Gobierno de clase
Cuando tras cuatro años de Gobierno que comenzó mintiendo, cambiando su programa electoral del hilo al pabilo por el supuesto desconocimiento de la deuda real de Zapatero; de un Gobierno que ha conseguido empobrecer a la sociedad española y que ha llevado una política de clase en la que ha aumentado el número de ricos y ha enriquecido más a los que ya gozaban de inmejorable posición económica; de un Gobierno que consigue mejorar las cifras macroeconómicas pero que no logra reflejarlo en la prosperidad de su pueblo y al que las autoridades europeas ha desautorizado unos presupuestos evidentemente electoralistas y que, si ganasen las elecciones, tendrían que recortar para volver a meras políticas de austeridad. Cuando tras un Gobierno como ése, un partido como el Partido Popular cuente nuevas milongas al electorado, ¿quién lo podrá creer?
Lo último que puede necesitar el Estado español es un Gobierno radical, no me cabe la menor duda. Los Podemos y otros con sus extravagancias en los ayuntamientos, están demostrando que no pueden ser partido de Gobierno y aunque al final tengan que atenerse a las normas de las autoridades monetarias, como ha sucedido a sus compañeros griegos, no parecen capacitados para llevar una política seria de Estado, máxime cuando el problema territorial podría llevarlos a aventuras de difícil digestión. Siendo así y teniendo en cuenta que Rajoy ha mentido tan a lo ancho a la sociedad y con una corrupción de partido a la que no ha sabido contestar, ¿qué opciones queda al electorado?
Sin listas abiertas, ya saben ustedes que mi opción es abstencionista porque después de tantos años de restauración borbónica y Constitución del ’78, nada ha cambiado lo suficiente y, gobierno tras gobierno, la mofa sobre el electorado ha sido amplia. Hoy que tanto se habla de la posibilidad de un gobierno PSOE-C’s, hay que reconocer que sería una opción menos perniciosa que la de PSOE-PODEMOS, pero mi pregunta es, ¿a qué acuerdo podrían llegar socialistas y españolistas (C’s) en la reforma constitucional? Me cabe la idea de que podrían dejarla a un lado porque, siendo ambos partidarios de un cambio en el texto constitucional, en sentido territorial están en posiciones completamente opuestas. No obstante, entiendo que Gobierno tendrá que haber y que el radicalismo es lo menos deseable en unos momentos en los que el Estado tiene una deuda tan seria que pagar. Mi parecer es que los tratados de adhesión de España a la UE deberían ser renegociados para evitar, entre otras cosas, el estado de excepción que vivimos en los que normas europeas están por encima de la Constitución.
El electorado tiene una papeleta difícil, entre la desconfianza, la decepción y el temor. La fuerza emergente de la derecha, por ejemplo, apoya a un Gobierno andaluz comido por los casos de corrupción mientras que en Madrid se lo ponen difícil a una presidenta que, aunque del PP, se está comportando de una forma ejemplar. ¿Quién le pondrá el cascabel al gato? Toca pensar seriamente porque la sociedad se la juega y las opciones existentes son, desde mi punto de vista, a cuál más penosa.