan».
«Las palabras de apoyo ahora, tras una agresión más grave, están muy bien, pero no son suficientes cuando estamos expuestos a situaciones que nos hacen temer por nuestra propia vida», explica Guerrero, que insiste en que estas agresiones, aunque no tan graves, no son hechos puntuales, sino «algo con lo que los educadores convivimos en nuestro día a día. Hay gente que denuncia, otra que no, algunos le dan menos importancia... Pero la inseguridad está ahí, es una realidad y hay que ponerle remedio».
En este sentido, el sector considera indispensable la puesta en marcha de un protocolo claro de seguridad, con la implantación de medidas como el botón del pánico que pueda alertar de situaciones peligrosas.
Lo han vuelto a reivindicar en las últimas horas desde sindicatos como CCOO o la Central Sindical Independiente de Funcionarios (CSIF), que ha reclamado la instalación de cámaras de seguridad en las zonas permitidas por la ley, un refuerzo de personal durante el turno de noche y la contratación de un servicio de vigilancia externo. «Las administraciones deben tomar conciencia del grado de peligrosidad al que se enfrenta el personal», han señalado desde CSIF Huelva, que ha recordado además que estas peticiones no son nuevas, sino que llevan años en los cajones de la Delegación Territorial de Inclusión Social sin respuesta.
Una vocación que necesita recursos
Pese a todo, los educadores sociales insisten en la necesidad de no estigmatizar a estos menores. «Algunos vienen de situaciones muy difíciles, hay que trabajar mucho con ellos para acabar con estas conductas poco adaptativas, pero es nuestra labor», subraya Guerrero.
Por eso, insisten, el sentimiento que predomina tras una agresión no es el odio, sino la frustración de no contar con las herramientas necesarias. «Sentimiento de odio hacia estos menores no hay. No cabe en nuestra profesión», afirma esta educadora, que explica que su labor consiste en que «los menores que requieren de estos servicios puedan vivir una vida lo más normalizada posible: que estos pisos o centros sean como sus casas».
El problema, señalan, es que esa misión se complica cuando el vínculo, esencial en la relación educativa, se ve dañado por la falta de medios. «No podemos crear vínculos sin los recursos adecuados. Necesitamos medios, recursos para garantizar su bienestar, poderlos atender adecuadamente y hacerlo en condiciones de garantía también para nosotros», para que situaciones como las que se han vivido este fin de semana, con una educadora social que tuvo que ser hospitalizada, no vuelvan a repetirse.
Cabe recordar que la Fiscalía de Menores ya ha solicitado como medida cautelar el internamiento en régimen semiabierto para los dos jóvenes detenidos tras la agresión, mientras al que se considera el autor material del ataque continúa fugado.