Corazón de mi patria
Cuando oigo, a la sazón de su ausencia, a algunos españoles envanecerse de España y de rey, siento una profunda lástima, una lástima doble, proporcionada por su ausencia en todo caso y por vergüenza de patria. '¿Por qué no te callas?', exhortó nuestro demócrata Borbón al dictador electo Chávez, con su buche y sus mollejas hinchadas de enjundia francesa y despotismo cañí.
“Qué grande el Rey”, escucho deducir, todavía, a los súbditos del Rey, que es hijo, re-hijo, re-nieto, sobrebiznieto y requetesobrino de sus castas medievales, que jalonan la historia de mi pueblo (éstos) desde el mil setecientos o por ahí, otros desde antes que llegaran éstos… y mi pueblo siempre, desde que era pequeño, con la misma cantinela: “Qué grande el rey, qué guapa la reina, qué hambre tenemos”.
Desde un país como España, secuestrado por poderes antidemocráticos, obediente a la oligarquía representada por el FMI y sus cónsules de la troika, hay quienes se aseguran de que la burguesía mantiene sus ganancias particulares a costa de nuestros sueldos, jubilaciones, horarios laborales, hospitales, escuelas, viviendas y vidas defenestradas, o vidas ahorcadas o quemadas a lo bonzo. Desde este reducto de la insensatez y el despotismo analfabeto, criticar a Chávez por “dictador” supone una oda y una alegoría de la esclavitud y la inconsciencia. Chávez nos representa, créame. El problema es que vivimos en un lugar en que los medios de comunicación pertenecen a los mismos que tienen secuestrado al país, que están transformando España para que sólo sea de aquí al futuro una colonia de ratas hambrientas, y Chávez eso no lo consentiría. Para eso estaba Chávez. Para eso quiso ser presidente y por eso encabezó la rebelión que restituyó la democracia en Venezuela, tras arrebatársela a un presidente neoliberal que, como Rajoy, mantenía supeditado a su pueblo a los intereses comerciales de la oligarquía colonialista estadounidense, a costa de reprimir violentamente las movilizaciones populares, como Rajoy, saldándose con más de trescientos muertos la gota que colmó el vaso de la paciencia de Venezuela y que fue llamada 'Caracazo'. Que Chávez no consentía que su pueblo se plegara a los intereses de las grandes corporaciones y desde entonces comenzó la gran campaña de los mass media, tal vez la campaña de descrédito más importante y ruin y obvia y execrable en muchas décadas, cuya efectividad no obstante queda patente en cada boca y cada lengua deslenguada de occidente. Para eso se han gastado tanto dinero, dando lugar a que 'columnistas' como Pilar Cernuda, la hija del falangista, pueda soltar sus mentiras en la prensa amparada en una “libertad de expresión” que sólo reconoce la libertad de los multimillonarios de informarnos según les convenga y de lo que les convenga.
Porque en Venezuela, democracia sí hay. De hecho y según Jimmy Carter, el expresidente de los EEUU, para nada sospechoso de socialista, Venezuela posee el sistema electoral más libre del mundo. Y Chávez y el PSUV han ganado hasta la fecha 13 elecciones en una democracia en la que cada vez participa más gente y en la que cada vez obtienen más votos. En una democracia en la que el 80% de los medios de comunicación, como aquí, son decididamente antichavistas y pregonan en sus portadas y noticiarios untados por la oligarquía “aquí no hay libertad de expresión” (¿?), y que patrocinaron un golpe de Estado militar en connivencia de magnates europeos como el genocida demócrata José María Aznar, que gracias a la fe del pueblo venezolano y la cohesión de su sistema democrático no tuvo mayores consecuencias.
Aquel día olía a azufre en los estudios de televisión donde rodaron imágenes falsas de supuestos policías del régimen disparando a manifestantes. Como también huele a azufre en la caverna de la ONU cada vez que comparecen los genocidas de occidente planeando guerras por petróleo y expolios por beneficios. “Payaso”, le contestó la Opinión Pública, bien entrenada por sus amos, a quien se atrevió a denunciarlo. Payaso. Payaso él, no nuestro líder que nos mete en una guerra para matar civiles y quedarse con sus recursos a fin de que empresarios privados se enriquezcan, no; payaso Chávez, que se santigua y canta, y eso es de payasos. Otra cosa es que cante Obama, que lleva chaqueta y mujer en propiedad, eso es de campechano, como el rey, que a veces habla con gente normal como si no fuera superior; eso es campechanía.
Entre otras payasadas, la piedra angular del programa de Chávez fue, en mi opinión, la soberanía. La soberanía entendida como soberanía popular. Un pueblo no puede ser soberano si no sabe leer ni escribir, por lo que el gobierno de Chávez ha alfabetizado un millón y medio de personas a través de las misiones Robinson I y II. Un pueblo no puede ser soberano si tiene hambre, con lo que el gobierno de Chávez está reduciendo la desnutrición y ya lo ha conseguido en más de la mitad, de un 7,7% a un 3,7% en 2010, facilitando alimentos subsidiados a 14 millones de personas. Que un pueblo no puede ser soberano si no tiene trabajo, con lo que la administración de Chávez ha reducido el desempleo hasta dejarlo en un 6,4% a día de hoy. Un pueblo no puede ser soberano si no tiene sanidad, para lo que se ha garantizado el acceso de los sectores desfavorecidos a la sanidad a través de la misión Barrio Adentro, equipando los hospitales públicos con la más moderna tecnología. Algo que aquí no parece entenderse, pero que la administración chavista sí entendió, es que un pueblo tampoco puede ser soberano si no tiene techo, por lo que llevan construidas más de 700.000 viviendas desde 1999. Y, casi principalmente, un pueblo no puede ser soberano si no dispone de los recursos legítimos de su propia tierra, con lo que el gobierno de Chávez ha incorporado a la población las principales industrias petroleras. Por eso a los venezolanos cuando dicen “patria” se les llena la boca y a nosotros nos corrompe una halitosis nefanda que ya no nos molesta de vivir acostumbrados a su hedor secular.
No sólo para eso ha servido el gobierno de Chávez. Para llegar a ese estadio evolutivo en la mentalidad de la gente ha sido necesaria una gran concienciación, y como las fronteras no entienden de vientos ni de gente, el mensaje y los valores que conforman su programa están a día de hoy construyendo hegemonía cultural no sólo en Latinoamérica, sino también en las vanguardias de muchos los países del mundo. A través de su impulso a la CELAC y de la creación del ALBA las naciones latinoamericanas en conjunto están consiguiendo su tan añorada independencia de la pulsión dictatorial yanki, negada por tantos años y a través de tantas formas, de tantos atentados, conspiraciones, destituciones y golpes de estado. Y creo que ya ni siquiera la violencia militar podrá mellar la mentalidad colectiva de tal manera que olvide todo lo bueno conseguido. Por todo esto hoy América Latina está latiendo como un corazón en mitad de la Historia, en gran medida gracias a un presidente cuya principal virtud fue el sentido común, la conciencia de clase y la integridad. De su historia yo extraigo mi espíritu, comandante Chávez, que te sea leve el peso de la tierra y que sigas latiendo, latiendo siempre, corazón de mi patria.