Un hilo azul

Llegar hasta aquí no ha sido fácil. Nadie en su sano juicio espera que al mirar al abismo en blanco de un folio aparezca la palabra depresión, para teñirlo todo de negro. Y siendo honesta, ojalá fuese tan fácil. 

Un hilo azul

Huelva24

Huelva

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Quizás en el anterior artículo empecé por el final, sin mostraros el principio. Lo hice porque os miraba a vosotros y aún no me había dirigido la vista a mí. Empecé a enumerar los indicios que con retrospección observo en mí por si a otra persona le puede ayudar a identificarlos en sí o en alguien que quiere, pudiendo advertir esta enfermedad antes de que sea lo que lo inunde todo, como en mi caso.

Un hilo azul

Os cuento que soy una chica normal, posiblemente afortunada. Soy maestra y escritora, tengo una familia que me quiere, buenas amigas que están ahí y un novio que fue mi primer verdadero amor y después de más de una década juntos, prometidos y con una hipoteca de hogar a medias, en el futuro se induce el nosotros. Con esto quiero decir que cuando la depresión llamó a mi alma yo era una chica afortunada, que lo tenía todo. El único hilo no atado era un hilo azul, según google maps, llamado distancia. Yo vivía a casi 500 kilómetros de todo lo que me hacía feliz y tenía la labor de ser hogar para mis alumnos, aun a pesar de estar lejos de casa. 

La primera señal de alarma fue la INSEGURIDAD y la segunda, quizás, LA SENSACIÓN DE VACÍO. Yo me recuerdo abriendo la puerta de mi piso de alquiler y sentir como conforme me adentraba en él, me alejaba de mí y se apoderaba de mi pecho una sensación de vacío tan real que casi podía tocarla. Es el embargo de golpe al chocar contra la realidad. Saberte lejos de lo que eres, porque al final somos con los que son en nosotros. Y me recuerdo detenida ante esa puerta otras veces, como si con eso evitara la sensación a vacío que se apoderaba de mí una vez la llave y la cerradura hacían clic para, otra semana más, detonar en mis adentros pequeñas bombas que iban dejando todo en cenizas.

Un hilo azul

Recuerdo que por entonces ya empecé a SUSTITUIR EL BUENOS DÍAS por hola, buenas o cualquier sinónimo que en realidad no lo fuese; porque para mí nunca eran buenos días.

¿Pero sabes qué? A pesar de todo, que es mucho más, por suerte tengo la fortuna de que mi médico vea conveniente que siga yendo a trabajar,  ser maestra me apasiona,  me sigo dando por completo e intento disfrutar y seguir aprendiendo en mi trabajo, sigo opositando y sigo escribiendo. Y me lo digo cuando se me olvida: ¡Puedes! Por eso sé que tú o la persona en la que has pensado al leerme, también puede, solo que quizás necesita recordárselo. 

No estás sola, de verdad, y no eres la única, aunque esta enfermedad te lleve a pensarlo. ¡Podemos! , porque juntas somos más; e iremos, sin dudas, a mejor. 

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia