LA PIEZA DEL MES EN EL MUSEO DE HUELVA
Los caminos insondables de Moreno Díaz
El tortuoso camino de Arturo Belano y Ulises Lima tras la difusa huella de Cesárea Tinajero (1) tiene parada en Huelva, en un aislado universo adscrito a la generación del 27 en el que destacan Rogelio Buendía (2), Adriano del Valle (3), José Caballero o el director de la Academia de Bellas Artes, José Fernández Alvarado.

Sería a través de este reducido grupo cómo se introduce el pintor Manuel Moreno Díaz en las corrientes modernistas, aunque luego su estilo ande por otras esferas de la creación artística, siendo en última instancia complicado definirlo como modernista, surrealista o cubista, al tener una pincelada muy personal. Manuel Moreno Díaz, del que Pilar Toscano, Juan Manuel Seisdedos y Pilar Barroso tienen un imborrable recuerdo (4), ya que fueron alumnos suyos en su taller de la calle Las Señas, dejó huella en su ciudad y por supuesto toda una referencia en la historia del arte español del siglo XX.
Manuel Moreno Díaz seguiría a otro onubense ejemplar, el pintor José Caballero, instalándose muy joven en Madrid, donde colabora como dibujante en revistas como Eco, dirigida por otro onubense de la diáspora, Rafael Vázquez Zamora. Es de destacar que en Madrid entrará en contacto con otro paisano ilustre, el nervense Daniel Vázquez Díaz, con quien trabaja y aprende los rudimentos de todas esas corrientes artísticas que no habían alcanzado aún su ciudad natal, y que él mismo se encargará más tarde de traer a Huelva.
De ahí resultaría, en el caso de Pilar Barroso, un afortunado tránsito del impresionismo que bebió en el taller de Pedro Gómez, a cierta expresión en su pintura que ha quedado ineludiblemente prendida en la paleta y en la visión del arte de la artista onubense. En el caso de Seisdedos incluso en muchos de sus geométricos trabajos ligados a la abstracción, además del poderío que ambos artistas tienen en el dibujo, en la conformación exacta y precisa de los trazos que con el lápiz o el carboncillo son capaces de trasladar al lienzo o al cartón.
La vida de Moreno Díaz, tal como ocurre con su estilo pictórico, es un continuo cambio, una incansable búsqueda. Discurre entre Madrid y Huelva, con un solo punto inamovible, la excelente calidad de su pintura fundamentada en un dibujo poderoso que supo transmitir a sus alumnos, la desaparecida Pilar Toscano y los que esta tarde serán los encargados de presentar la obra en el Museo onubense, Juan Manuel Seisdedos y Pilar Barroso.
La obra, que si nuestra memoria no nos falla, fue donada al Museo hace diez años por el propio Seisdedos, es ejemplo vivo del excelente quehacer pictórico de Moreno Díaz. Realizado en 1948 durante una de sus estadas en Huelva, muestra una figura femenina recostada entre sábanas, acariciada por el aire salobre que mueve los visillos de una ventana situada detrás. Los volúmenes que trabaja en el desnudo nos acercan al cubismo, pero como siempre ocurre en la obra de Manuel Moreno Díaz, se escapan a un estilo concreto. Una vida compleja la del pintor onubense, como su propia obra, insondable a la par que de una excelencia suprema.
A partir de las siete de la tarde de hoy, 18 de abril, los onubenses tienen la oportunidad de acercarse a la obra de este casi desconocido pintor entre sus propios paisanos. La pinacoteca onubense, con la presentación de esta pieza, rescata a Manuel Moreno Díaz del olvido en que la ciudad suele tener a sus mejores hijos (5). En todo caso, una visita al Museo, hoy o cualquier día, es una oportunidad única de acercarse no ya a las Bellas Artes, sino a la propia historia de la ciudad. El amor sólo es posible a través del conocimiento. Quienes no conocen el lugar que habitan, nunca podrán amarlo. Y ejemplos, queridos y pacientes lectores, los tenéis a diario retratados sin pudor y por todos lados.