Huelva, anciana y escondida
El 2014 se despereza con fuerza en Huelva. En pleno apogeo de su absoluta bisoñez, recostado sobre la incubadora, enérgico e inquieto, reacio al inmovilismo de esa jaula postnatal, el año nace como de costumbre con una ristra de números debajo del brazo. Por desgracia, esas cifras llegan en papel mojado, calado por las lágrimas y el sudor exprimidos hasta la saciedad, y no como un vergel de tez púrpura, formato rectangular y con referencias a la UE y el BCE tatuadas. Es decir, muchas estadísticas y poco parné.
El 2014 exhaló un suspiro de aliento y alivio contenido en su nacimiento. Ha sido gestado en un útero hostil, en las entrañas de 2013, con un cordón umbilical como soga amenazante más que como fuente de alimento de una placenta marchita y yerma en nutrientes. Era un parto esperado, anhelado más bien, aunque las matronas (que somos todos) observamos con estupor que el retoño viene de culo. La única opción viable es la cesárea a las bravas, sin epidural, que llega la cuesta de enero y no está la cosa para lujos. Con tanto recorte en sanidad, se barajó la alternativa de que el propio vástago, emulando algo que únicamente Macgyver y Chuck Norris han logrado antes, se encargara de asistirse en su propio nacimiento.
Más allá de símiles obstetras (ya pueden descansar los estómagos sensibles), tras olisquear las putrefactas esencias y fragancias de la miseria (e impregnarse de ellas), el agua de colonia huele a Chanel nº 5. Las pituitarias relajan su sibaritismo y se rinden a cualquier aroma que no desprenda un hedor a cloaca como el que flotaba en la atmósfera de 2013. No le conozco de nada, pequeño 2014, y nada más lejos de mi intención que dispensar una ofensa o afrenta infundada hacia vuesa merced, pero es que no viene usted de buena familia.
Enero es un mes de fuego cruzado de estadísticas a discreción. El momento de presentar balances, presupuestos, inversiones, apuestas, previsiones, promesas… La ocasión pintiparada para resetear la gestión y tramar un guión nuevo, partiendo de cero y desdeñando lo ocurrido en el episodio anterior. Lo que para los mandatarios es una simple secuela, para los contribuyentes es un terrorífico bucle en plano secuencia y sesión continua.
Los políticos (pido disculpas de nuevo a quienes padecen del estómago) son auténticos ilusionistas, laureados expertos en la ciencia infusa, capaces de desmontar el mito de las matemáticas como referente de la exactitud. Como ejemplo sirvan los 1,6 millones que el Patronato de Turismo de Huelva destinará al sector este año, lo cual supone un incremento de casi el 5,5% respecto a 2013. ¿Noticia positiva?, a priori pareciera que sí, puesto que implica intensificar los medios en un área potencialmente prolífica. Sin embargo, sigue sin rentabilizarse lo invertido. Las deficientes infraestructuras onubenses exigen un esfuerzo extra en el apartado de la promoción para conseguir atraer a los visitantes y contrarrestar el negativo efecto de sus carencias logísticas. Al final termina traduciéndose en un desembolso vano, un torniquete taponador de una hemorragia cuyo origen se ubica en otra raíz. Habrá que preguntarle a la Universidad de Huelva qué opina de este aspecto, especialmente tras ver reducido su presupuesto en 11 millones de euros.
Si tiras de la manta para abrigar tus fauces, la hipotermia se traslada a los pies y ya decía Pereza que “con los pies fríos no se piensa bien”. Un dispendio por un lado desencadena una privación por otro, especialmente cuando no hay más tela que cortar. Mientras, la siniestralidad laboral se dispara en Huelva, siendo en 2013 la provincia con peores datos de toda Andalucía, contabilizándose más de 4.800 accidentes, un 4,2% más que en el año anterior. Unas cifras que evidencian el escaso marcaje a las empresas desde las administraciones para controlar el cumplimiento de las directivas de seguridad en el trabajo.
En el festival de datos, el Ayuntamiento se vanagloria de la tramitación de casi 400 licencias exprés para la apertura de nuevos negocios hasta este pasado mes de diciembre, lo cual significa cebar el volumen de nuevos comercios en la capital. Es innegable que el aire fresco que permita transpirar al tejido empresarial onubense siempre es un motivo de esperanza. Pero en todo caso, tampoco hay que olvidar que un porcentaje considerable de ese incremento se ha concentrado en Holea, que no es precisamente un aglutinador de pequeños o medianos empresarios, sector más castigado por la crisis. Más del 50% de las Declaraciones Responsables se gestionaron en el último semestre, periodo de irrupción del centro comercial de Carrefour Property.
Los albores de 2014 son fieles a su cita con algunos clásicos: Baltasar (a punto de igualar el expediente delictivo del Lute), de nuevo en el banquillo de los acusados (esta vez en Cartaya) como presunto autor del lanzamiento de una peonza a una espectadora; así como con los preceptivos escarnios socialistas al alcalde, al que le felicitan las fiestas definiéndolo como “anciano escondido”. Quizás Pedro Rodríguez esté hibernando, ahíto tras un opíparo festín de ineptitud opositora; confortable en su madriguera municipal, sin depredadores peligrosos a su acecho, con unos rivales políticos enjaulados en su propia inocuidad y docilidad. Visto lo visto, su anquilosado y polvoriento trono está a buen recaudo.