Platero y el fuego

“(…) De pronto, salta un estridente crujido de ramas verdes que empiezan a arder; luego, el humo apretado, blanco como armiño, y la llama, al fin, que limpia el humo y puebla el aire de puras lenguas momentáneas, que parecen lamerlo”.

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No imaginaría Juan Ramón Jiménez cuando escribía estos versos del capítulo CXVI, 'Las llamas', de Platero y Yo, que aquel noble animal, suave como el algodón y con espejos de azabache, sería el responsable de velar por Doñana para que luciera cada mañana como un gran panal de luz. “Y ahora, Platero, hay que hacer algo, que siempre no vas a estar de holgazán”. Llega el verano, y nuestros burros se ponen manos a la obra.

Desde hace varios años, una Unidad de Asnos dirigida por la Asociación ‘El Burrito Feliz’, se encarga de comer los pastos secos de las zonas áridas de difícil acceso, para impedir el avance de posibles incendios. Incansables, a pleno sol, trabajando sin descanso, a jornada completa, protegen uno de los pulmones de Huelva y de la parte occidental de Andalucía.

Dócil, leal y afable, este mamífero, escasamente ensalzado y habitualmente vilipendiado es guardián y custodio de uno de nuestros tesoros ecológicos más valiosos. “¡Si al hombre que es bueno debieran decirle asno! ¡Si al asno que es malo debieran decirle hombre!”, contaba Juan Ramón Jiménez.  

Unos 14 animales abnegados recorren los espacios de mayor riesgo de incendios para fabricar, con su laborioso segado, cortafuegos naturales. “¿No te gusta el fuego, Platero?” Las tareas de desbroce son arduas y minuciosas, bajo la obnubilada supervisión de una serie de voluntarios (en su gran mayoría norteamericanos) que vigilan y cuidan que estos bomberos estén perfectamente avituallados. Su rutina diaria en la época estival es simple, comer y comer. “¡A cuántos triunfos tienes que renunciar, pobre Platero! ¡Tu vida es tan sencilla como el camino corto del Cementerio viejo!”.     

La asociación carece de apoyos, las administraciones siguen dando la espalda a iniciativas como esta, que preservan el ecosistema sin interferir de manera artificial el entorno. Con sus propios fondos, adquirieron una finca en Hinojos, que es la residencia de estos inquilinos que abonan su alquiler sobradamente con una inefable ayuda a la comunidad.  

La idea ha despertado gran interés dentro y fuera de nuestras fronteras e, incluso, ya hay solicitudes para ampliar el campo de acción de estos bomberos, cuya fama está adquiriendo una repercusión internacional. Y es que nuestros burros, como decía el poeta moguereño, no lo son en el sentido vulgar de la palabra ni con arreglo a la definición del Diccionario de la Academia Española.

@ManuelGGarrido

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