Los bomberos incendiarios

En los últimos días se han sucedido las noticias sobre la situación económica actual de España y, más concretamente, sobre las posibilidades de salir de la crisis en los próximos meses o años. Por un lado, desde el Gobierno de España se reciben mensajes optimistas que nos dicen que lo peor ha pasado, que la economía española volverá a crecer el año que viene y que ya no serán necesarios más recortes o, como ellos prefieren llamarlos, “sacrificios”.

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Sin embargo, por otro lado, las mismas predicciones son puestas en cuestión un día después después por la Comisión Europea, cuyos expertos consideran que la recesión se va a alargar hasta 2014 y que la caída del PIB será más intensa de lo previsto por el Gobierno.

¿Quién tiene razón? Si nos fijamos en la situación que tenemos a nuestro alrededor, las perspectivas no son muy halagüeñas. Todos conocemos el caso de personas más o menos cercanas que se encuentran desempleadas desde hace tiempo y, lamentablemente, aún no han encontrado empleo y cada vez ven más lejos la posibilidad de encontrarlo. Los sueldos bajan, por lo que hay que renunciar a más compras para llegar a fin de mes. Y cuando paseamos por Huelva vemos cada día más comercios en liquidación y empresas que tienen que cerrar porque no venden lo suficiente para mantener su actividad. 

¿Y la política del gobierno? ¿Cómo puede mejorar esta situación y favorecer que se cumplan sus previsiones y nuestra situación mejore el año que viene? En mi opinión, la política actual sólo fomenta la crisis. Nos encontramos inmersos en un círculo vicioso de decrecimiento y nuestros gobernantes son como bomberos que, en lugar de apagar el fuego, lo animan echándole gasolina. El objetivo principal del gobierno, dictado desde Europa, es la reducción del déficit público, que ha aumentado como consecuencia de la crisis. El aumento del déficit no es bueno, pero no es necesariamente un grave problema, ya que se considera que se reduce cuando la economía vuelve a crecer. El verdadero problema aparece cuando existen dificultades para la financiación, situación que se observó en España desde mayo de 2010 y que se reflejó en la escalada de la prima de riesgo. La respuesta desde Europa fue desarrollar políticas dirigidas a la reducción del déficit para aumentar la credibilidad de España entre los inversores, en lugar de solucionar directamente los problemas de financiación estableciendo mecanismos de confianza mutua en la deuda como serían los eurobonos.

En la situación actual, estas políticas están dificultando enormemente las posibilidades de que la economía española vuelva a crecer en el corto plazo. Cuando se suben los impuestos con el objetivo de aumentar los ingresos, se reduce el consumo y se dificulta la actividad económica, provocando nuevos despidos y cierre de empresas, con el aumento del gasto público como consecuencia. Si se reduce el gasto, se perjudica aún más la demanda y con ella las ventas de las empresas, lo que también desencadena despidos y cierres y menos ingresos por impuestos. Y lo peor de todo es que, además del sufrimiento que generan en la población, estas políticas ni siquiera consiguen reducir el déficit y sólo agravan la crisis. El mejor ejemplo es Grecia, pero también podemos fijarnos en el caso español, cuyo déficit de 2012, tras un año de recortes y reducción del gasto no sólo no se ha reducido, sino que ha escalado hasta el 10%, en parte por los gastos generados por el rescate de la banca.

Son muchas las voces que claman por una política que favorezca el crecimiento como única salida para este círculo vicioso. Para ello será indispensable que la Unión Europea deje de tener en el punto de mira el déficit y empiece a favorecer el crecimiento y el empleo. Mientras tanto, seguiremos haciendo cábalas sobre cuándo mejorará esta situación, aún sabiendo que las políticas que llevan a cabo nuestros dirigentes no van a hacer nada para conseguirlo.

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