Senadores a la porra

Tanto como se ha comentado la inutilidad del Senado en España, y a ningún partido político de los que albergan dinosaurios en sus filas se le ha ocurrido plantearse su eliminación. En Irlanda y por aquello de ahorrarse veinte millones de euros, que no está nada mal por mucho que ello no vaya a ayudar demasiado a eliminar siquiera el déficit irlandés, están debatiendo en el Parlamento la supresión de semejante cosa, el Senado. La mayoría de la coalición gobernante, que es la que ha sacado el tema a debate, cuenta con credibilidad y parlamentarios suficientes como para llevar a efecto esta supresión a corto plazo.

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La coalición laborista conservadora que gobierna en la isla verde, ha considerado ya públicamente la irrelevancia de este tremendo e inútil aparato institucional; pero no queda ahí la cosa, pues el primer ministro irlandés, el democristiano Enda Kenny sostiene que hay demasiados políticos en su país, y que el órgano que componen sesenta senadores es, para colmo, anticuado y elitista. Ya nos gustaría oír aquí a la gauche divine decir cosas parecidas. Ni de coña. Aquí la izquierda, con todo el personal militante peleándose por el bollo de pan con mortadela, no van a suprimir una cámara, altísima dicen, con nada menos que doscientas sesenta y cinco señorías allí tan ricamente sentadas, en ese hogar del pensionista de ambigú subvencionado donde sueñan que su trabajo es efectivo, que sirve para algo, haciendo las criaturitas de la tertulia de café un juego en el que intervienen señores muy serios que hacen de políticos, de gestores de la cosa pública. Ja. 

Aquí se le ocurre a la derecha, o al centro derecha, como prefieran llamarlo, que se va a cargar el Senado, y sale el Almodovar al campo diciendo que están preparando un golpe de estado, los cómicos en general se colocarían detrás de una pancarta enorme con la palabra 'no' bien visible y los de la Puerta del Sol abrirían un debate libre y participativo entre ellos para ver qué hacer con el Senado y quién hace las tortillas de patatas en la previsible ocupación de la plaza pública madrileña y de ellos.

En estos jodidos tiempos, que lo son para todos a excepción de para sus señorías, que continúan viviendo en una nube donde la crisis es virtual o, en todo caso, la conocen de oídas, no estaría mal dar una patada en el culo a esta banda de inútiles, de floripondios de plástico que para nada ennoblecen un sistema democrático tan alejado de su misión fundamental, cual es la gestión y control de la cosa pública, y no un gastaero de dinero y una poca vergüenza que es en lo que el pudridero político español ha convertido a instituciones como esta del Senado y como otras, muchas otras que para nada resuelven y que no son más que pesebres dorados en los que los deshechos de tienta sueñan con ser lo que en otro tiempo fueron, nada. Basta ya. Ni crisis ni sancrisis. Basta ya de tonterías. El descanso y la vacación que se lo pague cada cual de su bolsillo. A la porra con el Senado. Con nuestro dinero, con el de los impuestos de todos los curritos españoles, no se juega. O no se debería, mejor dicho.

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