Pasado, presente y futuro
De aquellos polvos vienen estos lodos. El Recreativo de Huelva atraviesa de nuevo por una situación caótica en el plano institucional y financiero. Las buenas intenciones de hombres comprometidos por la casa como Benjamín Naranjo o Manolo Toledano no bastan para zanjar la espiral de crispación en el entorno albiazul, tras iniciarse la temporada como demasiadas similitudes a la anterior.
Nuevas promesas de cobro, nuevas aseveraciones, pero el dinero sigue sin aparecer en el Decano y su caída libre no tiene fin. Si a eso le unimos un comienzo de Liga bastante discreto con tres derrotas consecutivas, en una temporada en la que desde el propio club se le ha catalogado como equipo a batir, nos habla de que pocas cosas han cambiado, por no decir nada.
El problema de Gildoy, sus actuales propietarios haya o no haya Fondo de Inversión o mexicanos, fue su puesta en escena tras llegar al club. Ya en enero del 2011, Pablo Comas hablaba en distintas emisoras de su plan de guía en el club, haciendo gala de una inusitada superioridad con respecto a la reciente gestión del Consejo de Administración que presidió José Miguel de la Corte. Pudo haber facilitado mucho más las cosas, pero se prefirió apuntar alto y no recurrir a una llamada a la unidad desde la mesura y la prudencia. No al menos en ese momento.
Declaraciones en Odiel Radio como “ellos conocían lo básico del reglamento de la Liga de Fútbol Profesional, pero no se conocían lo básico de donde estaban. Esto es una empresa en una administración concursal y entonces, el impago a Hacienda o Seguridad Social en un equipo que está en proceso concursal, significa su liquidación. Con eso lo he dicho todo y el que está hablando, es la voz de la ignorancia. Parece mentira que donde ha estado, no se haya enterado“, mostraban claro la beligerancia y forma de actuar de los nuevos propietarios. El club pasaba de ser Municipal a ser de propiedad privada, o lo que es lo mismo, a ser manejado según los intereses personales de las personas propietarias del paquete accionarial mayoritario. Además se permitían el lujo de dar lecciones de cómo realizar la gestión de un club, con respecto a impagos de cantidades.
Pero lo triste de todo esto es ver como al margen de las formas, sus palabras no han ido acompañado de hechos. No ha sido más de lo mismo, ha sido peor. La gestión de Gildoy en estos cuatro años ya se conoce. El año pasado de locura amenaza con repetirse si no aparece el maná en forma de inversión pura y dura. Si nadie da el paso adelante, no existe futuro. Ya sea en forma aportación dineraria de los actuales propietarios, irrupción de nuevo propietario con verdadero musculo financiero o que la propia afición sea la dueña de los designios del club, previa coalición con el tejido empresarial onubense o que la propia ciudadanía diera el paso adelante. Fácil no es, más bien es una empresa difícil, pero muchos sueñan con la posibilidad y no se darán fácilmente por vencidos.
Errores pasados que condenan la viabilidad de una entidad con más de 125 años de historia. Esa gestión modélica de la que hacían gala en su día, tras la firma del acuerdo singular con Hacienda, les hizo cometer el lujo de dejar declaraciones que revisadas ahora llaman la atención cuanto menos. “El acuerdo con Hacienda es una fantástica noticia, ya que con ella el club deja de tener una espada de Damocles pendiente de su futuro. El club abonará durante los próximos seis años y once meses unos 8,5 millones de euros de deuda, en unos pagos mensuales que serán en total ochenta y tres, y que irán de menos de 70.000 a más de 100.000 euros a partir de la temporada 2015/2016. Tengo que destacar que con anterioridad nos negamos a firmar un convenio, ya que este Consejo solo se comprometía en el caso de que se pudiera cumplir y fuera adecuado a lo que se puede permitir el club. Es cierto que Hacienda ha impedido nuestro normal funcionamiento, pero lo importante es lo que se ha conseguido al final. Pero Hacienda ha abusado de su posición de fuerza, al igual que es un abuso deberle más de 10 millones. Hay que recordar que cuando se deja de estar bajo el control de los administradores concursales, la deuda es exigible, aunque la ley impide el abuso. Pero el club tiene un saldo positivo en sus cuentas, hay que congratularse de ello. Tenemos más de lo que debemos, ya que hemos sido hormiguitas con nuestra gestión“, dijo Pablo Comas en rueda de prensa.
Elogios a una gestión que pronto terminó dando la cara en forma de problemas. El principal error fue desprenderse del paraguas de la administración concursal. Unos administradores a los que ahora se les coloca en el disparadero, al decir que fueron los causantes de que con el pago de sus salarios hubiera ‘dificultades de tesorería’, y que ya en 2011 se ironizaba con ellos por permitir que se incrementase la deuda del club. “Lo que hay que hacer es darles un fraternal abrazo, porque lo que han hecho ha sido con la sana intención de ayudar al mantenimiento del Recreativo de Huelva. Que no les busquen las cosquillas a los administradores concursales, porque todo lo que han hecho ha sido a favor del club“, decía Pablo Comas en Cope Huelva. Una deuda que también se ha incrementado y mucho, como así reflejan las cuentas de la temporada 2013/2014. Y es que las prisas por dejar el proceso concursal no han servido para rentabilizar una mejor gestión, sino para escenificar el desastre financiero en estas últimas temporadas.
Volviendo a recurrir a la hemeroteca, en junio del 2012, Pablo Comas se congratulaba en ‘Los desayunos de la Caja Rural’ de que “a partir del 18 de julio, día de la Junta de Acreedores, el Recreativo puede volar solo, siendo tutelado únicamente por una comisión de control de cumplimiento del convenio, pero sin el yugo de la administración concursal“. Y tanto que voló.
El club llegó a un acuerdo con Hacienda para el aplazamiento/fraccionamiento del pago de 8.621.434,46 euros, consistente en el pago de 81 cuotas que se extendían desde el 21 de marzo del 2013 al 20 de noviembre del 2019. Inicialmente se pagarían 60.000 euros, hasta terminar de pagar en el último plazo unos 151.381,16 euros en los últimos dos meses. Un acuerdo exigente en el que no se podía fallar y en el que Comas explicó en su día que “es innecesario estar en Primera División para afrontar el convenio, ya que este sólo contempla un único escenario que es solamente la Segunda División. Por supuesto que la Segunda B ni se contempla, porque es absolutamente inviable. A la cifra que se dice de 1.700.000 euros no se llega hasta el sexto año. Cabe de sobra, ya que los administradores concursales ven que ese plan de pagos se puede hacer, que es de 8 años pero no a partes iguales, como también lo ve el juez. Eso es lo que realmente importa“.
Pero la realidad fue otra. No sabemos si fue antes el huevo o la gallina, pero los nulos recursos con los que contaba el club en su momento le impidió tener margen de maniobra para reaccionar al pago ineludible a los administradores concursales, a los que aludieron para justificar el impago a Hacienda. Dos cuotas que originaron en enero del 2013 la vía de apremio y luego los embargos que tuvieron maniatado al club en la Liga Adelante. Ahora sin televisión, solo la inyección económica externa puede levantar al viejo abuelo.
Se han salvado dos ‘match ball’ en estos meses de julio y agosto que han evitado el descenso administrativo a Tercera División y han levantado los derechos federativos. El club sigue adelante, pero con su futuro comprometido porque no hay dinero. ¿Qué será más fácil, reconocer la realidad y pedir ayuda? ¿O seguir bajo el rol de empresa privada, sin la obligatoriedad de dar información de sus movimientos y alargar la agonía del enfermo?
Llegue o no llegue el dinero, está cada vez más claro que el futuro del Recreativo de Huelva no pasa por las manos de Pablo Comas, de Álvaro Roncal o por las de mexicanos. Pasa por las manos de la afición, el verdadero corazón de este club y su motivo de todo. Solo en ellos estará el cambio.