FESTIVAL DE NIEBLA
El alma sosegada
'ALMA Y PALABRA', DE SAN JUAN DE LA CRUZ
Las voces de Lluís Homar y Adriana Ozores supieron poner ese punto de turbación y fervor que demandan los versos inmortales de Juan de la Cruz
Lluís Homar y Adriana Ozores invocan en el Castillo de Niebla la mística de los versos de San Juan de la Cruz

Recuerdo una noche, hará cuarenta o cincuenta años, escuchando en la radio uno de aquellos programas míticos de El Loco de la Colina. Sonaba una música de las suyas, quizá Pink Floyd. Y de pronto, como viniendo del otro mundo, surgió una voz recitando 'La Noche Oscura' de San Juan de la Cruz. Nos dijo que era una monja de clausura –vaya usted a saber, viniendo de Quintero– pero, monja o actriz, nunca he escuchado recitar con más sentimiento, más hondura, más sensibilidad y apasionamiento. Aquella voz anónima supo dar el sentido exacto a cada verso, a cada palabra y a cada imagen del poema, aportando además la dosis justa de sensualidad que se espera de un encuentro amoroso, de amor divino en este caso.
«Quedeme y olvideme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo y dejeme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado»
Han pasado los años y anoche, en el Castillo de los Guzmanes de Niebla, nos fue dado asistir a un espectáculo exquisito en el que las voces de Lluís Homar y Adriana Ozores supieron en algunos momentos puntuales poner ese punto de turbación y fervor que demandan los versos inmortales de Juan de la Cruz, un poeta capaz de expresar y poner de manifiesto los rincones más profundos, oscuros, inciertos e inasibles del alma humana en su camino hacia la unión con Dios. Y todo con esa difícil sencillez que fluye de sus versos.
José Carlos Plaza viene a concebir el espectáculo como un viaje espiritual hacia la interiorización, hacia el encuentro con uno mismo
Con Juan de Yepes, o Juan de la Cruz, como él quiso llamarse, la lírica española –y yo diría que universal– alcanza una de sus cumbres. Es la poesía mística, en la que tanto nuestro poeta como Teresa de Jesús brillan con luz propia. Nació mediado el siglo XVI, estudió con los jesuitas de Medina del Campo e ingresó a los 19 años como novicio en el Colegio de Carmelitas. Después de profesar continuó sus estudios en Salamanca y ya ordenado sacerdote regresó a Medina en 1567.

Es el año de su encuentro con Teresa de Jesús, que va a marcar su vida desde entonces. Sin apenas medios económicos funda su primer monasterio de carmelitas reformados o descalzos y luego varios más en distintos lugares de Castilla, pese a la oposición y la hostilidad de los carmelitas calzados dispuestos a acabar con la reforma. En 1577 es encarcelado y sometido durante ocho meses a todo tipo de violencias por sus propios compañeros de orden en un subterráneo de Toledo. Parece que allí escribió el 'Cántico espiritual'. Por entonces fue reconocida por la Iglesia la existencia de los Descalzos, aunque aún debió pasar innumerables penalidades. Pasó sus últimos días retirado en Úbeda, donde murió el 13 de diciembre de 1591.
Un poeta en la cumbre
Su producción es escasa. Fue autor de letrillas, glosas y romances, algunos de gran belleza, pero con sus tres grandes obras, 'Cántico espiritual', 'Noche oscura' y 'Llama de amor viva', la lírica de Juan de la Cruz alcanza tal grado de intensidad que lo sitúan entre los más grandes poetas de todos los tiempos.
Con estos mimbres, con los poemas del carmelita descalzo y alguno más de Teresa de Jesús, y aunando las tres disciplinas –palabra, música y pintura– elabora la dramaturgia José Carlos Plaza, una dramaturgia correcta que viene a concebir el espectáculo como un viaje espiritual hacia la interiorización, hacia el encuentro con uno mismo, con el verdadero yo. 'Alma y Palabra' se convierte así en un viaje hacia la esencia, un tránsito del desasosiego al sosiego, como comentaba Lluis Homar en una reciente entrevista.
El espacio escénico, de José Helguera, es de una gran simplicidad. No podría ser de otra forma con esa renuncia de lo material en San Juan de la Cruz para centrarse y
'Alma y Palabra' se convierte así en un viaje hacia la esencia, un tránsito del desasosiego al sosiego
potenciar lo trascendente, con un gran cuadro del Cristo de Velázquez presidiendo la escena. El diseño de iluminación es de Dani Checa, que pone el acento en esa luz cálida y dorada que parece salir del cuadro y potencia y da vida a la obra, mientras el piano de Emili Brugalla –otro actor más– interpreta temas de la 'Música callada' de Mompou. Y en el centro, dando sentido a todo, la palabra, las voces y el buen hacer de Lluis Homar y Adriana Ozores poniendo en pie los versos de Juan de la Cruz en ese viaje del alma al encuentro con el Amado.
«En mi pecho florido
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba».
Lluís Homar, director de la obra, ha querido potenciar, creo que acertadamente, el amor carnal para describir el amor divino y nos muestra un espectáculo que llega directo a los sentidos para iniciar desde ahí un tránsito espiritual al interior de cada uno. Utilizando la poesía, único vehículo para comunicar los sentimientos, por momentos nos envuelve y nos acompaña en una ascensión plena de sensualidad, llena de belleza y color. Su voz y la de Adriana Ozores se convierten –y en muchos momentos lo consiguen– en el vehículo perfecto para llevarnos de la mano a ese estado de plenitud y goce que exige la poesía de San Juan de la Cruz, pero algo falla en la obra. Todo está bien, todo es correcto, pero se echa de menos ese punto de emoción que trasciende la palabra y los versos para alcanzar la plenitud. Quizá sobra el libreto en la mano de los actores, que lejos de ayudarles les
Se echa de menos ese punto de emoción que trasciende la palabra y los versos para alcanzar la plenitud
resta pasión y desasosiego en muchos momentos de la obra. Quizá sobra también una cierta frialdad y contención que el piano viene a poner aún más de manifiesto. Quizá los programadores no han tenido en cuenta que un recinto como el Castillo de Niebla no sea el marco adecuado para un espectáculo como éste.
Lo intentaron los actores, en escena desde antes del comienzo del espectáculo, dando buen ejemplo de recogimiento e invitando al público con su actitud a un silencio respetuoso que se mantuvo durante toda la obra hasta el aplauso final, largo, intenso y merecido que venía a premiar un espectáculo difícil y arriesgado.
Hacía catorce años que la Compañía Nacional de Teatro Clásico no actuaba en el Festival de Niebla. Esperemos que no pasen otros tantos y que su presencia se convierta en algo habitual en la cita de cada año con el Teatro y la Danza en la Alcazaba iliplense.
Castillo de los Guzmanes de Niebla
Aforo: 900 localidades. Casi lleno.
29 de Julio de 2023
'ALMA Y PALABRA'. San Juan de la Cruz
Producción: Compañía Nacional de Teatro Clásico. Su estreno tuvo lugar en el Auditorio del Museo del Prado de Madrid en 2.019.
Dramaturgia: José Carlos Plaza
Escenografía: José Helguera
Vestuario: Gabriela Salaverri
Iluminación: Dani Checa
Música: 'Música callada', de Frederic Mompou, interpretada en escena por Emili Brugalla
Intérpretes: Adriana Ozores y Lluís Homar
Duración: 60 minutos.
Dirección: Lluís Homar