Transitar el pasado

Es inevitable revivir el pasado. No sé bien para qué, pero no paramos de hacerlo. También sucede con el futuro, haciendo previsiones y preocupándonos por asuntos que no han sucedido y tan siquiera sabemos si llegarán a tener lugar. Pero es un hábito mental que nos incapacita, que nos hace perder energía en cosas innecesarias y que muchas, muchas veces, nos lleva a un auténtico estado de angustia. ¿Hasta dónde podemos permitirnos el lujo de esa desazón sin que lo suframos no solo psíquicamente, sino también en nuestra salud física?

Huelva24

Huelva

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Como humanos que somos, no permanecemos incólumes al dolor y al sufrimiento. La vida, antes o después, nos da razones para afrontar acontecimientos que se nos hacen duros, a veces con características aparentemente insuperables. Y una vez pasados, sin compasión y a pesar de saber el dolor que provocan, los repetimos continuamente en nuestras mentes. Sé que es fácil decir que pongamos el foco en otros aspectos de nuestras vidas, pero también sé que no es nada fácil. Pero el esfuerzo merece la pena.

Está claro que lo pasado es inevitable, por lo tanto focalizarnos en ello carece de sentido a no ser que queramos revivir pensamientos que nos llevan a emociones muy negativas, a estado de ánimo que quieren escapar de nuestro control. Sin duda, el tiempo sana mucho, pero mientras ese tiempo transcurre, nosotros debemos hacer algo por aliviar las circunstancias, desde la aceptación plena de que lo ocurrido ya es inevitable y asumirlo plenamente, hasta buscarle algún significado para nuestras vidas, como propone Victor Frankl.  

Esta es una cuestión que atañe al sentido de la vida de cada cual y a cómo hayamos decidió recorrer el camino de nuestras vidas, a las creencias predeterminadas que tengamos sobre nosotros mismos y, desde mi punto de vista, también al grado de autoestima que disponga cada cual. Lo fundamental es: ¿merece la pena que nos apenemos tanto por aquello que no tenemos o hemos perdido en vez de disfrutar todo lo que poseemos?

Exceptuando el caso de las pérdidas de cualquier tipo, que necesitan el recorrido de su duelo,  respetando todas sus fases, la obsesión circular en la que en ocasiones nos instalamos sobre cuestiones que no tienen ya solución, nos hace perder nuestra verdadera dimensión de humanos nacidos, entre otras razones, para disfrutar la vida. Podemos llegar a tal punto en nuestro masoquismo que incluso extrañamos a personas que nos infligieron dolor, bien písiquico bien físico o, en muchos casos, ambos. Comprendo que hablo de casos patológicos, pero también de otros más livianos en los que nos cuesta auténtico esfuerzo apartar de nuestros pensamientos a esos individuos. Por supuesto, debemos educar a nuestra mente para pasar al pensamiento positivo en el que las cuestiones dolorosas, pero inevitables, han de ocupar un espacio secundario hasta que desaparezcan completamente porque, como dice nuestro refranero, “agua pasada” no mueve molino. ¿Para qué ir al pasado entonces? Si acaso, tal como dice Virginia Blanes, para cerrar cualquier tipo de relación (familiar, amistosa, laboral, sentimental, etc.), que quedó, tal commo una puerta, media abierta, medio cerrada, o para concluir algo, una carrera por ejemplo, que no terminamos si, solo si, nos produce desazón. Por lo demás, el pasado  no existe, es algo que no está nuestro presente y no debemos permitirle volver a la mente para ensombrecer nuestro “aquí y ahora”.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación