panfletos contra todos
España va bien
Mientras España va bien, aunque podría ir mejor, los partidos conservadores que se alternan en el poder andan muertos de miedo con el Pepito Grillo que les ha salido desde la indignación por ellos mismos provocada y alentada. Ya está bien de derroches y pocas vergüenzas. Se podría esgrimir que lo robado no significa demasiado en relación al monto total de los presupuestos generales del estado, que es un coste asumible por el propio sistema democrático. ¿Cuánto, un cinco por ciento, un seis? Da igual, no se trata de si es mucho o es poco, se trata de que los ciudadanos elegimos a unos representantes públicos para que gestionen el dinero de nuestros impuestos, no para que se lo tiren por las patas abajo o lo tengan a buen recaudo en un paraíso fiscal. Ya está bien, hombre. Ya está bien.

Ahora nos cuentan que están firmemente reaccionando contra todo ese descontrol tan conocido como sabido tiempo ha. Reaccionan algunos más y otros menos, si no miremos nuestro propio ombligo: en Andalucía sólo encuentran jueces y fiscales dificultades u ocultación de datos por parte de la Junta de Andalucía, siendo esta comunidad autónoma campeona absoluta en latrocinio e inmoralidad, para lo cual basta saber sumar para ver que el monto de lo desaparecido con los eres o lo distraído con los famosos cursos de formación, superan en mucho a todo lo que en Suiza atesoran esa partida de mangantes que ¡por fin! empiezan a cruzar el umbral de un presidio. A buenas horas mangas verdes. Treinta y tantos años de democracia y a nadie se le ocurrió antes poner dificultades a la mangancia más repugnante. Y ¿por qué ahora?, pues porque los conservadores del Partido Popular y del Partido Socialista andan acojonados con la sola posibilidad de perder el poder.
Las encuestas dicen unas cosas y las votaciones dirán otra muy distinta. Eso lo saben bien los partidos conservadores que quieren seguir conservando el poder. De ahí que los socialistas, por ejemplo, se nieguen a firmar pactos anticorrupción o sigan apuntando al otro sin mirar en el pesebre propio hasta donde alcanza la mierda. Saben que acusando de corruptos a los otros se están acusando ellos también, que el discurso catastrofista no hace sino alimentar el populismo del partido que los tiene acojonados a todos, pero saben también que una cosa es opinar y otra muy distinta votar. Cuando lleguen las elecciones generales, todos esos que afirman que no volverán a votar a su partido de siempre, estarán ya lo suficientemente atemorizados como para ir a votar conservador -a unos o a otros- antes de desayunar y para que no se les atragante el cruasán.
Hoy, con las encuestas anunciando a cinco columnas que el muchacho de la coleta grasienta se llevará de calle unas elecciones con su discurso fácil y tremebundo, ustedes podrán pensar que yo deliro, pero cuando se haga el recuento de las generales se podrá ver con claridad como el invento de las televisiones controladas por los conservadores del Psoe para quitar votos a IU se desfonda lo suficiente como para que la serenidad y el sentido común puedan seguir gobernando en España. Al final, quienes perderán serán precisamente quienes crearon al monstruo. Ellos, tan listos como son, que se fueron a estudiar a lo mejorcito de los Estados Unidos, los pijos de la gauche divine destinados a manejar la finca de papá, no repararon en que para Ciencias Políticas mejor la vieja Europa. Aquí no se crean binladenes ni se suprimen regímenes autoritarios como los de Husein o Gadafi para terminar sumiendo en el caos a toda una región.
Aquí no somos tan tontos como para hacer cosas parecidas. El muchacho de la coleta con su discurso fácil y su aire redentor, se sentará en el Parlamento para soltar allí sus trivialidades, tendrá una buena clap, pero ya está. En España, como en todos lados, tenemos el corazón en la izquierda pero la cartera en la derecha. Al fin y al cabo, España va bien, podría ir mejor, mucho mejor si no hubiera tanto mangante suelto, pero va bien. No hay que preocuparse tanto, solo lo necesario.