¿Y ahora, qué?

Sin duda alguna, si algo ha marcado las últimas elecciones municipales y autonómicas del pasado 22 de mayo, y también los días previos y posteriores, ha sido, además del indiscutible triunfo del Partido Popular, el movimiento Democracia Real Ya y la manifestación del día 15 de este mes. Miles de personas han salido a la calle en muchas ciudades españolas para decir basta a una situación política, económica y social desoladora.

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No era normal que ante un panorama tan lamentable, la gente, y de forma particular los más jóvenes, estuviésemos callados. Estaba claro que la situación tenía que explotar de alguna forma más pronto que tarde, y finalmente así ha sido. Y me alegra que haya explotado de una manera pacífica, civilizada y coherente. Yo mismo, que vivo en Madrid y he sido testigo de algunas de las manifestaciones de la Puerta del Sol, lo he comprobado con mis propios ojos.

En Sol, donde todas las reivindicaciones han transcurrido con más o menos normalidad, a diferencia de lo ocurrido en Barcelona con aquel vergonzoso desalojo de hace unos días, hemos podido ver a gente de todo tipo reclamar cosas que distan mucho de ser una utopía, como ha comentado algún que otro medio de comunicación. Poner fin al bipartidismo, reclamar una política económica que favorezca el bienestar de todos, el derecho a una pensión digna, la protección de los derechos laborales o el control y la disminución del endeudamiento de las personas no son utopías. O, por lo menos, no deberían serlo.

Democracia Real Ya sigue creciendo y sumando seguidores, al tiempo que cierra la boca de aquéllos que pensaban que las concentraciones, después de las elecciones, quedarían en nada. En el caso de Madrid, además de continuar la acampada en Sol, el movimiento se está extendiendo a otros barrios y distritos, explicando sus propuestas a un número de personas cada vez mayor.

En un momento como el que estamos atravesando, que un movimiento que, recordemos, nació en las redes sociales, haya conseguido tener tantísima repercusión tanto dentro como fuera de España, es sencillamente heroico. Es, también un movimiento absolutamente necesario para hacer llegar al poder el sentimiento de descontento que ahora mismo tenemos. Que nos da igual Zapatero que Rajoy o Rubalcaba, que no nos representan. Que queremos soluciones, y las queremos ahora.

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