Faustos 2.0
La historia de Fausto vuelve a estar de actualidad. Este personaje, salido de un relato anónimo del Medievo, que vende su alma al diablo a cambio de vivir joven hasta el momento de la muerte, encarna a un tiempo una de las utopías más recurrentes del ser humano (la eterna juventud) y una enseñanza de alta carga moral y religiosa, sobre el precio que estamos dispuestos a pagar por conseguir nuestros anhelos.
Tal es así que ha llegado a ubicarse dentro de una cierta mitología clásica laica, estudiado por expertos de la psicología y psiquiatría y llevado, por numerosos autores, a las letras y a la música en distintas versiones, desde las primeras del siglo XVI, de Spies o Christopher Marlowe hasta la Bohemian Rapsody de Queen, pasando por los poemas de Goethe, la novela de Thomas Mann o las piezas musicales de Wagner y Liszt.En estos días postelectorales, asistimos a arduas negociaciones entre los grupos políticos entrantes para alcanzar acuerdos que permitan a algunos de ellos alzarse con la vara de mando de los distintos consistorios. La lucha es terrible, no en vano se juegan mucho: unos quedarse en el paro, lo cual, tal y como están las cosas, comporta un riesgo importante de drama económico, personal y familiar a corto plazo; otros, sencillamente, dejar de estar bajo los focos y acariciar los oropeles del poder y la influencia.Así, muchos políticos ya ofrecieron su alma a los electores en la campaña, con multitud de promesas y compromisos, algunos correspondientes a egoístas intereses particulares y otros muchos, imposibles de cumplir, dada la ruina reinante en casi todos los ayuntamientos. Ahora algunos, por mor de la aritmética, tienen que rehipotecar su conciencia, acordando con sus enemigos de apenas hace una semana, el reparto de competencias e incompetencias.Pero, ¿quién soy yo para juzgarles? ¿Acaso no somos todos un poco Faustos, dispuestos a dar lo que sea a cambio de conseguir nuestros sueños, de mantenernos jóvenes y lozanos, activos y firmes en la cresta de la ola? Personalmente, como individuo, no me atrevo a hacerlo pero, como ciudadano, como pagador de impuestos y demandante de honrada gestión de los mismos, no sólo me atrevo a señalarlo, sino que exijo virtual hoguera para aquellos Faustos de nueva generación que vendan su alma, sus ideas y las de quienes los sustentan con sus votos y con sus impuestos, al diablo de la ambición, el poder o la revancha.A riesgo de repetirme, creo que no es momento de vacuo narcisismo ni de venta de humo, sino de gestión pura y dura de lo público. No es tiempo, y menos en la política local, de Faustos 2.0