Gobierno de lo posible
El PSOE, aniquilada su capacidad de liderar el centro izquierda y la izquierda moderada misma y carente de discurso territorial claro, vivió en el 20-D su derrota histórica más notable, como es bien sabido de todos.
Pedro Sánchez, impelido por una enorme prisa y por una imperdonable ambición por presidir el ejecutivo, puede cometer la mayor torpeza para su partido y promover un auténtico desastre para el conjunto del Estado español. El fentismo que supondría un acuerdo social-comunista (Podemos), más los diferentes partidos separatistas con la aquiescencia del ultraconsevador PNV, no solo no podría funcionar internamente, sino que llevaría a la quiebra social, a algo parecido a lo acontecido en Cataluña con los secesionistas y aquellos que no lo son.
Como todo lo que está sucediendo tiene en buena medida su origen en las políticas radicales de Zapatero, quien abrió la caja de la reforma del Estatuto de Cataluña cuando nadie lo pedía, mientras en Madrid practicaban una política económica inasumible. El PSOE tiene pues una parte de responsabilidad gravísima en la actual situación. Nadie debería olvidar, además, que el PSC, el partido federado al PSOE en Cataluña, incluyó a los independentistas de ERC en el gobierno de la Generalitat y que por mucho que se quiera decir lo contrario, es una organización, la socialista en Cataluña, que no se sabe bien en qué lugar está.
Más, siendo justos, no podemos olvidar que la austeridad practicada sistemáticamente por el gobierno Rajoy, dejando a los trabajadores prácticamente sin derechos y significándose por la mayor de las pasividades frente a lo que venía sucediendo en Cataluña, le ha llevado al tremendo castigo que supone la pérdida de 63 diputados y a la incapacidad para formar gobierno. Como vemos, los dos partidos mayoritarios son culpables del circo que hoy tenemos en el parlamento, en buena medida también aderezado por la escandalosa corrupción económica de tantos socialistas y populares. ¿Qué hacer en este momento? Yo, como ciudadano, pediría la consecución de un ejecutivo tripartito (populares, socialistas y ciudadanos),con una hoja de ruta clara y comprometida en la que la presidencia del gobierno rotase al menos entre los dos mayoritarios, bien a dos años cada uno o a un año cada vez para que la legislatura terminase con quien ganó las elecciones.
Mucho me temo que un gobierno presidio por Sánchez, contando con el circo de Podemos y los diferentes independentismos y mareas (segunda edición del Frente Popular republicano), podría suponer un auténtico descalabro para nuestra economía y el aumento del desempleo, la pérdida de calidad de algunos derechos civiles, como el de información, que Iglesias está dispuesto a tocar y el impulso de los movimientos centrífugos dentro de algunas zonas del Estado.
Ante eso y como ciudadano responsable, mi preferencia es la convocatoria de nuevas elecciones en la que la sustitución de algunos líderes (Rajoy y Sánchez), pudiera beneficiar la clarificación del voto y en la que el concurso de un Ciudadanos fortalecido pudiera apuntalar un gobierno de mayoría de centro liberal o social-liberal. El juego frentepopulista, con pretensiones no únicamente anticonstitucionales, sino de enorme extravagancia, podría dejarnos muy debilitados y con marcados pasos atrás en la incipiente recuperación económica y del empleo. Cualquier gobierno que se forme -y pienso en elecciones adelantadas-, debe hacer llegar el crecimiento económico a los ciudadanos y a las familias, reformar la ley electoral, aspirar a una profunda reforma constitucional y a un acuerdo estatal por la educación y la sanidad, además de afrontar sin temblor la defensa de los no separatistas allí donde estén.