La niña precoz de Huelva
Hace 16 años Huelva daba a luz a una niña prodigio, un talento precoz que tardó poco en superar las expectativas de quienes profetizaban en su horizonte un futuro prometedor. Era una hija deseada y muy esperada por la familia onubense, y llegaba con muchas dosis de ilusión debajo del brazo. La gestación fue fruto del amor desmedido por el baloncesto. Así, de la unión del CB Gilest y el V Centenario-Ciudad de Huelva, en 1999, surgió un retoño con genes privilegiados y un entorno más que favorable para su educación.
El baloncesto onubense se sometía a un proceso de fecundación artificial no exenta de riesgos y con porcentajes inciertos de éxito. Los recelos eran inevitables, pero la noticia fue festejada de manera mayoritaria. La ciudad no era ni mucho menos primeriza en el rol de padre adoptivo y acogió a la heredera del basket femenino con los brazos abiertos. Las gradas del Andrés Estrada han sido testigo de cómo la afición onubense la ha mecido con fervor entre sus brazos amamantando el sueño.
Sus progenitores decidieron llamarle Club Baloncesto Conquero, nombre choquero donde los haya y con un matiz etimológico franco-anglosajón muy alentador (conqueror significa conquistador). Un nombre al que posteriormente se le fueron añadiendo nuevos apellidos en referencia a los tutores legales que iban encargándose de su manutención y desarrollo (los patrocinadores).
Tras un proceso de adaptación mínimo, pronto se postularon como alumnas aventajadas en el jardín de infancia, en el aula E de la Primera División Nacional. Los aprobados se sucedían con notas destacadas en sus exámenes y finalizaban el curso escolar entre las primeras de su promoción.
Esa excelencia les valió el ascenso al siguiente nivel lectivo, la Liga Femenina 2, tan solo unos años después. La guardería quedaba atrás y empezaban a gatear entre gigantes. Apenas contaban con edad de dar los primeros pasos firmes, pero el Conquero ya correteaba y aprendía a contestar con insolencia a sus rivales mayores.
No todo fueron recreos y juegos. El Conquero hincó los codos para sacar adelante una de las asignaturas más exigentes y extenuantes: el sufrimiento. Cada fin de semana recibía lecciones de entereza y resistencia ante las adversidades, un valioso complemento curricular que les permitió mantener la categoría y afianzarse en ella. Las derrotas llegaron, pero el grupo no se desmembró y siguió creciendo. El desencanto y la frustración eran créditos de libre configuración deportivos que el Conquero decidió incluir en su expediente para convalidarlas por experiencia en futuros retos.
En 2011 llegó el cénit de su madurez. Tras varias temporadas como una de las cenicientas, tocó ser la madrastra. Cuando hubo que mandar, sacar el carácter y dar lustre a la calidad, demostraron que estaban capacitadas para ello. Tras un año mágico en el que lideraron la clase, se presentaron a Selectividad sin nada que perder. El objetivo era una plaza universitaria, adjudicarse un puesto en la máxima categoría, la Liga Femenina. La victoria ante el Universidad del País Vasco en aquel playoff de ascenso les permitió iniciar sus estudios superiores para aspirar a ser campeonas de todo, una carrera ambiciosa que a punto ha estado de rubricar de manera prematura en Torrejón de Ardoz el pasado 15 de febrero.
En aquella fecha se graduaron con honores. Con su profesor particular Gabi Carrasco y la jefa de estudios Rosa Espada a la cabeza, hicieron sudar a una licenciada con loores europeos como el Perfumerías Avenida de Salamanca. Palabras mayores. Y en un escenario de fantasía, la final de la Copa de la Reina. Aquella foto ejerce ya de orla de una plantilla que ha dejado obsoleto el título de revelación para lucir con orgullo en el cuadro de honor del baloncesto femenino.
Además de su currículum, la envidiable apuesta por la cantera, el interés por la integración social, la promoción de los valores deportivos en la juventud y de las escuelas de verano convierten a esta niña prodigio en una ciudadana modélica, un espejo en el que reflejarse para instituciones y clubes de nuestra capital.
@ManuelGGarrido