Algo falla en el Recre
Resulta curioso que todos los veranos sean clónicos en el Recre. Lo mismo da que en junio se roce el ascenso a Segunda División como el descenso a Tercera. Nunca hay proyectos a medio-largo plazo y así se antoja imposible tener estabilidad tanto en lo deportivo como en lo económico. Nuevamente el Decano lanzará una moneda al aire con la absoluta incógnita de si saldrá cara o cruz, como si todo lo bueno que se hubiese hecho de enero a mayo no hubiera servido para casi nada.
Por mucho que nos enfade, es lógico y entendible que los profesionales del fútbol miren por su ombligo y hasta cierto punto sean mercenarios. Es decir, que casi todos ellos van a saber aprovechar la tesitura en la que se encuentran tras la excelente temporada que han realizado en el Recre y van a intentar dar el salto deportivo a la categoría de plata o al fútbol extranjero, o dar el salto económico a un club con más poderío financiero en Segunda B. Hasta ahí vale. Lo comprendería cualquiera. Son egoístas por naturaleza y lo de besar el escudo es más falso, hipócrita y antiguo que el propio fútbol. En su piel todos aprovecharíamos la oportunidad y el tren que se les puede presentar este verano. Lo que es insólito, triste y decepcionante es que en el Decano no quiera seguir ni el ‘tato’ después de todo lo que se ha conseguido.
No es de cajón que un tsunami haya asolado al club onubense cuando en cualquier otro lugar habrían querido renovar su contrato el entrenador, el director deportivo y más de media plantilla después de que durante varios partidos hayan ido 20.000 personas al campo, después de estar 22 partidos seguidos sin perder y después de estar cobrando puntualmente sus emolumentos desde el mes de enero. Ese es el gran fracaso del Recre y lo que tiene que llevar a la zona noble de la entidad y a su propietario a reflexionar, porque no me digan ustedes que todo esto no es ni medio normal. Algo está fallando y el panorama actual es preocupante y raro. Tenemos la mejor afición de Segunda B y, sin embargo, los jugadores huyen como moscas. Sólo están con contrato Iván González, Álex Lázaro, Victor Barroso y Carlos Martínez y uno o dos de ellos ni siquiera van a seguir. Y se espera que renueve Diego Jiménez y poco más. Tremendo. Otra vez a empezar de cero. ¿Y esto por qué sucede? A más de uno se le debería caer la cara de vergüenza.
Está claro que José María Salmerón y Óscar Carazo no se habrían ido si no es por sus nulas relaciones con el consejo de administración. Ahí debe haber ya cambios sí o sí. Una amplitud de miras no estaría nada mal, con lo cual no abogo porque se vayan los que están (que es indudable que le han puesto al asunto todo lo que tienen) sino porque se refuercen con nuevas piezas que traigan ilusiones e ideas renovadas. Si no, esto es pan para hoy y hambre para mañana. Más de lo mismo. Tedio. Todo esto lo sabe bien el alcalde de Huelva, Gabriel Cruz, que también considera como un error y una espina personal no haber podido amarrar la continuidad de Salmerón. De lo de Carazo lógicamente el Recre acabará arrepintiéndose con el tiempo pero puede tener hasta algo de lógica por aquello de querer cerrar la herida de Eurosamop, pero lo de Salmerón no entra en cabeza humana. Y se va más por motivos de índole humana que por el proyecto deportivo y económico que le han presentado.
Más allá del 30 de junio el almeriense no quería seguir ni un minuto más en Huelva si no había cambios en la zona noble del club. Eso era insoportable y para él y para cualquiera que vaya de cara y que tenga dos dedos de frente. Los egos, las envidias, las puñaladas, el no ir todos en la misma dirección se aguanta un mes o dos, pero no una temporada entera. Y desde enero casi todo fue miel sobre hojuelas, pero tampoco es fácil de olvidar todo lo que ocurrió en los meses anteriores (impagos, fichajes, campos de entrenamiento...). Y este año que no hay elecciones pues de nuevo el proyecto es un melón por calar. En el club confían en la campaña de abonos (menos mal que la afición nunca falla) y en la de marketing (insípida desde hace ya muchos años) para tener un presupuesto parecido al del pasado ejercicio, pero es obvio que sin algún inversor de fuera (es triste que se quieran volver a repetir historias con final aciago como las de Eurosamop o Krypteia Capital) o sin que el Ayuntamiento vuelva a ‘limpiarnos’ en Navidad dinero de nuestros impuestos, el Decano no podrá aspirar al ascenso.
Hay indefinición en la cantera, algo que no es nuevo y que ya ni siquiera sorprende pese a que en clubes humildes e históricamente más vendedores que compradores, sería vital darle importancia. Y en el primer equipo ya tenemos la experiencia de que sin un entrenador y un director deportivo que conozcan la Segunda B es muy difícil que la nave llegue a buen puerto. Por ahora en los pocos movimientos que se está atreviendo a dar el Decano en las últimas semanas se atisba un escaso conocimiento del mercado y demasiados bandazos. Hay que sentarse seriamente y ver en qué se ha fallado en las últimas temporadas y en qué se ha acertado. Y de ahí sacar conclusiones para actuar con cabeza y firmeza. Y saber desde ya qué es lo que se quiere hacer y con qué mimbres económicas y humanas se cuentan. Porque, como siempre, ya vamos tarde. Y eso luego se paga. Esto no puede ser un club de amigos y de gente que sólo quiera medallitas y engordar su propio ego.
Reflexionemos todos. ¿Por qué el Recre tiene que partir otra vez de cero este verano con todo lo que se ha disfrutado de enero a mayo? ¿Qué está fallando? ¿Falta alguien? ¿Sobra alguien? ¿Se traerá a un entrenador y un director deportivo exigentes o a dos figuras que sean fáciles de manejar y no les resten protagonismo a otros si llegan los éxitos? ¿Hay que dar algún giro de tuerca? Yo creo que sí. No puede ser que a dos semanas de iniciar la pretemporada estemos como estemos cuando se supone que en esta ocasión no hay problemas económicos y cuando venimos de ser la envidia de toda la Segunda B hasta hace sólo unos días. Y que quede claro que ni mucho menos todo es criticable. También se han hecho muchas cosas positivas en los últimos meses. Pero no las desperdiciemos ahora de la noche a la mañana. Aprovechémoslas para seguir creciendo. El Recre necesita una sola dirección, algo que por desgracia no ha existido ni siquiera en un año que ha estado a punto de ser histórico.