Acción directa
Como es navidad podría jugar a ser optimista, pero no lo seré. Y si no lo hago es porque no hay nada alrededor que me permita elegir esa opción. Si cuando en las últimas elecciones el PP predicaba regeneración, hoy ven con lo que nos hemos encontrado: caso Bárcenas, que podría salpicar a la cúpula del PP y a miembros del gobierno, incluido su presidente; los aparentes manejos de la familia Aznar Botella en Caja Madrid y Bankia; las irregularidades en el gobierno popular de Madrid por las que la expresidenta, Esperanza Aguirre, ha declarado como testigo; el caso Blesa, en el que si se profundizase, ya veríamos hasta dónde puede llegar y alcanzar a qué otros poderosos del sistema.
Lo último ha sido la imputación de la esposa del presidente del actual de la Comunidad de Madrid y la irrupción inmediata del fiscal anticorrupción para que sea desimputada. Por otro, lado nos encontramos con la trama de los ERE en Andalucía y el esfuerzo de la Audiencia Provincial de Sevilla por librar a Chaves y Griñán.
El caso de la corrupción en UGT y los intentos de Susana Díaz, actual presidente de la Junta, por investigar solo los asuntos de relevancia informativa. Las universidades que no reciben el dinero que la Junta les adeuda desde hace tiempo y tienen que aplicar severísimos recortes con despidos incluidos, como ocurre en la UHU; los trabajadores de las escuelas de hostelería que han estado sin cobrar durante meses mientras se vuelve a subvencionar a los sindicatos con el dinero de todos.
La casa real, depositaria de la jefatura del Estado por decisión del general Franco, se halla bajo sospecha de presunta corrupción en la figura del yerno del rey y posiblemente de la hija del mismo, la infanta Cristina, cuyas facturas fraudulentas han sido admitidas como buenas por la Agencia Tributaria. En este y otros casos, el fiscal anticorrupción hace las veces de abogado defensor enfrentándose al juez que estudia el caso. Por su parte, el jefe del Estado, Juan Carlos de Borbón, fue sorprendido matando elefantes en un safari en África mientras el pueblo español se achicharraba en la crisis. Por si fuera poco, se descubrió una relación amistosa altamente sospechosa con la princesa Corinna mientras la reina Sofía actúa públicamente como si no sucediera nada. Y el heredero ha elegido una esposa, Letizia Ortiz, cuya altanería y desapego a la sociedad y a sus obligaciones como Princesa de Asturias le va granjeando, cada vez más, la antipatía de los españoles.
Nos dicen que las cosas van mejorando y que aún estarán mejor el próximo año, cuando las cifras macroeconómicas se irán corrigiendo. Pero la verdad es que el desempleo es el propio de un estado poco desarrollado y el de Andalucía, el de un país subdesarrollado. Y ésto a pesar de la salvaje reforma laboral llevada a cabo por Fátima Báñez, que hizo aumentar el número de desempleados de un modo brutal y que ha llevado a la bajada de los salarios de los trabajadores y al empleo, en algunos sectores, de semiesclavitud . Los jóvenes no vislumbran el futuro y emigran allí donde puedan tener vida. Los despedidos de 40, 45, 50 o 55 años han sido abandonados a su propia suerte esperándoles una dura vejez porque, de momento, el empleo para ellos está totalmente vedado y los funcionarios ven sus emolumentos anuales bastante recortados.
La verdad es que somos gobernados, desde el gobierno o desde fuera de él –los bancos, los ayuntamientos, etc-, por un grupo de poderosos, en muchos casos millonarios, sin sentimientos ni escrúpulos, instalados en el capitalismo y el liberalismo más despiadados. Unido a todo ello, el problema territorial expresado esencialmente en Cataluña, anuncia que antes o después el choque se tendrá que producir porque la negociación y el acuerdo parecen imposibles. Aunque la sociedad se está comportando con tranquilidad y resignación, quizás en un futuro no muy lejano, en España, las cosas se terminen solucionando como siempre se ha hecho, con acción directa y lo que ello conlleva. Por ello, lo mejor sería atreverse a reformar en profundidad la Constitución –yo preferiría la refundación del Estado y la instauración de una república de ciudadanos- , llevar a los tribunales a todos los que se han quedado con el dinero público, hacer imposible que se pueda llegar a la misma situación y redactar una nueva ley electoral. Pero, evidentemente, con todo lo narrado y más que conocemos, el optimismo únicamente puede quedar para los que están sacando partido de la situación y del empobrecimiento de la sociedad.