Los concejales del PP hacen la mona

¿Quién no se ha ‘fumado’ una clase alguna vez? Convencido por malas influencias, por falta de motivación, arrastrado por la holgazanería, por moda, como arranque de rebeldía, bravuconada o para fardar entre los colegas. ‘Hacer la mona’ (como se dice en mi pueblo) es un clásico entre los estudiantes, un ritual adolescente muy recurrente. Se trata de una práctica extendida, censurable a todas luces, pero no deja de ser un liviano acto de indisciplina auspiciado por un cóctel de hormonas.

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La cosa cambia cuando el acné deja paso a profundas arrugas, eres funcionario público, ostentas un cargo electo, representas a una ciudad y sus intereses y cobras cientos de euros por acudir a esas sesiones que decides saltarte por la cara. Ahí, las pellas pasan de gamberrada a palabras mayores.

Al PP onubense le ha salido desobediente, insolente y respondona la generación de concejales de la nueva legislatura, que boicotea sin reparos al jefe de estudios (portavoz del partido), Ángel Sánchez, al que traen por la calle de la amargura. La actitud revoltosa y alborotadora de los ediles ha propiciado que la dirección tome cartas en el asunto y se plantee castigar a los implicados en la reciente espantada del pleno municipal.

De momento, la regañina no ha pasado de una leve cachetada pública que suena más de lo que pica. Veremos si la cosa va más allá de una llamada de atención y se gestiona como lo que es, un comportamiento peligroso. Sus nombres llevan meses apuntados en la lista de alumnos problemáticos del partido, componiendo un sector crítico muy reacio a hacer piña y a mostrar su apoyo en las decisiones e iniciativas adoptadas por la cúpula.

Los representantes de la vieja guardia no parecen contentos con el rumbo del PP post Pedro Rodríguez y el descontento va subiendo de volumen hasta niveles histriónicos. La pataleta ha mutado a berrinche y urge bajar los humos para evitar que se revolucione más el gallinero, no obstante, la situación parece desbordarse a la misma velocidad que se recrudece la escisión interna. Las discrepancias han salido de la esfera institucional del partido y están convirtiendo el Consistorio en un campo de batalla, hasta el punto de comprometer el correcto desarrollo de un pleno.

No hay pronunciamiento oficial por parte de los presuntos insurgentes para justificar el absentismo (a pesar de que niegan rotundamente que se deba a una estrategia premeditada y conjunta). En realidad, poco importan los pretextos, ¿qué razones son más prioritarias que cumplir con los requerimientos de sus cargos y velar por los onubenses? Lo único que está claro es que, de este modo, el servicio a la ciudadanía parece relegado a un segundo plano.  

El ‘complot’ de los concejales populares no es un desplante hacia Ángel Sánchez, si es que esa es la pretensión; los verdaderos damnificados, insultados y engañados son quienes han depositado en ellos su confianza para que disciernan sobre los asuntos que atañen a la ciudad. Su ausencia en el pleno no supone faltar a una clase, sino falta de clase. No es admisible que se convierta el aula magna de la democracia local en un patio de colegio sin ley, donde se arreglan rencillas internas, como si se tratase de un grupúsculo de alumnos díscolos reacios a avanzar temario que se empeña en retrasar al resto de la clase.

@ManuelGGarrido

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