El sentimiento

El Recreativo de Huelva lleva toda la vida apretando la tuerca y cuando da la impresión de que ya no queda rosca en el tornillo aparece una muesca nueva. Aquellos años de pena en Segunda B (y estos), aquella reconversión en sociedad anónima; los ascensos y descensos, Pablo Comas y Hacienda, la amenaza de desaparición.

El sentimiento

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Siempre hubo un “no obstante” que alargaba la frase, como ocurre en los juicios con los condenados a muerte. Pues bien. En toda esa película, muchas veces de terror, siempre hubo un denominador común, la afición, a la que en muchas ocasiones, esencialmente en Primera, se la tachó de especialmente fría, por aquello, decían, que la mayor parte de los que se hacían socios no iban a ver al Recre, sino al rival de turno.

Pasado el tiempo y establecido en el infierno de Segunda B, esa masa social del Decano vuelve a encontrar el resquicio para apretar un poco más el tornillo. No ha reclamado nada de los partidos que no se disputaron como consecuencia de la pandemia. Es más, acepta resignada la campaña de abonados del club y vuelve a dar un paso al frente que en pocos lugares de España, en relación con el fútbol se da. Esos abnegados aficionados solo ven una bandera y un escudo, una historia que defender, una seña de identidad, un modo de vida. Y así, a estas alturas, cuando no se sabe realmente cuándo comenzará la Liga, la cifra de abonados camina más allá de los cinco mil.

Por mucho que estudiemos el comportamiento de una afición entregada en cuerpo y alma, por mucho que indaguemos en los parámetros que determinan el grado de desnudez por mucho frío que haga, no alcanzamos a entender el asunto si no tenemos en cuenta que la situación se puede poner al nivel de profesar cualquier religión. El Recre, en los últimos años solo ha dado disgustos, provocado malas digestiones y aumentado el insomnio. Todo eso, sumado, en otros lugares, se ha llevado por delante clubes cuajados de historia. Aquí no. Aquí lo único que provoca es reforzamiento en un infinito acto de fe permanente. Queda todo dicho sobre la afición y su comportamiento. 

Ahora bien. Todo lo que está ocurriendo, por enésima vez en la historia de Decano, en esta ocasión con respecto a algo sin precedentes por el estado de pandemia, debería poner sobre aviso a los que mandan. Nadie duda de su buena fe ni de que quieran poner al Recre en el lugar que le corresponde. Pero antes de que se le pase a alguien por la cabeza, por si acaso, que asuman que el Decano es del pueblo. Que escondan ya el ombligo, que se pongan una faja que le apriete el estómago, que guarden las medallas en el cajón. Que aquí, los únicos que pueden colgarse honores son la gente de la calle, esos que cada año se acercan al Colombino y renuevan su abono, renovando de paso ilusiones nacidas del escombro de la temporada anterior.

El Ayuntamiento de Huelva, con su alcalde Gabriel Cruz a la cabeza, reconocido recreativista, dio un paso al frente y eso valió, y de qué manera, para devolver al Decano a la vida. Pero a partir de ahí hace falta gestión interna, iniciativas, búsqueda de recursos, movilizar a la tropa, ir a explorar rincones, de la capital y de la provincia, predicar el recreativismo, hacer horas extra, expresar un mensaje contundente porque ahí, en la expansión de la palabra para promulgar la fe, es donde falla el contenido. 

Históricamente, la provincia y la capital, especialmente con el Recreativo, se ha vivido dos vidas paralelas. Existen mil ejemplos y la disculpa perfecta es culpar al otro. Da envidia, lo expreso con sinceridad, cómo viven en otras provincias la conjunción de las fuerzas entre clubes, aficiones y sentimientos en torno a un punto común. Aquí en Huelva tenemos que ser diferentes.

Un ruego. Que el departamento de expansión, si no existe que lo creen, se encargue de una vez por todas de intentar instalar un sentimiento más subido de tono que el actual en la provincia. Porque a la hora de poner en el escaparate la palabra Decano, es posible que la suma de todo, ponga más en valor la palabra y su contenido. Que se abran puertas y ventanas y que entre el sol desde Ayamonte hasta Santa Olalla del Cala, pasando por el Andévalo y el Condado, que dejemos de un vez por todas las distinciones y enterremos profundamente los mitos y los dimes y diretes. Es el Recre, el Decano, y eso pertenece a cada uno de nosotros, sin distinción ninguna que valga.

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