Voyeurismo consumista

Huelva está a punto de convertirse en la cuna del voyeurismo consumista. Sí, esa conducta parafílica que consiste en deambular con parsimonia entre escaparates y probadores, excitando el órgano óptico con cientos de estímulos textiles sugerentes e incitadores del deseo comprador, aunque sin culminar.

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Tras el rotundo y aplastante éxito del Aqualón Puerto (como diáfano, techado y climatizado espacio en el que resguardarse de las condiciones meteorológicas, pero un fracaso como negocio), al grupo Carrefour Property se le ha ocurrido la brillante idea de multiplicar y concentrar la oferta comercial onubense. El faraónico proyecto se llama Holea (que suena a ‘oleá’ de tiendas, lo que viene siendo una ‘pechá’). Decenas de establecimientos, plazas de aparcamiento, zonas de ocio, y, claro está, la creación de miles de puestos de trabajo llamados directos, el gran filón que explotar para su aceptación social. La panacea de jóvenes estudiantes o recién licenciados, ávidos de encontrar una fuente de ingresos. Cuidado con la letra pequeña. Y con la grande, que ya es casi igual de peligrosa. Pan para hoy (migajas), hambre para mañana (y mucha). 

Una apuesta por contratos rápidos, sí, como la comida basura; fácil y barata, pero indigesta y poco nutritiva. Aunque ponte a elegir. El caviar desapareció del menú hace tiempo. La conclusión es que muchos chavales entrarán en contacto con el mercado laboral a través de estas ofertas, lo cual generará una bolsa de futuros (a corto y medio plazo) nuevos parados para meses venideros. La euforia por las previsibles halagüeñas próximas cifras de empleo será efímera y falaz. Un espejismo. El concepto indefinido suena a chiste de mal gusto hoy en día. Pero, oye, cotizas, todo legal y no te pagan en especies, ni en negro, ni en vales de descuento en la propia tienda. Mejor no doy ideas. 

Los padres del mamotreto comercial se jactan de que atraerán a una media de 8 millones de visitantes al año y que el complejo ejercerá un radio de influencia en 170 kilómetros a la redonda. Que no digo yo que un habitante de Cumbres Mayores no vaya a quedar obnubilado de tal manera que recorra de norte a sur la provincia para comprarse unos calcetines o una boina. Pero si analizamos en profundidad, ¿a qué latitud exactamente se refiere esa área de repercusión? 

Al sur está la Isla de Perejil, y quitando la cabra de la legión y algún ave despistada (que no los veo como targets de facto), el enclave carece de potenciales compradores. Al este, los sevillanos tienen sus cosas, pero no creo que se le retuerzan tanto las neuronas como para cruzar la A-49 para visitar nuestras flamantes tiendas, contando con múltiples instalaciones de esta índole allí. Al oeste, los vecinos lusos vendrán en mayor o menor medida cautivados por unos precios más competitivos. Pero el bolsillo portugués esta carcomido por impuestos y una gestión económica del país aún más nefasta que la nuestra. Sin olvidar que, por ejemplo, Faro cuenta con un coqueto centro provisto de decenas de establecimientos. El aeropuerto y el consiguiente trasiego de extranjeros por sus fronteras lo justifican. 

Sin olvidar que este viraje colonizador de las grandes marcas supone sepultar el angosto nicho de los pequeños comerciantes, obligados a instaurar un periodo casi perpetuo de rebajas. El proceso de desertización del centro de la ciudad acelerará su curso. Otro ensanche más de la capital, que se estira por los extremos y estrangula en el núcleo, en su medular. La arteria comercial pasará a ser un capilar subyacente, al que las cadenas de renombre no renunciarán a dominar, manteniendo algunos de sus comercios para evitar perder la supremacía en ningún punto estratégico. Muerte para los negocios de siempre.  

¡Ah!, olvidaba otro alarde de visión empresarial sin parangón. Para la ingente masa social onubense que acude religiosamente y con regularidad al cine, en Holea se abrirán la friolera de ocho nuevas salas de última generación (traducción: a diez euros mínimo la entrada). RIP cine Aqualón. O quizás no. Quién sabe si el nuevo engendro sucumbe antes o ambos templos de la gran pantalla se destruyen mutuamente de manera simultánea. Demasiados cadáveres: El Emperador, el cine Rábida, el Fantasio, La Dehesa… 

Holea sale de cuentas en noviembre, cuando está previsto su alumbramiento. Como a los recién nacidos, se le colmarán de visitas en los primeros días, como curiosidad para especular sobre si se parece a la madre o al padre, simplemente por la novedad o para no ser el último en estar al tanto. Fervor, ímpetu, ansiedad… un amalgama de promociones, ofertas de lanzamiento, descuentos de apertura, anzuelos bien cebados. A partir de ahí… de nuevo el culto al voyeurismo, más sofisticado, variado y moderno.

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