El mercadeo europeísta
Las elecciones europeas, que ya están a punto de celebrarse, implican un reto para los partidos políticos puesto que tienen un significado de primarias para algunos –PP y PSOE–, de confirmación de ascenso –IU y UPyD– y de ensayo para formaciones como Ciudadanos (C’s) y Vox o Podemos. Para las coaliciones nacionalistas, conllevan el apoyo o no a los diferentes procesos soberanistas abiertos en el estado español y para la mayoría de los ciudadanos, no significan absolutamente nada.
Con toda probabilidad, la opción ganadora será la abstención: la desconfianza en la política y los políticos, la lejanía con la que los electores ven las instituciones europeas más una abstención activa como protesta por el papel que España tiene en la UE y por las dificultades a la que ese club de ricachones nórdicos están sometiendo a los estados periféricos, llevarán a un importante vacío en las urnas.
Es mi punto de vista que el tratado de adhesión a la Unión por parte de España tendría que ser denunciado y renegociado ya que nos ha traído como consecuencia una desindustrialización masiva a cambio de unas subvenciones que se acaban y nos dejan como estado de agricultores y camareros y, en menor medida, pescadores. Mientras tanto, el pangermanismo nos obliga a tomar medidas económicas de empobrecimiento de la población y prevaricación del mercado laboral, mientras soportamos unas tasas de desempleo de países tercermundistas, como sucede en Andalucía.