Mentiras a sabiendas
Resulta lamentable ver el tratamiento que muchos medios de comunicación conservadores, tanto públicos como privados, están dando al movimiento 15-M y a las abundantes manifestaciones y concentraciones que han tenido lugar en las últimas semanas en diferentes puntos del país.
Son muchos los medios y periodistas que están empeñados en mentir y en tergiversar la realidad, insistiendo en que el movimiento está vinculado a la extrema izquierda, que pertenece a grupos antisistemas o que son unos perroflautas que no saben lo que quieren. El último en echar más leña al fuego ha sido el Cardenal Rouco Varela al afirmar, nada más y nada menos, que los indignados “son jóvenes que no conocen a Dios, no conocen a Cristo... se encuentran con las vidas rotas, y si las soluciones temporales y materialistas no funcionan, como no están funcionando, el fracaso está servido, y la rebelión también, y el desconcierto todavía más. La Iglesia, haciendo amigos.
Es evidente que el 15-M no es nada de esto, sino un movimiento pacífico y completamente necesario. Quiero pensar que es algo que incluso los mismos que día a día cargan contra los indignados saben de sobra, por mucho que se empeñen en demostrar lo contrario.
No creo que pedir una reforma electoral para que cada voto valga lo mismo, independientemente de donde proceda, sea ni de derechas ni de izquierda, sino de sentido común. Al igual que pedir una regeneración de las instituciones democráticas, la exclusión de los imputados por temas de corrupción de las listas de los partidos, exigir el derecho a una pensión digna, tener posibilidad de acceder a una vivienda o defender los derechos de los trabajadores.
Excepto algún acontecimiento de violencia aislado y protagonizado por una minoría (tema Cataluña, que tristemente eclipsó un hecho todavía más violento: el enorme recorte social que iba a aprobarse aquel día y que tendría consecuencias desoladoras tanto en sanidad como en educación), la inmensa mayoría de manifestaciones han trascurrido de manera cívica y pacífica, y todo parece indicar que las que vengan seguirán siendo iguales de tranquilas.
Pese a quien pese, el 15-M sigue fuerte y con ganas de cambiar las cosas. De momento, parece que lo están consiguiendo: el Congreso ha aprobado por unanimidad estudiar algunas de las propuestas del movimiento. Esperemos que, por el bien de todos, no queden en nada.